miércoles, 14 de enero de 2015

INTERFASES, Ronald Bonilla (Costa Rica)


I
He dejado la luna en su lugar,
trillada.
La he dejado a solas, contemplativa,
mancillada.
La he volteado para que al poniente
parezca el sol opuesto – amarillenta,
denostada.
La he tocado
y estaba sorprendida...
de nuevo virginal y amante
con su pelo hilvanando cercanías,
con sus pechos abiertos,
con su sed de palabras,
con su estela fugaz
acuclillada,
entera.
II
En fin, he dejado a la luna
yuxtaponerse horizontal
sobre la curva azul del lecho,
y he sido la eclosión de luz
que la penetra
para que siempre ilumine
con su sed de diosa insatisfecha.
La he levantado en vilo
sobre la circunferencia plena de su propia candidez,
la he succionado,
hasta ese hilo de sangre suspenso ha sido mío,
hasta esa gota de sudor ambarino
que viaja hasta el ombligo,
hasta la lágrima risueña del orgasmo.
La he colocado contra el filo
de la almohada aquella,
y me ha bebido la savia de un solo sorbo dulce,
deglutido el orgasmo de esta menguada soledad;
su cabello caía sobre la piel de la aurora
y era mía, mía
su postura de ángel
en perfecto equilibrio
entre la sombra y la luz.
Yo le izaba la falda
entre la tierra y el viento
y era mía, mía
esa gaza extendida:
un suspiro en la cumbre,
su suspiro en la noche.

de mi libro APUNTES PARA UN GRAFITI
premio UNA PALABRA 2013
EUNA 2014

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