jueves, 1 de marzo de 2012

DE RENÉ PARA JUANA MARÍA ZÚÑIGA, SU HERMANA

Las ideas penden en el aire y ahora las empiezo asimilar
...
Modest Mussorsky



René Zúñiga


A mediados de los años sesenta, quienes tuvimos la fortuna de conocer y deleitarnos con el movimiento musical de esa época, no salíamos del asombro con la aportación musical de The Beatles, algunos niños, casi adolescentes, tarareábamos algunos covers de éxitos sajones muy ajenos a nuestra realidad social, sin embargo, esto poco o nada importaba; había que estar en la onda, consumiendo lo poco que llegaba desde afuera o lo que se editaba en el país.




No habíamos tenido un poco de sosiego existencial cuando se incursionó en el hades, cruzando en una balsa un extraño y oscuro río y escuchar los acordes de la música que se estaba creando en Europa y en los mismísimos Estados Unidos. Un subgénero del rock para algunos sesudos intelectuales o musicólogos de la época, para otros la locura total, sonidos infernales acompañados de letras impropias, aderezadas de viajes al infinito, acaso acompañando al Dante y en otros instantes, penetrando atrás del espejo para conocer otros mundos; platicar con el conejo blanco y ver perspectivas distintas de una realidad, en donde era necesario abrir el globo ocular con una navaja, al mejor estilo de Buñuel y taladrar los oídos para entender que hay otros mundos, pero están en este; acotaba Eluard con vehemencia.

Los sintetizadores de la primera generación y su antecesor, el melotrón hacía las delicias de los iniciados yogis, de los enajenados locos que quieren transformar el mundo, vociferaban nuestros padres angustiados, rogándole al santo padre que se diera el milagro de la multiplicación de los zombis, amén de darle gracias a Díaz Ordaz para que evitara a toda costa que nos volviéramos comunistas.
La música era, de alguna manera, la caja de Pandora que guardaba en sus adentros todos los males del mundo, pero también guardaba la esperanza, con sacerdotes oficiosos que ejecutaban esta nueva música clásica, como la promueve José Agustín y con una irreverencia, propia del que piensa por su cuenta, se editaron discos memorables.
Ya pudiera mencionar obra de Yes, Jetrhro Tull, Génesis y de los todavía contemporáneos King Crimson, pasando por Pink Floyd y por Procul Harum; pero no, quisiera hacer una remembranza de un ser nostálgico y terco ( me refiero al autor de este texto ), en buscar formas de relación entre autores clásicos y un grupo muy representativo del rock progresivo que me marcó y me permitió hacer una búsqueda entre los clásicos de todos los tiempos, sin embargo, lo que finalmente me permitió hacerlo, siempre lo tuve frente a mi y no lo discernía, hasta que puse más que atención en Picture at An The Exhibition de Emerson, Lake & Palmer, sobre la famosa – para los cultos de aquellos ensangrentados tiempos -, Cuadros para Una Exposición de Modest Mussorsky, pieza para piano que tuvo aportaciones importantes, ya que músicos de la talla de Ravel y del mismísimo Rimsky Korsakoff, realizaron sendas orquestaciones que vinieron a enriquecer la obra en cuestión.

El rock progresivo me pareció una oleada de frescura a la que ya tenía como característica fundamental el rock, pero con una innovación que poseía solamente el jazz: pondera la aportación individual del músico, me refiero a la improvisación, siendo, desde mi muy particular punto de vista, un acercamiento erótico al jazz. Pero además, decir progresivo, es que alude al carácter innovador y lúdico que lo caracterizó.



Justamente estas reflexiones fueron las motivaciones para escarbar en los textos sobre la música rusa. Ahí encontré importantes eventos que me permitirían ver la sociedad en otra perspectiva: conocer las valoraciones sobre la realidad social rusa del siglo XIX y esta expresada en música, fue revelador. César Cui y su estupendo texto sobre la Música en Rusia publicado en la colección Austral en 1947 y su trabajo junto con Alexander Borodin, Mili Balakiereff; Modest Mussorsky y Nicolai Rimsky Korsakoff , conocidos como el Grupo de los Cinco, sin dejar de mencionar a Glinka, de nombre Michail Ivanovich, que le dieron un rostro a la nación rusa con su creatividad y su revolucionaria concepción estética de la música nacionalista.

Mussorgsky y su extensa obra no tienen paralelo, oír, navegar, perderse en sus Cuadros para Una Exposición, es en realidad algo maravilloso y sería edificante mencionar que esta obra la escribió a propósito de la exposición de dibujos y grabados del Arquitecto Víctor Hartmann, fallecido en 1873. Mussorsky coloreó el trabajo de Hartmann, dotando su obra pianística de sonidos misteriosos, pareciera en algunas partes que el ambiente vivido por Modest durante su creación, se reprodujese para vivir esas vidas, esos tiempos. Obra evocadora que merece ser conocida y disfrutada en cualquier ejecución, pero sobre todo, para ser iniciado en lo gnóstico, será necesario conocer la grabación en vivo de ese clásico ya de Emerson, Lake & Palmer: Picture at An Exhibition.






*****




Tríptico Típico


a juanamaría

I

Parece un sueño, tu ausencia significativa

lacerante,

tu silencio .

La tarde fría

las noches más

las mañanas

gélidas

como las confusiones.

Espero

como se espera la muerte

en silencio.

Mientras tanto

afuera

en la calle:

El bullicio, la gente de compras y la estridencia

Shakira y Paulina Rubio

amenizando la ansiedad, la locura colectiva

Yo

Aprovecho el tiempo



deshojo

la cebolla de cristal

que cumple funciones específicas

ya de oráculo

ya de trompo

ya de transmisor

interestelar.

Percibo otros tiempos

enfrentando la memoria

que se niega a la seducción

a veces aromas, súbitamente sabores

que generan risas

suspiros

finalmente

la razón arbitraria:

debo dormir, se hace tarde para soñar.

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