lunes, 31 de enero de 2011
LA LLAMA DEL AMOR
No te apagues.
Permanece;
quémame,
dame la luz:
permíteme ser
en ella.
Llama del amor:
eres la enrededera
que cubre mis jardines.
Eres la luz
que logra iluminar
la noche.
domingo, 30 de enero de 2011
LAS LLAMAS DEL AMOR
sábado, 29 de enero de 2011
viernes, 28 de enero de 2011
miércoles, 26 de enero de 2011
DAME MÁS
Quiero tenerte aquí en mi cama,
rendida a mis placeres
prohibidos.
Urgarte con mis manos,
mis labios,
todo el cuerpo
hasta que seas
parte de mi cerebro
y mis entrañas.
Tomarme todo el tiempo del mundo
para postrarme ante tu desnudez
pálida e insigne
como una bandera
en patria recientemente liberada.
Tenerte aquí,
en la cama,
para gozar de todos tus placeres
extraños,
siempre nuevos;
pero redivivos
todos los días.
Tú,
mujer,
la siempre-viva.
SEÑORA ENLUNADA
En puertas canceladas
que conducen
a terrenos de luz
algodones de sombras
En ventanas abiertas
poseídas
por el don finito
terciopelos de nada
Por paredes y techos
escurriendo
más lenta que la fiebre
la señora de las lunas
apareceres de ausencia
dando tumbos
trastabilleo y malabar
inscribe señales
y cae al piso
Se arrastra por momentos
grita sospechas de presente
y descarga serpientes de pasado
para anunciar atardeceres
¿Se arrastra la dueña de la noche
o nosotros volcamos
nuestro vaso de ausencia
a tanto inventarnos eternos?
El augur se hace dueño
y posterga
puertas ventanas techos y paredes
para darnos
el suelo
e inscribir en las frentes
nuestro sino
Generaciones
se reúnen en asamblea de sangre
Se mezclan quienes fueron
con los que son
y escuchan a los negados
que no han podido estar
ni ser
a golpe de imposibles
El corazón se agota
y sueña que es palabra
su onirismo se inventa
en papel para cartas
La señora se enluna
cohabita
con paisajes y espejos
tejidos en hilo
de soñar
y convierte
allá
en sus terrenos
a la asamblea
en cosecha
y a las cartas
en epitafios mudos
Todos
solos
a fuerza
de estar juntos
crecemos
a la muerte
Salta el sapo cantor
y dicta:
No se puede creer
la muerte de los que
aman
tampoco es verdadera
la vida
de los que
no lo hacen
La cúpula del mundo
se vuelca
y grita oscuros
se renace instrumento musical
se entrega al gran sapo
La señora se oculta
lanza una gran sonrisa
que vuelve
montañas y horizonte
Todos
asamblea de nómadas
bebemos
y amamos
Para ir a la montaña
que se vuelve sonrisa
enlunación señora
huella en la sangre
marca del sueño
cosmos en otro cosmos
y gotas de mirada sin párpado
MERCADO MEXICANO
Brincan, saltan, manotean
los olores y colores
en sus puestos:
Manzanas con un sonrojo
pudoroso,
por saberse
placentera promesa
sin recato;
advierten, brillosas,
el pecado bíblico
que guardan
cotidianamente
en sus entrañas;
limas y limones, impúdicos,
en su verdor
oscilan
entre continuar
su incestuosa
relación de verdes ácidos
o convertirse en jugo
que recuerda
filosófica
la bondad del amargor
y su frescura,
a fin de cuentas;
las cebollas anidan
su fortaleza hedórico-hedónica
y hace notar precavidas
que se trata de explotar, al infinito,
sus finas entretelas
para acelerar papilas
y pupilas.
Las calabazas, tontas,
guardan esencias tibetanas
y reconocen
su humildad franciscana
en su redondez
o elipsis
de jugos
y fibras
celestes por terrenales;
las papayas exageran,
desconocen que cada una
de sus mentiras
se convierte en esos planetas
negroides
que aparecen en las entrañas
del fruto
como camuflajes
de ese sexo femenino
goteante
de placeres abismales.
Los jitomates se angustian
de sabor
por saberse metáfora
hemofílica
y gustan de hacer parentela
con las manzanas, las ciruelas
y los tomates,
estos últimos la rama envidiosa
del árbol genealógico.
Mientras, en un rincón,
el taciturno papaloquelite
mueve su penacho
y lanza por el viento
ese olor
que le recuerda
insomnes noches prehispánicas
ausentes de luceros
impostores.
La toronja está a sus anchas,
con palidez europea
por tener la acidez
suficiente
para tratar con sus congéneres
jugosos;
a un lado,
un limón mira hacia arriba
con ojos verde impresión
por la toronjil estatura
que le enamora.
TRÁFAGO
ANOCHE
Anoche,
fue la noche
de los resfríos del alma.
Una campana llamó
a panteonar recuerdo;
pero tramposo,
otro timbre interior,
insistente,
quería recordarlo todo,
detalle por detalle.
Mientras eso ocurría
el placer dormitaba,
pero en veces
gritaba
desde el interior
mismo del alma:
como queriendo confiar un secreto.
A tanto sucederse
esa guerra intestina,
el sueño quedó paralizado,
en un rincón
de la noche
como a la espera
de los acontecimientos.
En esa guerra bajo
la alfombra
de los recuerdos;
todo parecía dormitar,
pero nada era cierto.
Lo cierto,
lo único comprobable
y comprobado
fue que no dormí.
Y de ello es espejo
fiel
mi cara,
mi rostro sombrío
y mis ojeras....
LA NOCHE
Pesada la tarea, cotidiana y doméstica,
llega a posarse en los hombros, la noche
simple y negra, ruda pero relajada;
no admite réplicas, es plena y nunca vana.
Tiene grises los ojos, las manos flacas,
la sonrisa tranquila, muy cansada la pose
y hay fuerza en su mirada, sutil y clara.
La noche espera todo, pero anida en nada;
clama por los finales, pide recuentos.
Asoma a hacer, cual flores, esperanzas,
promete amaneceres, carga placeres,
oculta impaciencias y nunca desespera.
Espacio palpitante, de una sed insaciable,
goza con el declive de los días y sus seres,
nunca se adelanta, puntual, fina, sencilla:
abre sus puertas para que todo quepa;
ocukta crímenes, acosa a incansables;
no le teme a las predicciones y adelanta
finales indecisos o plenitudes invisibles.
Es la noche un trozo de silencios embozados,
un espacio para el ladrar de perros escondidos,
una casa en ruinas y un collar de horas, para
contar en sueños y abrazar en pesadillas.
¡¡¡Patria Querida!!!...¡¡¡¿MÉXICO, CREO EN TÍ?!!!
Patria querida,
tus hijos te lloramos;
somos la cruz del himno...
y la mención de López Velarde
ya angustiado.
Sabemos que
debemos mejorar,
pero no lo hacemos;
queremos paz
y estamos ensangrentados,
olemos a cadáver
todos los días
del año.
Aprendemos a odiar
con las noticias.
Ayyy,
patria mía,
¿por qué Dios te ha abandonado?
¿No sabes orar?
¿Sabes reír...?
...tu llanto es como
un conjunto de campanas
de catedral
sonando a duelo.
Eres El Gólgota Nahuátl.
La indigestión
por el mestizaje;
la sapiencia
ancestral
que sabe a lágrimas.
MORBIDEZ
Honda la cara de verte;
verde el mirar de advertirte;
amplias las manos
por en el gozo tenerte;
hasta buscarnos ufanos
en ese día de la muerte.
A veces creo presentirte,
otras no puedo mirarte;
busco y no estoy:
este desastre es muy fuerte
por amanecer, ya, hoy,
con la certeza de muerte.
Bronca vida, amor celeste;
nacer con estrella en frente;
todo siempre es claroscuro
porque la vida es la muerte
aunque todo sea impuro
y todo ser disolvente.
Campiñas miro yo al verte;
camposantos al perderte;
llanos y lomas si duermo,
ajeno a que he de perderte
en este existir enfermo
que amar y eternecerse.
Doblado frente a la muerte
declaro amar el perderte,
pues llego al haz relativo:
la luz por siempre sonriente,
sustantivo es adjetivo
y un pronombre suficiente.
PRÓLOGO A CARTAS DEL TIEMPO*
*Libro de Roberto Arizmendi, publicado en 1981, por la Universidad Autónoma del Estado de México...
"Ábrete tiempo que nos espera un abanico...": Ahí, en frases como esa se cuela la esperanza y el optimismo en la poesía de Roberto Arizmendi, poesía que las más de las veces trae sobre las espaldas una carga, un fardo de dolor, de rencor contra una estructura urbana -la ciudad de México- que es solamente reflejo del desorden establecido -"El Sistema"- a través de las estructuras económicas, políticas y sociales predominantes.
En torno a la promesa de un futuro promisorio -pues al poeta corresponde, cual profeta, anunciar el advenimiento de tiempos nuevos, aunque no toque muchas veces al poeta descifrarlos-, Roberto nos dice: "Cada piedrita de esta tierra/ tendrá que ir encontrando su acomodo...". O cuando la neurosis urbana nos invade y la problemática parece desbordarlo todo, el poeta indica: "Qué fácil es/ a veces/ correr la cortinita/ para que ya se apague el sol que nos devora".
En fin, Las Cartas del Tiempo se ha ganado a pulso un lugar importante en este conjunto empapelado de ritmos e ideas. El libro, dividido por su autor en tres partes: "Apuntes de lucha", "Horas de crepúsculo" y "Constancia de tiempo", nos va llevando de la mano así, en ese orden, por los terrenos de un climax interno. No hay duda que los orígenes provincianos del autor -en el mejor sentido del término- afloran, saltan, no se dejan sumergir en las aguas del monstruo capitalino.
Roberto Arizmendi es, a nuestro juicio, una nueva voz -limpia, fresca, directa, coloquial- en la poética mexicana. En él, porque la voz existe, vemos la responsabilidad de continuar, de que no abandone la palabra.
Lo anterior nos permitimos decirlo, al presentar esta obra, porque creemos con Arizmendi que a pesar de "el odio... engendrado...", siempre será momento para "volver a hablar de pájaros y canto...".
BENJAMIN A. ARAUJO MONDRAGON
"Ábrete tiempo que nos espera un abanico...": Ahí, en frases como esa se cuela la esperanza y el optimismo en la poesía de Roberto Arizmendi, poesía que las más de las veces trae sobre las espaldas una carga, un fardo de dolor, de rencor contra una estructura urbana -la ciudad de México- que es solamente reflejo del desorden establecido -"El Sistema"- a través de las estructuras económicas, políticas y sociales predominantes.
En torno a la promesa de un futuro promisorio -pues al poeta corresponde, cual profeta, anunciar el advenimiento de tiempos nuevos, aunque no toque muchas veces al poeta descifrarlos-, Roberto nos dice: "Cada piedrita de esta tierra/ tendrá que ir encontrando su acomodo...". O cuando la neurosis urbana nos invade y la problemática parece desbordarlo todo, el poeta indica: "Qué fácil es/ a veces/ correr la cortinita/ para que ya se apague el sol que nos devora".
En fin, Las Cartas del Tiempo se ha ganado a pulso un lugar importante en este conjunto empapelado de ritmos e ideas. El libro, dividido por su autor en tres partes: "Apuntes de lucha", "Horas de crepúsculo" y "Constancia de tiempo", nos va llevando de la mano así, en ese orden, por los terrenos de un climax interno. No hay duda que los orígenes provincianos del autor -en el mejor sentido del término- afloran, saltan, no se dejan sumergir en las aguas del monstruo capitalino.
Roberto Arizmendi es, a nuestro juicio, una nueva voz -limpia, fresca, directa, coloquial- en la poética mexicana. En él, porque la voz existe, vemos la responsabilidad de continuar, de que no abandone la palabra.
Lo anterior nos permitimos decirlo, al presentar esta obra, porque creemos con Arizmendi que a pesar de "el odio... engendrado...", siempre será momento para "volver a hablar de pájaros y canto...".
BENJAMIN A. ARAUJO MONDRAGON
DROGA DE AMOR
Eres una droga,
vida;
pero droga de sexo,
de cariño,
de dolor y de lágrimas.
Ya no te quiero,
amor;
pero te deseo.
Contra mi voluntad
voy a tí;
me tienes atrapado.
Juro no volver a verte:
pero lo primero que hago
es buscarte.
Estoy drogado.
Tú eres mi opio.
Mi marihuana.
Mi anfetamina.
Mi "polvito"...
por cierto,
¿en qué estábamos?
¿Nos echamos uno...?
martes, 25 de enero de 2011
domingo, 23 de enero de 2011
jueves, 20 de enero de 2011
miércoles, 19 de enero de 2011
LA PAZ DE LA VERDAD
Estamos en paz.
En la paz
de la tierra;
estamos en el
infiero:
y no arden
las llamas...
Arde la tristeza
de verte
sola, triste
y callada.
Estamos en paz:
repiten como canción insulsa
los noticieros de la radio
y la televisión...
Pero:
¿Nos comeremos el cuento?
En la paz
de la tierra;
estamos en el
infiero:
y no arden
las llamas...
Arde la tristeza
de verte
sola, triste
y callada.
Estamos en paz:
repiten como canción insulsa
los noticieros de la radio
y la televisión...
Pero:
¿Nos comeremos el cuento?
HERIR AL CIELO
OTELO
martes, 18 de enero de 2011
lunes, 17 de enero de 2011
viernes, 14 de enero de 2011
jueves, 13 de enero de 2011
martes, 11 de enero de 2011
lunes, 10 de enero de 2011
domingo, 9 de enero de 2011
sábado, 8 de enero de 2011
viernes, 7 de enero de 2011
miércoles, 5 de enero de 2011
lunes, 3 de enero de 2011
sábado, 1 de enero de 2011
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