domingo, 29 de mayo de 2011
AMIGA
.
Combate delirio abatimiento
luz del alba en la voz
escurre y dice:
son tus manos, tu pelo,
tus mentiras:
cociente, tangente, potencial directo.
No se mueven tus ojos si me miran,
no habla por ti tu voz sino el enigma,
sabes dejar de ser cuando caminas
para trozar el cosmos lo imaginas.
Batallas del infierno
sueños
ira
al poniente tus andares de pez
cuando obnubilas
la penetrante idea
del sol
que cubres
como tormenta y mar
playa y desierto
nube insecto flor canto
rencor celos amor
y pensamientos
reciente amanecer
volcar a Belcebú
retar al cielo.
*Frontera interior, Edioiones La Hoja Murmurante. 1994.
sábado, 28 de mayo de 2011
TERESONA *
*En mi ciudad natal, Toluca, capital del estado de México, a 60 kilómetros de la capital del país, se localiza un cerro, en el poniente de la ciudad, que todo mundo conoce con el nombre de Teresona:
El siguiente es un poema que, con ese nombre, dedique precisamente a ese cerro:
TERESONA
Amiga fiel, Teresona,
desde el aparente
desdén de tu nombre
alabo
tu inconmovible estar.
Eres lo más constante que conozco
desde las tempranuras de mi infancia
la montañización de la constancia
y la manera más pétrea de ser fiel.
Tu feliz cobijamiento de casuchas
me permite creer que la pobreza
es un piojo insolente que soportas
porque tu ternura es capaz
de
no
moverse;
quiero ser como tú, mil, dos mil años,
para entender en piel que es la paciencia.
Asolearme el rocoso lomo,
tejer pacientes forestales
cuitas
y
demandar
un
sitio
para
mi
desventura
con esa dignidad tan plena que tú habitas.
Teresona, nombre de mujerona
de celestial burdel,
madrota de la historia de Toluca:
partera humilde,
silente compañera,
rocosa comadrona
de los niños que fueron despojados de sus redes.
Antesala del templo de Coltzin:
rezandera callada,
adivinadora sagaz
de tanta luminosidad
jugando a ser argamaza
onírica
de la herrumbre mortal.
Sólo tú sabes, niña elefanta sacerdotisa
valiente portadora de las señales y enigmas que nos condenan:
lo pobres que estamos aquí en la tierra
temblando hiel y soportando hormigas
alimañas ponzoña que destilan nuestros poros.
Nadie,
o muy pocos,
conocen como tú la grandeza del alma y
la gigantesca pesadumbre y pobreza de nuestros espíritus.
Desde la altura observas, de soslayo,
cómo transcurre el sueño de los hombres,
sus pesadillas te llevan a la franca sonrisa
y sus ilusiones al llanto
que disimulas
maternal
recordándote piedra sobre tierra
tierra sobre piedra, verdor, amarillez, aridez fértil:
una imagen del mundo
material
que
se
sabe
cordura y tristeza
melancolía
y
sed
por los siglos
de
los siglos
venideros
de
tu
estancia
con
nosotros
y
con nuestras
fértiles
ausencias.
Enamorada del Xinantécatl
cantas nada
juegas
con nuestra vida
y
nuestras concepciones
de
tu imagen
y
de la vida misma
que pasa rodando sobre nosotros
en la cuesta de la existencia
y nos atropella.
Mientras sucumbimos,
recuerdo preñado de ti,
nos anunciamos roca que se te une
para acallar los infortunios futuros y ajenos.
*De Frontera interior, 1994.
El siguiente es un poema que, con ese nombre, dedique precisamente a ese cerro:
TERESONA
Amiga fiel, Teresona,
desde el aparente
desdén de tu nombre
alabo
tu inconmovible estar.
Eres lo más constante que conozco
desde las tempranuras de mi infancia
la montañización de la constancia
y la manera más pétrea de ser fiel.
Tu feliz cobijamiento de casuchas
me permite creer que la pobreza
es un piojo insolente que soportas
porque tu ternura es capaz
de
no
moverse;
quiero ser como tú, mil, dos mil años,
para entender en piel que es la paciencia.
Asolearme el rocoso lomo,
tejer pacientes forestales
cuitas
y
demandar
un
sitio
para
mi
desventura
con esa dignidad tan plena que tú habitas.
Teresona, nombre de mujerona
de celestial burdel,
madrota de la historia de Toluca:
partera humilde,
silente compañera,
rocosa comadrona
de los niños que fueron despojados de sus redes.
Antesala del templo de Coltzin:
rezandera callada,
adivinadora sagaz
de tanta luminosidad
jugando a ser argamaza
onírica
de la herrumbre mortal.
Sólo tú sabes, niña elefanta sacerdotisa
valiente portadora de las señales y enigmas que nos condenan:
lo pobres que estamos aquí en la tierra
temblando hiel y soportando hormigas
alimañas ponzoña que destilan nuestros poros.
Nadie,
o muy pocos,
conocen como tú la grandeza del alma y
la gigantesca pesadumbre y pobreza de nuestros espíritus.
Desde la altura observas, de soslayo,
cómo transcurre el sueño de los hombres,
sus pesadillas te llevan a la franca sonrisa
y sus ilusiones al llanto
que disimulas
maternal
recordándote piedra sobre tierra
tierra sobre piedra, verdor, amarillez, aridez fértil:
una imagen del mundo
material
que
se
sabe
cordura y tristeza
melancolía
y
sed
por los siglos
de
los siglos
venideros
de
tu
estancia
con
nosotros
y
con nuestras
fértiles
ausencias.
Enamorada del Xinantécatl
cantas nada
juegas
con nuestra vida
y
nuestras concepciones
de
tu imagen
y
de la vida misma
que pasa rodando sobre nosotros
en la cuesta de la existencia
y nos atropella.
Mientras sucumbimos,
recuerdo preñado de ti,
nos anunciamos roca que se te une
para acallar los infortunios futuros y ajenos.
*De Frontera interior, 1994.
martes, 3 de mayo de 2011
Red Literaria del Sureste - México, Nuestra América: Crónica para un “ratón conspirador”
Red Literaria del Sureste - México, Nuestra América: Crónica para un “ratón conspirador”: "Visita de Raúl Cáceres Carenzo en el “pueblo de su infancia” Por Miguel Ángel Kú Mis Conocí al maestro Raúl Cáceres Carenzo en el año 2..."
domingo, 1 de mayo de 2011
MISTERIO
.
Nunca sucede nada en nuestra casa.
Todo se encuentra en orden, sosegado,
la piel ya es media piel de aburrimiento,
desplomadas las almas ya no vuelan
y resulta inasible la existencia.
Nunca pasa más nada en esta vida,
sólo la vida pasa; nunca a tiempo
vemos vibrar cometas en los ojos;
ni oímos el el cristal fino del sentimiento;
jamás hacemos caso del secreteo
del viento, potente, lleno de augurios,
ni gozamos su roce en medias caras
llenas de medios besos aplazados.
Jamás nos pasa nada entre las manos
cerradas al misterio que se escapa
junto a la vida misma que nos pasa
como si nada pasa en esta casa.
Primera estancia
Todo cabe en un cuenco de la mano extendida:
hasta el amor que asoma por un suspiro ajeno.
No caben, pero sirven, los mortales aullidos,
el rechinar de dientes, la crispazón de nervios;
el dolor de ausentarse de los brazos queridos
apenas se parece al desierto paisaje o a los
árboles yertos o a los ríos desecados o a los
sombríos batracios entre dos mundos fríos.
Caben, en cambio sí, los besos más sinceros,
los terrores insomnes por aprehender aquello
cuya naturaleza llama a jamás tener jaula;
cabe el misterio mismo vuelto son, metáfora
que grita las voces de la selva, gemidos
erotizados que braman en los montes.
En aquella primera de las albas humanas,
apalabrados ya, supimos que callamos.
Segunda estancia
Zarpazos con la voz, codazos con los ojos,
la ternura no anida cuando faltan palabras.
El tedio llueve a cántaros mientras enmudecen
los filosos cardúmenes de palabras:
No hay con quién hablar, ni a quién
decirle nada sobre el fuego y la lluvia.
El tedio gana todo mientras dos flores,
en silencio, son germinadas por un colibrí.
Tercera estancia
Museo de ruinas son mi estirpe y mi pecho;
legión de sufrimientos, enjambre de desdicha,
la esperanza. Todo el dolor habita el horizonte.
Una corteza cerebral en llamas, Prometeo:
saber cuesta más, mucho más de lo supuesto.
Conocer es desdicha y amargura. La conciencia
danza con un tridente y pincha hasta dañar
la gracia, la sonrisa, la fuerza y el futuro.
Mirar atrás supone no pronunciar los nombres
de los ancestros tenues, fantasmas vacilantes,
que soñaron andar caminos con espinas
y abrojos para sembrar paraísos de herencia.
La verdad sabe a sangre. Tiene cara sin rostro.
Cuarta estancia
Los sueños son regalo de los dioses
que nos sueñan a veces sin cuidado.
Ya no quiero soñar sueños ajenos
porque a tanto soñar los siento propios;
y no quiero que luego me reclamen
que esos sueños soñados no son míos,
cuando a tanto soñarlos ya me viven.
Vivo en los sueños propios aunque
algunos de ellos primero no eran míos.
Habito de puntitas, silencioso,
otros sueños, sueños de otros,
a hurtadillas.
Un dios sueña a otro dios y todos ellos
fueron soñados juntos, por el Dios primero.
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