Tomas Tranströmer (Estocolmo, 1931) ha respondido a mis preguntas por escrito. No por la moda electrónica de nuestra época, sino porque hace dos décadas que se comunica así con el mundo. Él mismo hará alusión en la entrevista al ictus, el stroke, que sufrió hace unos años. Aquello lo privó del habla, y dejó paralizada la mitad derecha de su cuerpo. Sus lectores siguen asombrados y desconcertados porque el propio poeta había publicado varios años antes unos versos que anunciaban una hemiplejia. Está reconocido internacionalmente como alguien que pone absolutamente al día las antiguas funciones del poeta.
Pregunta. Es muy horaciana su percepción del hielo y la nieve, en la medida en que propician el apartamiento. ¿Sigue usted reclamando diez minutos de soledad poética para inaugurar el día y clausurarlo?
Respuesta. Ahora, ya cumplidos los 80, tengo tiempo de sobra para satisfacer mi necesidad de soledad. Hoy son otras las dificultades para mi ejercicio de la escritura.
P. La sonoridad de su poesía es un placer. Por ejemplo "barkborrarnas protokoll" suena también rotundo en la traducción: "El protocolo de la termita".
R. ¡El sonido de las palabras me proporciona una inmensa alegría!
P. Imagino que haberse formado y haber ejercido su profesión fuera de la literatura le ha permitido mayor libertad. Me refiero tanto a la creación misma de los textos como a su independencia personal.
R. Siendo joven, reconocí que no podía mantenerme ni alimentar a una familia con la escritura de poesía; de modo que elegí una profesión que no perturbase la escritura, sino que le agregase experiencia. Por esto elegí la profesión de psicólogo, de lo cual nunca me he arrepentido.
P. Ante la fragilidad económica de Europa, ¿podemos pensar en una poesía europea, con independencia de los idiomas?
R. El poema va a depender siempre de la lengua en que nació. Pero tal vez en el futuro va a ser más fácil para el poema atravesar fronteras.
P. El sueño (de dormir) y los sueños (de soñar) son constantes en su obra. No ha tenido miedo a ver en el despertar una resurrección. ¿Es el poeta el que mejor puede convertir el sueño o los sueños en lenguaje?
R. Un poema no es otra cosa que un sueño que yo realizo en la vigilia. El sueño y el poema vienen de la misma persona. Tienen algunas leyes compartidas. Tengo una relación de mucho amor con el sueño. Me voy a la cama como si fuese a una fiesta. El despertar es casi siempre una desilusión.
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