lunes, 25 de julio de 2016

VAMOS, Benjamín Araujo Mondragón

VAMOS

Vamos pues, tú y yo, 
cuando la tarde contra el cielo se tiende
como un anestesiado sobre una mesa;
vamos, a travpes de esas calles medio desiertas,
los murmurantes refugios de noches sin descanso
en baratos hoteles y restaurantes con aserrín y conchas...

T. S. Eliot en La Canción de amor de J. Alfred Prufrock (1917)

Caminemos, un paso y otro paso.
No dejemos que el tedio nos domine
mandamos al carajo a todo mundo
y enlodemos de amor
nuestras paredes.

Vamos, andando, vamos, abramos
esos hoteles aún no inaugurados
convirtamos en templos los burdeles
y gocemos en paz con tu sonrisa
de luna llena y tus piernas sobre
mis hombros; vamos, ¿qué esperas...?
Vamos. No pares que la muerte nos
llega y nos asalta por paredes sin tedio
con música muy suave, digna de ser
escuchada en otras vidas que no sean
las nuestras de opresión y miedo.

Vamos, vamos, no pares ¿qué te ocurre?
¿No puedes más? No me desanimes,
temo caer en esa maraña de desesperanza
en que se ha convertido tu descanso
y
mi tedio; ¡fascinerosos: vamos, vamos...
vamos...! 

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