sábado, 18 de septiembre de 2010

Ave María - Schubert...Catedral de la Almudena - Madrid

EL SALVADOR **

** Escrito en 1976.


De vómito

el actor el burócrata el ciudadano

alimentan la vida


Para otros

que en la noche vestimos nuestras carnes

el amor el vino más amor

y la vida sin lata

cortada de esquinas...


aceras

lluvia...


...y sueños

el alimento

es también la vida


Así

en-medio-de-la-mascarada

y son las siete

y sales disparado

el trabajo hace al hombre


corre y cobra quincenas incompletas

y tus hijas

y el futuro

de México

el de Brasil

nunca el de Cuba...


Así

pasan los días

se nos pasan las vidas...

de otros

y las propias...

se nos pasa

la vida


Pero al calor del beso y la metralla

de una embriaguez total

de borrachera

y sueño...

...que despierto...


En El Salvador

trozo de patria

latinoamericana

nace un niño

seguro...

...varón o dama...

...hembra o macho...

ser humano seguro

con futuro

como que aquí

enmedio

de este vómito

de ciudadano-burócrata-actor...


...lo signo

y sello...

Bach Under The Stars: Air on the G String BWV 1068

AL FONDO DE LA EDAD, LA LUZ DE LA POESÍA *

En un principio era el verbo. Pero, en esos inicios primigenios del todo, no existía aún el recuerdo ni la experiencia. Sólo después de remontar el laberinto temporal, ganamos en recuerdos. Del verbo, y de los recuerdos, nace la poesía. Es la memoria, pues, un himno al verbo, principio y causa de todo lo que habitamos.

Raúl Cáceres Carenzo es el yucateco más toluqueño que conozco. Desde siempre —es posible aseverarlo— este hombre se supo poeta. Hay llamados ineludibles. En este caso, la poesía y el teatro se fundieron para convertirse en un remolque existencial. Así fue y ha sido a lo largo de las siete fructíferas décadas que apenas el pasado 7 de mayo cumplió Cáceres (justo en un aniversario más del fallecimiento del poeta José María Heredia y Heredia). Y ha jalado Raúl de ese modo, contra viento y marea, en su admirable tráfago de avatares burocráticos, como bien lo sabemos sus amigos y confidentes.

La vocación es así. No repara en tropiezos. Se opone a todo freno o atadura; vence todos los obstáculos. Una prueba de ello es, ahora, Luz de fondo, poemario que aparece poco más de un año después de la edición de la obra antologada de Cáceres Carenzo. Sale a la luz por el empecinamiento del autor y por la complicidad de otro poeta, en este caso convertido en editor, Pedro Salvador Ale (el más toluqueño de los argentinos que conozco), líder y fundador de la editora que hizo posible esta publicación.

"Mira arder las cosas / en la voz de estos ojos", expresa Raúl Cáceres Carenzo. Esa invitación, que es un señalamiento y una súplica al mismo tiempo, nos arrastra a la zona sagrada de la poesía. En otra parte del poemario, el autor advierte: "Mas si abre / el alma / los ojos / en tus ojos / verás crecer / las manos / las alas / los deseos / del Ser". Quizá para recordarnos que El Ser es una presencia imprescindible, parte de la poesía misma, y también para anunciarnos que cuando "La luz entra en el mundo: / con las voces del día / va confesando Dios / su humana forma."

Desde el momento inicial de nuestro encuentro con el poeta, Raúl mostró signos de su marca existencial, en todos sus movimientos. No se trataba sólo de un loco, que algo hay de eso en todo poeta verdadero, sino de algo más: una suerte de misión específica legada por la sangre, desde la herencia más profunda de la cultura maya.

Para ser congruente con ese legado, Cáceres Carenzo expresa en esta obra una profundidad que abisma al lector. No se trata —el poeta nunca lo ha hecho— de sólo jugar con las palabras, sino de entregar al lector una misión sustentada en el lenguaje; se trata de hacerlo cómplice en este viaje por el mundo. Complicidad que es, en un solo movimiento, reflexión, rabia, burla y deseos de cambiar todo desde lo esencial. Por eso, no es extraño leer en "Sortilegio":

Hay voces, hay costumbres…
Se cae de madura alguna estrella.
Existen ciertos mundos, ciertos mares
removiéndose como árboles o nubes.

Hay sombra donde espero tu luz.
Ahí el silencio alumbra íntimas horas.
Urde el día en mi voz un hilo de oro
y toco los abismos con tus manos.
Hay la tarde en tus ojos. Te conjuro:
Recobrar la armonía, la presencia
de la vida y la gente… Así camino
por las veredas que tus ojos abren.

Miro desde tu rostro la fragancia
de los días que pasan.
Todo viene de ti. Todo me habla
en la voz con que inventas mis amores.

Estoy pensando en ti.
Está mi ser reunido
—palabra por palabra—
en tu oído:
Llamándote.
[…]


Hay en este libro, Luz de fondo, un cúmulo importante de homenajes, recuerdos, evocaciones y dedicatorias. Así, es posible identificar con meridiana claridad a quienes son citados con obvios motivos de evocación plausible: Rainer Maria Rilke, san Juan de la Cruz, Nezahualcóyotl, Francisco de Quevedo, Ramón López Velarde, Arthur Rimbaud, Mallarmé, José Martí, Alberto Cervera Espejo, Jorge Guillén, Pedro Garfias, José Emilio Pacheco, Eduardo Lizalde, Saint-John Perse, Gaston Bachelard, Albert Einstein, Albert Camus; así como, la Biblia y el Popol Vuh; también, el padre, la hermana, una hipotética tía y un gato que de algún modo evoca a todos los gatos.

Mediante esa lista de recordaciones, el autor multiplica las posibilidades de comunicación con los lectores invisibles, pues en cada caso torna personal, individual, el llamado. Su palabra es cálida, tersa, confiable; pero, por igual, puede ser dura, como una piedra dispuesta a propiciar el tropiezo ante la menor posibilidad de duda. Se trata —ahora lo sabemos— de una cacereana teología dispuesta en acuerdo con lo inmediato y lo infinito, al mismo tiempo. LC

*Texto publicado por el autor,
Benjamín Araujo,
en la revista "La Colmena"
de la Universidad Autónoma del
Estado de México,en ocasión
del cumplimiento de 70 años
del poeta Raúl Cáceres Carenzo.

"River Flow" Medieval Hammered Dulcimer Music by Dizzi

1. s o ñ e m o s GENERACIÓN TRIP

sábado, 11 de septiembre de 2010

José Saramago (1922-2010)

HOMENAJE A JOSÉ SARAMAGO

(1922-2010)

In Memoriam


Maestro de maestros,

predicador de textos

y verdades;

has emprendido el viaje

confortable,

más largo y

más extenso

de tus andares.



Te haz enfrentado

con El Hacedor,

al que negaste

tres veces siete

ó siete veces tres:


Te recibió

con bombos y platillos.



Una pléyade de lectores

alados

te acompaña.



Señor de las cegueras

más lúcidas;

predicador del Evangelio

según Tumismo,

acompañador de las viscicitudes

humanas

del siglo XX/XXI.



Eres eterno;

eso dice tu obra.

Acompáñanos siempre

con tu bondad

desparramada ya

en tus libros.

John Coltrane :: Alabama :: Jazz Casual

M I S T E R I O

Nunca sucede nada en nuestra casa.
Todo se encuentra en orden, sosegado,
la piel ya es media piel de aburrimiento,
desplomadas las almas ya no vuelan
y resulta inasible la existencia.

Nunca pasa más nada en esta vida,
sólo la vida pasa; nunca a tiempo
vemos vibrar cometas en los ojos;
ni oímos el el cristal fino del sentimiento;
jamás hacemos caso del secreteo
del viento, potente, lleno de augurios,
ni gozamos su roce en medias caras
llenas de medios besos aplazados.

Jamás nos pasa nada entre las manos
cerradas al misterio que se escapa
junto a la vida misma que nos pasa
como si nada pasa en esta casa.






Primera estancia

Todo cabe en un cuenco de la mano extendida:
hasta el amor que asoma por un suspiro ajeno.

No caben, pero sirven, los mortales aullidos,
el rechinar de dientes, la crispazón de nervios;
el dolor de ausentarse de los brazos queridos
apenas se parece al desierto paisaje o a los
árboles yertos o a los ríos desecados o a los
sombríos batracios entre dos mundos fríos.

Caben, en cambio sí, los besos más sinceros,
los terrores insomnes por aprehender aquello
cuya naturaleza llama a jamás tener jaula;
cabe el misterio mismo vuelto son, metáfora
que grita las voces de la selva, gemidos
erotizados que braman en los montes.

En aquella primera de las albas humanas,
apalabrados ya, supimos que callamos.


Segunda estancia

Zarpazos con la voz, codazos con los ojos,
la ternura no anida cuando faltan palabras.

El tedio llueve a cántaros mientras enmudecen
los filosos cardúmenes de palabras:
No hay con quién hablar, ni a quién
decirle nada sobre el fuego y la lluvia.
El tedio gana todo mientras dos flores,
en silencio, son germinadas por un colibrí.




Tercera estancia

Museo de ruinas son mi estirpe y mi pecho;
legión de sufrimientos, enjambre de desdicha,
la esperanza. Todo el dolor habita el horizonte.

Una corteza cerebral en llamas, Prometeo:
saber cuesta más, mucho más de lo supuesto.
Conocer es desdicha y amargura. La conciencia
danza con un tridente y pincha hasta dañar
la gracia, la sonrisa, la fuerza y el futuro.

Mirar atrás supone no pronunciar los nombres
de los ancestros tenues, fantasmas vacilantes,
que soñaron andar caminos con espinas
y abrojos para sembrar paraísos de herencia.
La verdad sabe a sangre. Tiene cara sin rostro.



Cuarta estancia

Los sueños son regalo de los dioses
que nos sueñan a veces sin cuidado.

Ya no quiero soñar sueños ajenos
porque a tanto soñar los siento propios;
y no quiero que luego me reclamen
que esos sueños soñados no son míos,
cuando a tanto soñarlos ya me viven.

Vivo en los sueños propios aunque
algunos de ellos primero no eran míos.
Habito de puntitas, silencioso,
otros sueños, sueños de otros,
a hurtadillas.

Un dios sueña a otro dios y todos ellos
fueron soñados juntos, por el Dios primero.


Benjamín Araujo, autor
(derechos reservados).

Saboreando... a mi manera

sábado, 4 de septiembre de 2010

POEMAS DE BAAM

SALTIMBANQUI


Va por las piedras trasmontando
ocupa su soledad de vidrio
en despreocupados giros.

Vacila si observa la mirada
acuciosa de los niños
pero deja que sus brincos,
sus saltos, sus retozos,
terminen en cosquilla
irreprimible
para los chamacos.

Sabe poco de placeres
pero gira,
de desventuras
casi nada,
pero rueda;
transmite la claridad
perfecta de un lucero terreno
que vino a aterrizar
en el planeta
para rodar,
irremediable
gustosa
alegre
viciosa
obsesiva
mente.
La luna alguna vez
jugó con ella
y en otra ocasión
fue el alter ego
del sol:
un día de depresión
del astro rey
en que mirándola dormir
lo enamoró.

Rondines y rondines
cuesta abajo,
brincos,
saltos,
figuras
en terrenos
muy planos,
completan
este gasto gustoso
y ese gusto gastado
de ser canica,
nada más
y ya.




MORBIDEZ

Honda la cara de verte;
verde el mirar de advertirte;
amplias las manos
por en el gozo tenerte;
hasta buscarnos ufanos
en ese día de la muerte.

A veces creo presentirte,
otras no puedo mirarte;
busco y no estoy:
este desastre es muy fuerte
por amanecer, ya, hoy,
con la certeza de muerte.

Bronca vida, amor celeste;
nacer con estrella en frente;
todo siempre es claroscuro
porque la vida es la muerte
aunque todo sea impuro
y todo ser disolvente.

Campiñas miro yo al verte;
camposantos al perderte;
llanos y lomas si duermo,
ajeno a que he de perderte
en este existir enfermo
que amar y eternecerse.
Doblado frente a la muerte
declaro amar el perderte,
pues llego al haz relativo:
la luz por siempre sonriente,
sustantivo es adjetivo
y un pronombre suficiente.


















LA NOCHE

Sobre la yema de los dedos
se sostiene la noche
aérea y enorme.

Carlos Pellicer


Pesada la tarea, cotidiana y doméstica,
llega a posarse en los hombros, la noche
simple y negra, ruda pero relajada;
no admite réplicas, es plena y nunca vana.
Tiene grises los ojos, las manos flacas,
la sonrisa tranquila, muy cansada la pose
y hay fuerza en su mirada, sutil y clara.
La noche espera todo, pero anida en nada;
clama por los finales, pide recuentos.
Asoma a hacer, cual flores, esperanzas,
promete amaneceres, carga placeres,
oculta impaciencias y nunca desespera.
Espacio palpitante, de una sed insaciable,
goza con el declive de los días y sus seres,
nunca se adelanta, puntual, fina, sencilla:
abre sus puertas para que todo quepa;
ocukta crímenes, acosa a incansables;
no le teme a las predicciones y adelanta
finales indecisos o plenitudes invisibles.
Es la noche un trozo de silencios embozados,
un espacio para el ladrar de perros escondidos,
una casa en ruinas y un collar de horas, para
contar en sueños y abrazar en pesadillas.




























PROSAPIA



En el momento justo de la hoguera,
tus voces me reclaman más acento.
Pienso que desbarranco, y no miento,
cuando miro trazar a ti la hoguera.

Quiero tener la prisa en la frontera
del firmamento fiel que es tu tormento.
Para anunciar que soy a quien tú quieres
y que no lo predicas falaz, como una fiera.
























EMIRET

Dame la luz del alba,
para decir tu nombre
de golpe,
lentamente;
y dame la claridad
que tienen tus ojos
y la lluvia,
para ser oportuno,
claro,
fresco,
cuando te hable.

Quiero tener a puño,
en la garganta,
la sensación del alba
cuando se abre,
la de tus ojos claros
si me miran,
y la del río tranquilo de montaña
para buscar a Venus
en tu monte,
y desmontar la vida,
armarla y desarmarla,
para amarla,
en tu sexo de lluvia.

...y más sombrío que ahora
o que mañana,
correr
a refugiarme entre tus senos,
a llorar como un niño asustado,
por perder,
por perderme,
la soledad amiga,
cuando te amo.











ESCUCHAR

En la voz de los pájaros hay cosas
que tú y yo
que nosotros
jamás entenderemos

Hay rumores al viento
que sólo el viento
deja flotar en veces
para que las grandes verdades
se descubran solas…



























INSENSATEZ
________________________________________
Hubo una noche, por más que no se crea,

en que mi corazón no me creía.



Imaginen ustedes, dantesco cuadro, yo,

mi persona, mi-mismo, insensato,

con profunda pérdida de credibilidad.



Sufrí esa noche, y a la mañana siguiente;

era una pesadilla atroz. Y ya en la vigilia,

no sólo era un mal sueño, sino un presagio.


Costó mucho trabajo, pero corregí el mal.


No fue sencillo, así ustedes lo imaginen;

sólo fue asunto de usar argucias

de todos los días: me engañé...y ya estuvo.
________________________________________











SEÑORA ENLUNADA

En puertas canceladas
que conducen
a terrenos de luz
algodones de sombras

En ventanas abiertas
poseídas
por el don finito
terciopelos de nada

Por paredes y techos
escurriendo
más lenta que la fiebre
la señora de las lunas
apareceres de ausencia
dando tumbos
trastabilleo y malabar
inscribe señales
y cae al piso

Se arrastra por momentos
grita sospechas de presente
y descarga serpientes de pasado
para anunciar atardeceres





¿Se arrastra la dueña de la noche
o nosotros volcamos
nuestro vaso de ausencia
a tanto inventarnos eternos?

El augur se hace dueño
y posterga
puertas ventanas techos y paredes
para darnos
el suelo
e inscribir en las frentes
nuestro sino

Generaciones
se reúnen en asamblea de sangre

Se mezclan quienes fueron
con los que son
y escuchan a los negados
que no han podido estar
ni ser
a golpe de imposibles

El corazón se agota
y sueña que es palabra
su onirismo se inventa
en papel para cartas






La señora se enluna
cohabita
con paisajes y espejos
tejidos en hilo
de soñar
y convierte
allá
en sus terrenos
a la asamblea
en cosecha
y a las cartas
en epitafios mudos

Todos
solos
a fuerza
de estar juntos
crecemos
a la muerte

Salta el sapo cantor
y dicta:
No se puede creer
la muerte de los que
aman
tampoco es verdadera
la vida
de los que
no lo hacen





La cúpula del mundo
se vuelca
y grita oscuros
se renace instrumento musical
se entrega al gran sapo

La señora se oculta
lanza una gran sonrisa
que vuelve
montañas y horizonte

Todos
asamblea de nómadas
bebemos
y amamos

Para ir a la montaña
que se vuelve sonrisa
enlunación señora
huella en la sangre
marca del sueño
cosmos en otro cosmos
y gotas de mirada sin párpado

Ghost: la sombra del amor en español