miércoles, 30 de marzo de 2016

EL SUEÑO DE LOS ÁRBOLES, Jorge Esquinca

Olvidé contarte el sueño de los árboles.
En él, los árboles de la calle en la que vivo
habían sido talados por hachas invisibles.
Y las rejas, los balcones, los cables de la luz
estaban salpicados de pájaros
— como en la película de Hitchcok.
Luego de mi alarma ante esa radical modificación
del paisaje familiar, me asaltó una congoja:
¿Cuál habría de ser la suerte de todos esos pájaros
desalojados, huérfanos de casa?
Recuerdo, justo ahora que te escribo, una escena distinta.
Ciudad de México, mediados de los años ochenta.
Caminábamos conversando, siempre a tu modo,
deteniéndote aquí y allá,
                                                                cortando el ritmo
de la caminata, nunca el hilo de tu plática,
como quien distribuye los puntos y las comas
necesarios para un texto que nunca escribirá.
Como surgidos de la nada,
nos rodeó una cuadrilla de perros callejeros.
Colmillos desnudos y hocicos estridentes.
Estaba a punto de echar a correr
cuando me advertiste: “no te muevas.”
Acto seguido, te adelantaste hacia la turba
y le tendiste tus manos.
                                                     Cesaron los ladridos
y un minuto después aquellos vándalos
te lamían las manos. ¿Lo recuerdas?
Sin salir de mi asombro, algo te dije luego
sobre el pobre de Asís y el hermano lobo.
Quizá, en homenaje a esa lección tuya,
durante mi reciente sueño de los árboles,
justo una semana después de tu asesinato,
extendí a palma de mi mano izquierda.
No tardó en posarse un pájaro pequeño,
de vivísimos colores. “Tiene hambre”, pensé,
y al darme vuelta estaba en el corredor
de la casa de mis abuelos en Santa María la Ribera.
Caminé entonces hacia la alacena
donde mi abuela guardaba el alpiste de los canarios
y en su lugar encontré un costal repleto
de nueces demasiado grandes.
                                                     Me detuvo una voz:
“Escoge sólo las semillas más pequeñas”.
Me despertó el insistente timbre del teléfono.
Era de madrugada y al tomar la bocina
no habia nadie en la línea. No había siquiera
línea, pues aún dormido, había descolgado
el otro teléfono que tú, hace unos meses,
en un gesto entre irónico y divertido,
me enviaste desde Toluca y que yo
—sin tener donde conectarlo— había puesto en el pasillo.
Nada me cuesta creer que la voz de mi sueño
era la tuya.
Voy a poner el teléfono en la mesa
de noche, por si quieres volver a llamar.
                                                    (in memoriam Guillermo Fernández)

[Jorge Esquinca, “El sueño de los árboles”, Teoría del campo unificado, Bonobos, 2013]

LOS ESCRITORES QUE MEZCLARON MUSAS, ALCOHOL Y DROGAS, Miriam (La Vanguardia/ Barcelona, España)

Los escritores que mezclaron 

musas, alcohol y drogas

  • Consumían sustancias adictivas para aliviar los síntomas de la ansiedad y la depresión, además de buscar iluminación espiritual
Los escritores que mezclaron musas, alcohol y drogas
El escritor Charles Bukowskias era conocido por su afición al alcohol (Chris Felver)
Relajado y con los párpados pesados, un hormigueo recorre su cuerpo y el sentido del tacto aumenta. Son los efectos del opio. Los que experimentaba el célebre escritor estadounidense Edgar Allan Poe. Considerado uno de los maestros universales del relato corto, se sumó a la lista de escritores relacionados con sustancias adictivas para aliviar la depresión y laansiedad. De los efectos de este narcótico surgieron, entre otras creaciones, sus cuentos de terror.
A lo largo de la historia de la literatura han sido muchos los autores que han buscado una realidad alternativa para encontrar la inspiraciónconvirtiendo las drogas o el alcohol en sus musas. Este mes Olivia Laingha lanzado en castellano El viaje a Echo Spring de Ático de los Libros, una novela que recoge el ejemplo de seis autores alcohólicos y que busca responder al por qué de su adicción.
Pocos novelistas escribían en estado ebrio
“Crecí una familia alcohólica y necesitaba entender no solo el alcoholismo en sí, sino el efecto que había tenido en la literatura” explica Laing en una entrevista a La Vanguardia.com. “Elegí seis autores cuya obra me encantó y que estaban conectados de alguna manera. Hemingway y Fitzgerald eran amigos, como Carver y Cheever. Cheever estaba obsesionado con Fitzgerald, Berryman y Carver se mostraron muy interesados en Hemingway, Williams y Hemingway se conocían entre sí y Williams escribió una obra de teatro, Clothes for a Summer Hotel, sobre Fitzgerald. Así que había una gran cantidad de intersecciones en las que pensar.”
El por qué de su alcoholismo
La autora explica que estos novelistas tuvieron una infancia infeliz y similar. “Todos sufrían ansiedad social y depresión, y parece que buscaron la salida en la bebida. Pero el alcohol es una sustancia adictiva y el alcoholismo una enfermedad progresiva. Y luego están las tensiones particulares de la vida de la escritura: el escrutinio público, la crítica, la necesidad de mantener el ritmo de trabajo.” Según Laing, muy pocos de estos novelistas escribieron en estado ebrio. “Bebieron en otros momentos del día para aliviar la presión de sus vidas, pero no para estimular la creatividad.”
Su libro se centra “en la masculinidad americana y el papel que juega en la necesidad de beber”. Aunque, por supuesto, las mujeres también beben. “Escribí un largo ensayo para The Guardian sobre el tema”, explica Olivia. “Jean Rhys, Elizabeth Bishop, Marguerite Duras y Patricia Highsmith eran alcohólicas”.
Otros escritores que sucumbieron a las drogas o el alcohol
Jack Kerouac fue un escritor pionero de la Generación Beat, marcada por el uso de las drogas. Sus viajes bohemios, las drogas y el sexo perfilaron el carácter de su recorrido literario, que llegó a su punto álgido con On The Road (En la carretera, 1957). Su alcoholismo le provocó una prematura muerte a los 47 años.
La década de los 80 guió a Stephen King por un camino turbulento. En 2013 el novelista reconoció en una entrevista sus problemas con el alcohol: “Me tomaba una caja diaria de cerveza, 24 o 25 latas”. “Tomé todo lo que pueda imaginarse. Cocaína, Valium, Xanax, lejía, jarabe para la tos… Digamos que era multitoxicómano. Lo malo es que entonces no había programas de ayuda”, admitió el autor.
Las propiedades alucinógenas de la mescalina influyeron en el proceso creativo de Jean-Paul Sartre, en concreto en su libro La náusea (1938). Esta droga hizo que el filósofo y novelista francés viera durante varios años crustáceos. Además, era adicto a las anfetaminas: las consumió durante 20 años.
Las drogas acercaron a Charles Baudelaire al ideal que tanto ansiaba. El poeta pretendía evadirse de la realidad y se refería a sus experiencias como “[el] estado excepcional del espíritu y los sentidos que puedo sin exageración llamar paradisíaco, si lo comparo con las pesadas tinieblas de la existencia común y cotidiana”.
“Es una de las mentes más brillantes de Inglaterra”, decía Baudelaire sobre Thomas de Quincey. En la autobiográfica Confesiones de un opiómano inglés el autor confesaba su relación con dicho narcótico, que empezó a consumir en 1804 para aliviar los síntomas de una neuralgia. Perdió el control de las dosis y se enganchó.
-”¿Qué opina de las drogas?”
-”¡Oh! ¡Mi tema favorito!”, respondía Charles Bukowski con un cigarro en la mano y tras un trago de cerveza, en una entrevista. “Soy anti drogas. Son muy mal camino. Si tienes que ser algo, sé un alcohólico”, aseguraba. “Si no hubiera sido un borracho probablemente me habría suicidado hace mucho tiempo. El alcohol te ofrece la libertad de soñar sin la mortandad de las drogas.”

SOBRE MEDIO AMBIENTE, Mariluz Reyes (Cuba)



SOBRE MEDIO AMBIENTE

En el rumbo de la historia
 sabemos que cambia todo
pero no es lozano el modo
con que cambia nuestra noria,
es mucho el polvo y la escoria
que oscurecen sus espejos,
se disgustan los conejos
se mueren los tomeguines,
yo no sé si a los confines
emigraron los cangrejos.

Hoy se busca con un lente
a la versátil perdiz
y no tiene la nariz
el olfato suficiente:
ni el sabueso ni el teniente
encuentran el mono ardilla,
un porrazo en la costilla
ha dado en los Pirineos
la cabra…¡se fue en trineos
junto a la liebre más pilla…!

La mariposa monarca
es invisible cual duende
el oso pardo la entiende
y la sigue a otra comarca,
buscan al menos la charca
que les dé los renacuajos,
las algas, peces, hierbajos…
para continuar con vida
pero encuentran enseguida
los gigantescos atajos:

Hay regiones sin ozono
están los bosques en llama,
qué feo está el panorama
donde grita atroz un mono,
nos dice que el abandono
es tan grande que se agrieta
el alma humana, el planeta
y hasta el cielo en su aluvión
es amargo cual limón
como anunciara el profeta.

Sin medida el desarrollo
nos pega fuertes somantas,
la presa de tres gargantas
en China es serio meollo,
porque afecta en tal embrollo
el bello río Yangtsé
pero no pierden la fe
de encontrar buena salida
para decirle a la vida
que no hay error ni traspié.

Entre Bolivia y Perú
está llorando un curaca
porque el lago Titicaca
es víctima del grisú.
Más llora cuando un vudú
busca trance en su mollera,
y le advierte la tijera
que va partir esta fuente
hasta morir lentamente
porque el podre no tolera.

En el club ecologista
buscan un brazo de atlante
para que al mundo levante
en tan agitada pista,
es cierto que va egoísta
el hombre con su mortero,
por la fama y el dinero
sin mirar atrás los daños
ni obedecer los regaños
del Cid que camina austero.

 El Cid más bueno del mundo
lanza un grito colosal,
quiere salvar la moral
y el planeta moribundo.
Como lucero fecundo
en la cumbre de Bruselas
rescata firmas y estelas
del protocolo de Marco
y vuelve alumbrar el arco
de sublimes acuarelas.




 Marco: (CMNUCC) Es la Convención de las Naciones Unidas sobre cambio climático.

Yangtsé: el río más largo de la China.



Mariluz Reyes