jueves, 28 de noviembre de 2013

ME SIGO Y ME SEGUIRÉ ACORDANDO, Marco Glantz

Me sigo y me seguiré acordando
Margo Glantz
M
e acuerdo de que me gusta mucho la palabra procrastinación, actividad en la que descuello.
Me acuerdo de un día de sol en que escuchaba el Estudio revolucionario de Chopin.
Me acuerdo de una ciudad casi sin automóviles, el aire sereno, azul.
Me acuerdo de que ayer hubo una inundación y hoy sólo un lento goteo.
Me acuerdo de que me encantaba quejarme y de que me quejo a diario.
Me acuerdo de que en Rusia persiguen a los disidentes y le dan asilo a Snowden: el oxímoron político por excelencia.
Me acuerdo haber leído varias veces el Primero sueño de Sor Juana.
Me acuerdo de que cuando viajo no tomo fotografías, escribo diarios.
Me acuerdo de que me gustaría que mis quejas fueran oídas, en este país donde hay causas, pero no efectos.
Me acuerdo de una foto de los años 80, me veo muy guapa.
Me acuerdo de que las redes sociales son el panóptico cibernético desde donde nos espían y, sin embargo, no puedo dejar de tuitear.
Me acuerdo de todas las veces que el volcán Popocatépetl estuvo a punto de hacer erupción.
Me acuerdo de que cuando niña no me daba cuenta de que había volcanes.
Me acuerdo de que hoy es viernes 12: afortunadamente no es viernes 13.
Me acuerdo de que Georges Perec hacía crónicas de lo infraordinario.
Me acuerdo, o mejor, caigo en la cuenta, de que a Joe Brainard y a Georges Perec les hubiera gustado tuitear.
Me acuerdo de que lugar de luchar contra el ángel, lucho contra mi iPad.
Me acuerdo de que mejoré el poema de Neruda:... es tan largo el amor y tan corto el olvido: wishful thinking.
Me acuerdo de que el 10 de julio de 2013 se cumplieron 25 años de la muerte de Enrique Lihn.
Me acuerdo de que en Chile compré las obras completas de Nicanor Parra.
Me acuerdo de que hoy estoy en otra cosa y se me olvida tuitear.
Me acuerdo de que hoy vinieron de nuevo una mariposa amarilla y un colibrí.
Me acuerdo que cuando niña florecían en los muros de las casas los plúmbagos, los huele-de-noche, las madreselvas y que ahora ni sombra son.
Me acuerdo de la belleza de mi mamá, usaba un vestido negro con calados, encajes y una rosa muy blanca prendida al pecho.
Me acuerdo de ese vestido de mi mamá, pero es un falso recuerdo, lo recuerdo porque tengo un bello retrato al óleo, un poco dañado por el tiempo, donde aparece bellísima, así ataviada.
Me acuerdo de que mi papá le trajo a mi hermana Susana una muñeca con cara de Shirley Temple y que me dio mucha envidia.
Me acuerdo que la Shirley Temple de mi hermana tenía puesto un piyama de seda blanca con cintas anaranjadas y un dragón también anaranjado bordado en el pecho.
Me acuerdo de que si no viajo, no tengo futuro.
Me acuerdo de que mi hermana Lilly me odiaba cuando éramos niñas.
Me acuerdo de que cuando nació mi hermana Susana entraba sigilosamente al cuarto donde dormía y le apretaba la mollera.
Me acuerdo de que yo tenía 10 años cuando nació mi hermana Shulamis.
Me acuerdo de que a mi padre le gustaban las flores: mi hermana mayor se llamaba Lirio, yo, Margarita, y la tercera, Azucena. Esa proclividad jardinera nos produjo graves problemas legales.
Me acuerdo de que varios de mis perros murieron y de que los extraño, el Groucho, la Lola la Hilaria. Mata Hari no me importaba tanto.
Me acuerdo que me regalaron una gata que se llamaba Venus. Mi veterinario descubrió que era Zeus.
Me acuerdo que tuve muchos perros, pero se escapaban: la Taiga, el Platón, el Balam...
Me acuerdo de que en Auschwitz había un recinto pequeño e íntimo donde se oían los cánticos rituales del Yom Kipur.
Me acuerdo que en Auschwitz le recé un kaddish a mi hermana Lilly, quien acababa de fallecer en febrero de 2004.
Me acuerdo de que en Auschwitz había montones de anteojos, valijas, dientes postizos de oro, cabellos...
Me acuerdo que en Birkenau no me atreví a comerme un plátano, tampoco una manzana.
Me acuerdo de que se sigue acabando el año.
Me acuerdo de que todas las naciones tienen un ramo de locura.
Me acuerdo que mi mamá decía, ni modo, así es la vida.
Twitter: @margo_glantz


A JOSÉ MARÍA HEREDIA Y HEREDIA, Benjamín Adolfo Araujo Mondragón

Eres una pluma en el viento de nuestra historia,
eres un sollozo de los pueblos que aman su libertad,
eres como una coma en una frase plena y certera;
eres, José María Heredia:
más que una calle,
más que una estatua desaparecida,
mucho más que tus restos nunca localizados...
Has dejado una grande huella en nuestra historia,
¿o debo decir en nuestras historias...?
José María Heredia y Heredia, precoz poeta,
precoz libertador: la mano firme apuntando hacia lo nuevo;
la mano que intocable penetra en los cerebros y escribe
en ellos con fervor, sin miedo, con convencimiento,
con certeza y mucha certidumbre...
¿Cubano o mexicano? Cubano-mexicano, marcas con tus paso
firme camino siempre grandes y nuevos: ¡libertarios!;
precursor de Martí, tanto en las letras como en la historia,
insuperable obstáculo para que no pasen los opresores...
Vives José María, vives ¡¡¡por siempre!!!

lunes, 25 de noviembre de 2013

FÁBULA, Doris Lessing


FÁBULA




FÁBULA

Cuando miro hacia atrás me parece recordar el canto.
Sin embargo, siempre fue silencioso en aquella larga y cálida habitación.

Impenetrables, esas paredes, que creíamos
oscurecidas por escudos antiguos. La luz
brillaba sobre la cabeza de una niña o jóvenes extremidades
estirándose al descuido. Y las voces débiles
se elevaban en el silencio y se perdían como el agua.

Sin embargo, pese a que era tranquila y cálida como una mano,
si uno de nosotros corría las cortinas
una lluvia continua soplaba afuera despreocupadamente.
A veces entraba el viento, moviendo las llamas,
y haciendo que las sombras en la pared se encogieran,
o un lobo aullaba afuera en la noche inmensa,
y sintiendo que nuestra carne se helaba nos amontonábamos.

Pero durante un tiempo el baile continuó—
Esto es lo que me parece ahora:
siluetas lentas moviéndose en calma a través
de charcos de luz como una red dorada sobre el piso.
Podría haber seguido, como un sueño, para siempre.

Pero entre un año y otro— ¿sopló un viento nuevo?
¿La lluvia pudrió las paredes al fin?
¿Los hocicos de los lobos llegaron empujando los rayos caídos?

Fue hace tanto tiempo.
Pero a veces recuerdo la habitación con cortinas
y escucho las lejanas voces juveniles cantar.


Doris Lessing- Reino Unido
Traducción: Silvia Camerotto


*****

FABLE

When I look back I seem to remember singing.
Yet it was always silent in that long warm room.

Impenetrable , those walls , we thought,
Dark with ancient shields. The light
Shone on the head of a girl or young limbs
Spread carelessly. And the low voices
Rose in the silence and were lost as in water.

Yet, for all it was quiet and warm as a hand,
If one of us drew the curtains
A threaded rain blew carelessly outside.
Sometimes a wind crept, swaying the flames,
And set shadows crouching on the walls,
Or a wolf howled in the wide night outside,
And feeling our flesh chilled we drew together.

But for a while the dance went on -
That is how it seems to me now:
Slow forms moving calm through
Pools of light like gold net on the floor.
It might have gone on, dream-like, for ever.

But between one year and the next – a new wind blew ?
The rain rotted the walls at last ?
Wolves’ snouts came thrusting at the fallen beams ?

It is so long ago.
But sometimes I remember the curtained room
And hear the far-off youthful voices singing.


Doris Lessing- Reino Unido
In Fourteen Poems, London: Scorpion Press, 1959


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Hace ocho días, el 17 de noviembre falleció la escritora y poeta Doris Lessing ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2007 a los 94 años de edad.

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Doris Lessing, de soltera Doris May Tayler (Kermanshah22 de octubre de1919 − Londres17 de noviembre de 2013), que publicó también bajo el pseudónimo de Jane Somers, fue una escritora británica, ganadora delPremio Nobel de Literatura en 2007.[

BIOGRAFÍA

Su padre, Alfred, era un antiguo oficial del ejército británico que participó en la Primera Guerra Mundial, en la que sufrió la amputación de una pierna. Se casó con una de las enfermeras que lo atendía, Emily. Trasladados a Persia, hoy República Islámica de Irán, por cuestiones de trabajo, Doris nació allí y cuando ya tenía seis años su familia, atraída por las promesas de hacer fortuna como granjeros en el África colonial británica cultivando maíz, tabaco y cereales, se trasladó a Rodesia del Sur, hoy denominada Zimbabue, y allí pasó su infancia y juventud hasta los 30 años. Sus recuerdos de esa época, según su autobiografía, son ambivalentes: por un lado, la educación estricta y severa de su madre; por otro, aquellos momentos en los que, en compañía de su hermano Harry, disfrutaba y descubría la naturaleza; también se sensibilizó en contra de la discriminación racial.
En lucha constante con su madre, que deseaba ser una dama eduardiana sin poder sostener ese tren de vida en una granja ruinosa, y deseando huir de su autoritarismo, Doris abandonó sus estudios en una escuela de monjas católicas, a los catorce años, y al cumplir los quince se fue de casa y trabajó como niñera. Continuó formándose como autodidacta, leyendo sobre todo novelistas decimonónicos y obras de política y sociología, y empezó a cultivar la literatura; trabajó en varios empleos y con dieciocho años se trasladó a vivir a Salisbury (actual Harare) con un empleo de telefonista; un año después se casó con el funcionario Frank Charles Wisdom (1939) y tuvo dos hijos, John y Jean; se divorció en 1943 y se unió a un grupo de ideas comunistas.
En 1944 se casó con Gottfried Lessing, un exiliado judío alemán que había conocido en un grupo literario marxista y tuvo a su tercer hijo, Peter. Comenzó a trabajar como auxiliar de clínica. Agobiada por sus inquietudes intelectuales y literarias y por el trabajo de ser esposa y madre, se divorció otra vez, aunque conservó el apellido de su esposo para publicar, y en 1949, con treinta y seis años, se trasladó al Reino Unido con el hijo pequeño dejando en Sudáfrica con su padre a los mayores, pues, según indicó años después, no quería desperdiciarse siendo solamente madre. Instalada en Londres, reanudó su carrera de escritora publicando Canta la hierba (1950) y militó en el Partido Comunista Británico entre 1952 y 1956; participó en campañas contra las armas nucleares y criticó ásperamente el régimen delapartheid sudafricano. Pero la revelación de los crímenes del estalinismo en el vigésimo Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética le hizo perder definitivamente todas sus ilusiones ideológicas y abandonó el partido en 1954; es más, al ver a los tanques soviéticos sofocar la Revolución húngara de 1956 en Budapest expuso su desencanto político en su libro Retreat to innocence (1956). En 1956, conocidas sus críticas constantes e implacables, se le prohibió la estancia en toda África del Sur y especialmente en Rodesia. Tras su gran éxito, la novela feminista El cuaderno dorado, de 1962, cuya estructura se presenta también como innovadora, siguió escribiendo narrativa y llenó el vacío que en su existencia había dejado el materialismo histórico con un gran interés por la espiritualidad de la mística sufí o sufismo, en el que fue introducido por su amigo Idries Shah, y le influyeron en especial los libros de George Gurdjieff. Su salud se deterioró tras sufrir varios derrames cerebrales, de forma que no pudo ya viajar, y falleció en Londres el 17 de noviembre de 2013 a los 94 años.

OBRA LITERARIA

La obra de Doris Lessing tiene mucho de autobiografía y se inspira a menudo en su experiencia africana, su infancia y sus desengaños vitales, sociales y políticos, que la hicieron feminista, comunista, pacifista y anticolonialista. Los temas plasmados en sus novelas se centran en los conflictos culturales, las flagrantes injusticias de la desigualdad racial, la contradicción entre la conciencia individual y el bien común. Abarca primordialmente medio centenar de novelas y gran número de relatos cortos, aunque cultivó también ocasionalmente otros géneros (el teatro, la lírica, el ensayo, la biografía y el libreto de ópera).
En 1962 publicó su novela más conocida, El cuaderno dorado, que la catapultó a la fama, convirtiéndola en el icono de las reivindicacionesfeministas. Fuera de la crítica social de sus primeros textos (Canta la hierba, 1950, o la pentalogía Hijos de la violencia, 1952-1969), también indagó en la novela psicológica y existencial. En la pentalogía citada, Hijos de la violencia, quizá su obra más ambiciosa, narra la búsqueda de identidad del doble literario de la autora, Martha Quest, quien desde África a Inglaterra observa el desplome del sistema colonial y sus secuelas sobre las relaciones entre los negros y los blancos. Por otra parte, estas narraciones tratan del despertar de una conciencia decepcionada, de la situación de la mujer y de la condición del artista en el siglo XX con referencia a los grandes autores de la novela realista del siglo XIX, que conocía bien y cuya profundidad de estudio psicológico y densidad de observación social reproduce fielmente.
Pueden destacarse entre sus otros libros La buena terrorista (1985), El quinto hijo (1988) o los escritos con el pseudónimo de Jane Somers, como Diario del buen vecino (1983), con el que quería demostrar las dificultades para publicar que afrontaban los escritores noveles sin nombre conocido. Entre 1979 y 1983 se dedicó a un género considerado menor, la ciencia-ficción, con la serieCanopus en Argos, inspirada en el sufismo, lo que le valió la incomprensión de la crítica academicista, aunque también la simpatía de los escritores dedicados al género.
Con 76 años regresó en 1995 a Sudáfrica para visitar a su hija y a sus nietos, y dar a conocer la primera parte de su autobiografíaBajo mi piel (1994). Ironías de la historia: fue acogida con los brazos abiertos, cuando los temas que ella había tratado en sus obras habían sido la causa de su expulsión del país cuarenta años atrás.
Autora de más de cuarenta obras, y célebre desde la aparición, en 1950, de su primer libro "Canta la hierba", es considerada una escritora comprometida con las ideas liberales, pese a que ella nunca quiso dar ningún mensaje político en su obra, y fue el icono de las causas marxistasanticolonialistas,antisegregacionistas y feministas.
En 2007 recibió el Premio Nobel de Literatura por su «capacidad para transmitir la épica de la experiencia femenina y narrar la división de la civilización con escepticismo, pasión y fuerza visionaria».

PREMIOS

Doris Lessing ha sido una de las escasas autoras que ha ganado todos los grandes premios literarios de Europa, y declaró en 2007 que este hecho la encantaba.Por ejemplo:

Crítica a la obtención del Premio Nobel

La crítica literaria en general tomó la concesión del Premio Nobel de Literatura a Doris Lessing con sorpresa y escepticismo, debido a que no contaba en las quinielas al galardón del 2007, a pesar de ser una "eterna candidata". Autores como Ana María Moix,[7] Germán Gullón,[8] José María Guelbenzu[9] o Mario Vargas Llosa[10] alabaron sus méritos literarios tras la concesión del galardón, lo mismo que dos de sus traductores, Carlos Mayor yDolors Gallart.[11]
El crítico estadounidense Christopher Hitchens se refiere al Nobel de Lessing diciendo: "Uno queda estupefacto al ver que, al menos por una vez, el comité del Nobel ha hecho realmente algo honorable y meritorio..."[12]
Sin embargo, algunas voces críticas se han alzado contra esta decisión:
  • El crítico literario estadounidense Harold Bloom tildó la decisión de la Academia Sueca de "políticamente correcta". "Aunque la señora Lessing al comienzo de su carrera tuvo algunas cualidades admirables, encuentro que su trabajo en los últimos 15 años es un ladrillo... ciencia ficción de cuarta categoría."
  • El crítico literario alemán Marcel Reich-Ranicki desde la Feria del Libro de Fráncfort consideró el Nobel como una "decisión decepcionante". "La lengua inglesa tiene escritores más importantes y más significativos como John Updike o Philip Roth."
  • También Umberto Eco, en el mismo foro, a pesar de considerar que la autora merecía el premio, admitía su sorpresa por la decisión declarando: "es extraño que el premio lo vuelva a ganar un autor de lengua inglesa tan poco tiempo después de Harold Pinter."

BIBLIOGRAFÍA

  • Canta la hierba, 1950
  • Éste era el país del Viejo Jefe, 1951
  • Martha Quest, 1952
  • Cinco novelas cortas, 1953
  • Un casamiento convencional, 1954
  • La costumbre de amar, 1957
  • Al final de la tormenta, 1958
  • Catorce poemas, 1959
  • En busca de un inglés, 1961
  • El cuaderno dorado, 1962
  • Play with a tiger, 1963
  • Un hombre y dos mujeres, 1963
  • Cuentos africanos, 1965
  • Cerco de tierra, 1965
  • Gatos muy distinguidos, 1967
  • La ciudad de las cuatro puertas, 1969
  • Instrucciones para un viaje al infierno, 1971
  • Historia de un hombre no casado, 1972
  • La tentación de Kack Orkeney, 1973
  • Memorias de una superviviente, 1974
  • A small personal voice, 1974
  • Shikasta, 1979
  • Los matrimonios entre las zonas tres, cuatro y cinco, 1980
  • Los experimentos sirios, 1981
  • The making of the representative for Planet 8, 1982
  • Diario de una buena vecina, 1983
  • Si la vejez pudiera, 1984 (con el pseudónimo de Jane Somers)
  • Los diarios de Jane Somers, 1984 (con el pseudónimo de Jane Somers)
  • La buena terrorista, 1985
  • Prisons we choose to live inside, 1986
  • El viento se llevará nuestras palabras, 1987
  • El quinto hijo, 1988
  • Historias de Londres, 1992
  • Risa africana, 1992
  • Dentro de mí, 1994
  • De nuevo el amor, 1996
  • Un paseo por la sombra, 1997
  • Mara y Dann, 1999
  • Problemas, mitos y otras historias, 1999
  • Ben en el mundo, 2000
  • El día en que murió Stalin: la mujer, 2001
  • El sueño más dulce, 2002
  • Las abuelas, 2003, Ediciones B, ISBN 978-84-666-2846-4
  • Historia del general Dann y de la hija de Mara, de Griot y del perro de las nieves, 2006 (Ediciones B, ISBN 84-02-42003-6)
  • La grieta, 2007 (Lumen, ISBN 978-84-264-1667-4)
  • Made in England, 2008 (Lumen. Barcelona 2008)
  • J. M. Coetzee, Pablo Neruda, W. Faulkner, Doris Lessing y G. García Márquez, Discursos, Alpha Decay, Barcelona, 2008.

HECATOMBE, Benjamín A. Araujo M. (relato)

¡Venid! ¡Venid! Seguídme los buenos. Dijo con voz de trueno, altisonante; con voz de rayo, el profeta, unos quinientos años antes de Cristo; era de noche, la luna llena plagaba de intensa luz la oscuridad, tanto que parecía de día.
¡Venid! ¡Venid! ¿Por qué os quedáis? ...y en su voz la desdicha predecía desgracias, catástrofes y truenos.

No tardó mucho en suceder. Pese a ser una noche espléndida, sobrevino el acabase. La lluvia se precipitó. Vinieron los rayos y centellas, los relámpagos, e inmediatamente después de los fuertes movimientos de tierra, la lava ardiente del volcán más cercano.

Fueron momentos de hecatombe. Después el sepulcral silencio. Y así hasta el amanecer. Todo estaba en ruinas. El acontecimiento había concluido. Nadie fue testigo. Todos perecieron. Sólo los cadáveres hundidos en esas montañas de escombros y desgracia fueron mudos testigos o señales del suceso. 
e

domingo, 24 de noviembre de 2013

EL ASESINATO DE ROQUE DALTON, Marco Antonio Campos

El asesinato de Roque Dalton
Marco Antonio Campos
En la editorial Aura, en San Salvador, acaba de editarse el libro El asesinato de Roque Dalton,mapa de un largo silencio, de Lauri García Dueñas y Javier Espinoza, quizá la más detallada y esclarecedora investigación (hasta donde es posible) sobre el crimen del poeta mayor salvadoreño. Por un lado está el reportaje, y por el otro, una serie de entrevistas con protagonistas del hecho o de estudiosos y enterados del tema. En el libro se muestra quiénes cometieron el crimen, y se barajan las presuntas causas del porqué del hecho y los probables sitios donde se arrojaron o enterraron los restos.

El asesinato de Dalton por sus propios correligionarios del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), el sábado 10 de mayo de 1975, fue uno de los hechos políticos más estúpidamente atroces cometido por una guerrilla de izquierda que recuerdo de mi juventud. Junto con él mataron a un compañero de armas, Armando Arteaga, Pancho, líder obrero. Sin embargo más atroz es sin duda que pasados treinta y ocho años todo mundo en su país sepa quiénes cometieron el crimen y asombrosamente no se haya castigado a ninguno, y para colmo, se ignora, o más bien, no han querido decirlo los perpetradores, dónde enterraron o arrojaron los restos de ambos. Los asesinos de Dalton tienen rostro y nombre y eran quienes conformaban el comité directivo delERP, y varios de los entonces “jóvenes asesinos” (como los llama el poeta salvadoreño Miguel Huezo Mixco) venían de colegios privados, formados en la democracia cristiana y pertenecían a la clase media acomodada. El Comité lo encabezaban Alejandro Rivas Mira, el máximo dirigente, quien huyó de El Salvador dos años después del asesinato de Dalton, probablemente a México, y nunca más se supo de él; Joaquín Villalobos, que se convirtió, con habilidad camaleónica, después de los Acuerdos de Paz de Chapultepec entre el gobierno y las guerrillas salvadoreñas en 1992, en asesor de seguridad de gobiernos de derecha impresentables como el del colombiano Álvaro Uribe y el del mexicano de Felipe Calderón; Vladimir Rogel Vaquerito, ultimado después asimismo por sus correligionarios del ERP, quien era, paradójicamente, considerado el más radical del grupo; y Jorge Meléndez, personaje sórdido, ahora ministro para Asuntos de Vulnerabilidad con el actual presidente Mauricio Funes. Joaquín Villalobos mencionó en una entrevista de 1993 que el tribunal lo conformaban siete; ignoro cuáles sean los otros tres. Respecto al asesino material es uno o más de ellos, por más invenciones y rectificaciones, justificaciones y tergiversaciones que han dado o quieran dar. ¡Cuál será el tamaño de la culpa para que ninguno haya querido detallar cómo fue la ejecución y en qué lugar dejaron los cuerpos! En nombre delcontexto político, es decir, de la firma de los Acuerdos de Paz, el cual fue en esto una suerte de copia del Pacto de la Moncloa, los gobiernos sucesivos desde 1992 no han querido enjuiciar a nadie porque eso significaría, a su parecer, destapar una caja de Pandora de la cual muy pocos escaparían de tener las manos manchadas de sangre.

¿Cuáles fueron las justificaciones de la cúpula del ERP para la ejecución de Dalton? Al principio, se le acusó de agente cubano; luego, de agente de la CIA; como ninguna prosperó por disparatadas, se le acusó de tomar una actitud de rebeldía e intentar dividir al ERP al obstinarse en proponer una estrategia distinta, en este caso, la de la guerra prolongada contra la dictadura en lugar de la vía armada inmediata. No faltan tampoco las imputaciones personales: indisciplinado, mujeriego, borracho, “bohemio pequeño burgués”, en suma, en sus palabras, “el hechor y víctima de su propia muerte”. Aun entre esto se habla de un pique entre Rivas Mira y Dalton por una poeta y guerrillera, Lil Milagro, que en ese momento era amante del poeta. Una cosa es clara: si capturaron a Roque Dalton y a Armando Arteaga el 13 de abril y los ultimaron el 10 de mayo, los miembros de la dirección del ERP tuvieron tiempo de sobra para saber que cometían no sólo un ”grave error” sino una monstruosidad injustificable.
Pero ¿cómo ajusticiaron a Dalton? Tres son las principales versiones: una, a tiros por la espalda; la segunda, de un balazo en la nuca; la tercera, fusilado.

Para mí la más creíble de las versiones de la muerte la dio Joaquín Villalobos, en un arranque de sinceridad, en mayo de 1993, en una entrevista al hijo de Dalton, Juan José, publicada en el diario mexicano Excélsior, un año después de los Acuerdos de Paz de Chapultepec, donde Roque Dalton ya no es víctima de sí mismo sino de la dirección ampliada del ERP: “Yo fui uno de los siete miembros del tribunal que ordenó la ejecución. Fue una acción de inmadurez personal, pasional y radicalización ideológica. Dalton fue víctima de la ignorancia, la intriga y el dogmatismo. Fue un grave error.” Villalobos se autodelataba y exponía a seis autores intelectuales más. El propio Villalobos repitió ese mismo año lo de “grave error” a El Diario de Hoy salvadoreño, y no hizo entonces en ese 1993 ninguna aclaración o rectificación de sus declaraciones. Sin embargo, seis largos años más tarde, empezó a perder la memoria y la siguió perdiendo hasta 2012. Se volvió menos un analista político que un caso clínico. En su modificación de recuerdos, escribió en 1999 al diario español El País, que él no era responsable intelectual ni material porque no era jefe militar ni político del ERP; en 2004 volvió a sorprender a todos y declaró que todo estaba dicho, y no era la ejecución de Dalton unmacrotema, pero volvió a delatarse al decir: “Pero si en ese entonces yo tomo una decisión distinta, no estuviera platicando aquí con ustedes.” Y en 2012, al ser entrevistado por García Dueñas y Espinoza negó de nuevo toda responsabilidad. Por desgracia nadie en El Salvador, en todos estos años, ha tenido la delicadeza de llevarlo, no a la cárcel, sino a un hospital siquiátrico.

En diversas guerrillas de los años sesenta y setenta latinoamericanas fueron muertos poetas en la verde edad y otros relativamente jóvenes, como el peruano Javier Heraud, veintiuno, el nicaragüense Leonel Rugama, veintiuno, y el argentino Francisco Urondo, cuarenta y seis; el único ultimado por sus propios correligionarios fue Roque Dalton, quien murió cuatro días antes de cumplir 40 años.

Escribe el editor del libro Carlos Clará en el último párrafo del prólogo a propósito de la investigación que hay en El asesinato de Roque Dalton: “El silencio es uno de los personajes claves en este crimen. Ha sido más fuerte que las mentiras y tan grande como la impunidad, pero deja rastros, y este es el mapa, la cartografía inicial para encontrar el largo camino de la historia”.