La Biblia en la literatura de
la República Dominicana
FERNANDO VALERIO-HOLGUÍN [mediaisla] En la República Dominicana, la Biblia ha influido no sólo en la cultura sino también en la literatura de varias generaciones de escritores a través de los siglos.
La República Dominicana comparte con Haití la isla Hispaniola en el Caribe. Santo Domingo de Guzmán, su capital, fundada por los conquistadores españoles el 4 de agosto de 1496, es la Ciudad Primada de América. Luego de más de tres siglos de vida colonial bajo dominio español, el país obtuvo su independencia de Haití en 1844 con el nombre de República Dominicana, gentilicio de Santo Domingo, fundador de la Orden de los Dominicos. La bandera dominicana lleva una cruz blanca que la divide en cuatro cuartos y un escudo en el centro con una Biblia abierta en Juan 8:32 del Evangelio según San Juan con la cita “…Y conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres”. Asimismo, una cinta en la parte superior del escudo lleva el lema “Dios, Patria, Libertad”. Como se puede ver, no sólo lleva la ciudad capital el nombre de un Santo, sino que también el Estado dominicano nace como un “Estado Confesional”. El fervor religioso de muchos dominicanos ha llegado al extremo de que, en 2012, un diputado sometió ante el Congreso un proyecto de ley para declarar la Biblia como Libro Nacional, lo cual es, a todas luces, inconstitucional, ya que la Constitución Dominicana asegura la libertad de cultos para todos sus ciudadanos. Entonces, no es de extrañar que la Biblia haya tenido un gran impacto en la cultura y en generaciones de intelectuales y escritores dominicanos a través de los siglos.
La Biblia en la poesía
Las primeras muestras de literatura durante la colonia fueron escritas por sacerdotes y religiosos españoles. Sor Leonor de Ovando (1550-1610), monja del convento Regina Angelorum, es considerada la primera poeta en haber escrito poesía religiosa en el Nuevo Mundo (Rosario Candelier 17). Entre sus sonetos, de los que apenas se han conservado unos cuantos, sobresale el “Soneto Pentecostés”. Algunos de sus poemas revelan la intercesión divina en su escritura: “Pecho que tal concepto ha producido,/la lengua que lo ha manifestado,/la mano que escribió, me han declarado/que el dedo divinal os ha movido” (Candelier 17). Entre 1516 y 1518, el sacerdote y famoso dramaturgo del Siglo de Oro español, Tirso de Molina, residió en la ciudad de Santo Domingo, donde fue profesor de teología y recopiló materiales que luego usaría en sus comedias. Tirso de Molina es el autor de varios autos sacramentales y comedias bíblicas, entre otros.
Sin embargo, no es sino hasta después de la independencia de la República Dominicana (1844), cuando se puede hablar de literatura dominicana propiamente. Más específicamente, durante la segunda mitad del siglo XIX, cuando emerge una nueva generación de poetas románticos. Félix María del Monte (1819-1899) es el único poeta en dedicarle un poema completo de elogio a la Biblia. En “Impresiones de la Biblia” (1851), el emisor invoca la Biblia y la llama “Santo libro”: “Ven a mí, Santo libro, en que el Eterno/dictó su voluntad omnipotente…” (Penson 197). Para éste, la Biblia es fuente de sabiduría y modelo de vida. En su poema, Del Monte convierte la Biblia en un agente que actúa en personajes tales como Adán y Eva, Caín, y Moisés, entre otros. Poemas de carácter religioso escribieron también Manuel María Valencia (1810?-1870) (“Una noche en el Templo”) y Javier Angulo Guridi (1816-1884) (“Al grande arquitecto del universo”). Una importante poeta finisecular, Salomé Ureña de Henríquez (1850-1897) en el poema “El cantar de mis cantares”, parafraseando “El cantar de los cantares” del Sabio Salomón, propone a la amada como la Patria, a quien el yo poético va a cantar: “¡Quisqueya! ¡Oh Patria! ¿Quién si en tu suelo/le dio la suerte nacer feliz…” (Penson 98).
En el siglo XX, algunos poetas tomaron símbolos o imágenes bíblicas como pretexto en su poesía. El poeta modernista Fabio Fiallo (1866-1942) escribe un curioso poema, “Gólgota rosa”, en el que erotiza la figura de Jesucristo: “Del cuello de la amada pende un Cristo,/joyel en oro de un buril genial,/y parece este Cristo en su agonía/dichoso de la vida al expirar.” El Cristo es descrito como un Don Juan y su muerte no es dolor sino gozo erótico en los pechos de la amada. También, de influencia modernista, el nefasto político dominicano Joaquín Balaguer (1906-2002), incluido como poeta en la controvertida antología de Manuel Rueda, escribe textos llenos de invocaciones a Dios. Más específicamente en el poema “A Dios” en el que el yo emisor se identifica con la figura de Cristo y al final pide: “¡Hágase en mí tu voluntad, Dios mío!” (Rueda 15).
A partir de 1940, en lo que podría denominarse la Década de Oro de la poesía dominicana, surge un conjunto de poetas agrupados en el movimiento de la Poesía Sorprendida, la Generación del 48 y los Independientes del 40 y los integrantes de la Poesía Sorprendida abogaban por una universalización y renovación de la poesía dominicana (Raful 30). La Generación del 48 podría ser considerada como la continuación de la poética de la Poesía Sorprendida. Por su parte, los Independientes del 40 no apostaron a ninguna de las poéticas de esa década. Con una gran influencia del surrealismo y la poesía francesa, en la poesía de esta década aparecen metáforas, símbolos y alegorías bíblicas que se refieren veladamente a la opresión de la dictadura (1930-1961) de Rafael Leonidas Trujillo en la República Dominicana, de acuerdo con algunos críticos. Muchos de estos poetas, como se verá a continuación, recurrieron a la Biblia, ya fuera como testimonio de su fe personal o para expresar el ambiente generalizado de opresión en que se vivía en esa época.
Los miembros de la Poesía Sorprendida se nuclearon alrededor de la revista del mismo nombre. Franklin Mieses Burgos (1907-1976), considerado el guía espiritual del movimiento —tanto así, que su casa fue llamada la “Casa de la Poesía Sorprendida” (Rueda 45)—, plantea el pecado original en poemas tales como “Adán de angustia” y “Eva recién hallada”. En el primero, Adán siente el “clamor” de la mujer que nacerá de él. En el segundo, Eva es presentada como el amor “primigenio”. Otros dos poetas, Freddy Gatón Arce (1920-1994) y Manuel Valerio (1910-1980), según María del Carmen Prosdocimi, utilizaron la Biblia como vía de comentario social (52).
Entre los poetas de la Generación del ´48 destaca Víctor Villegas (1924-2011). En su extenso poema Charlotte Amalie o la Edad de la provincia, un predicador metodista de nombre Willy había llevado una Biblia a una de las islas del Caribe inglés y recitaba de memoria el Éxodo (Raful 169). En el poema “Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza”, Villegas plantea la rebelión del hombre después de su creación. Otro poeta cuarentayochista, Juan Alberto Peña Lebrón (1930- ) escribió el poema “Salutación a Job” en el que el yo poético reflexiona acerca de la vida, la muerte, la soledad, entre otros temas metafísicos, e invoca a Job para tener paciencia de soportarlo todo. El poema termina con la afirmación de que Dios premia la esperanza. Por su parte, Héctor Incháustegui Cabral (1912-1979) en el poema “Canción suave a los burros de mi pueblo” acude a la imagen del “Asno de San José” para igualar las clases sociales, ya que en esa época, todos por igual, utilizaban el burro como medio de transporte en las zonas rurales. También, como se verá más adelante, el novelista Marcio Veloz Maggiolo, dedicará uno de sus relatos, “El pollino sagrado”, al burro, en su misión divina de transportar a Jesús a Jerusalén. Uno de los poetas más importantes de esta Generación fue Máximo Avilés Blonda (1931-1988), quien publicó dos libros fundamentales: Los profetas (1978) y Vía Crucis (1983). En este último poemario, el yo poético canta fervorosamente en segunda persona las catorce estaciones de Jesús. A veces, el emisor asume la voz de la colectividad en la primera persona del plural como en el siguiente verso: “Y lloramos por desconfiados, después, el primer domingo de Tu muerte” (14). Es posible, por el corto lapso en la publicación de estos dos últimos libros, que el creciente fervor religioso del poeta se debiera a su cercana muerte.
Del grupo de poetas que conforman los Independientes del 40, Francisco Domínguez Charro (1910-1943), aunque no es un poeta religioso, hace una referencia interesante en el poema “Medio centavo”, conocido popularmente como “mota”, ligado a las pesadumbres de los pobres, en su función de comprar escasos alimentos. El medio centavo tenía en el reverso el escudo dominicano, en el cual aparece, como expliqué al principio, una Biblia abierta. Así, a través de la Biblia, alude Domínguez Charro a la pobreza del país (Rueda 123).
En la década de1980 surge un grupo de escritores de diversos estilos que abordan temas disímiles. José Antonio Bobadilla (1955), publica los poemarios Salmos (1994), yCanto de todos: Segundo libro de salmos (2007), mientras que Fernando Valerio-Holguín (1956) da a conocer el extenso poema Las Eras del viento, en el que la cosmogonía del Caribe está ligada al Génesis en el primer canto. Tomás Castro (1959) ha sido uno de los poetas que más, sino el que más, ha utilizado la Biblia como pretexto en su poesía. Ha publicado Vuelta al cantar de los cantares (1986) y Poemas posbíblicos (2000), merecedor del Premio Nacional de Poesía, en ese mismo año. En el primer libro, el poeta toma como pretexto El cantar de los cantares del Sabio Salomón para explorar la sensualidad y el erotismo. Castro no sólo cita al Sabio Salomón sino que va más allá y convierte en una cosmogonía a la mujer, responde al racismo de algunos de los versos: “no te fijes en mi piel oscura/es que él sólo me ha mirado/con tus ojos encendidos” (31). En los Poemas posbíblicos, Castro reflexiona sobre temas metafísicos y dirime los problemas de actualidad apelando tanto a escenas como personajes bíblicos.
Durante la última década (2000-2010), surgió un grupo de sacerdotes que escribe poesía mística; algunos de los cuales forman parte del movimiento literario Interiorismo, que dirige el crítico Bruno Rosario Candelier. Entre ellos se encuentran los sacerdotes Freddy Bretón Martínez (1947), Ramón de la Rosa y Carpio (1939), Fausto Leonardo Henríquez (1966), Tulio Cordero (1957) y Daniel Baruc Espinal Rivera (1962). También, Teresa Ortiz (1951) cultiva la poesía mística (Rosario Candelier 18). Como poetas religiosos, de alguna manera, afloran las referencias a la Biblia en sus poemas. Según Rosario Candelier, “Tanto la religiosidad, como la mística, constituyen una expresión de la condición espiritual humana. En la cosmovisión de nuestra cultura subyace la formación religiosa y el sello de nuestra lengua, la española, que nació en un monasterio hace ya más de mil años. De ahí la vertiente mística determinante de la poesía española” (17). “Ecos de San Juan de la Cruz se pueden encontrar en el poemario Ínsula presentida (2004) de Fausto Leonardo Henríquez, en el que aparecen poemas como “Emaús, donde la casa es el cuerpo que alberga el alma: “Estate aquí, en esta casa de absoluta quietud”. También en el poema “Samaritana”, el yo poético recibe con gozo su presencia.
Novelas y relatos bíblicos
Se denomina “novela bíblica” en la República Dominicana a un grupo de novelas publicadas en la década de los años 1960, que reescribe o reflexiona sobre diferentes pasajes bíblicos. Entre los autores que cultivaron este subgénero narrativo se encuentran Ramón Emilio Reyes con El testimonio (1961), Marcio Veloz MaggioloEl buen ladrón (1960) y Judas (1962) y Carlos Esteban Deive con Magdalena (1964). De tema bíblico, Veloz Maggiolo publicó también Creonte. Seis relatos (1963). Precursora de la novela bíblica es, quizás, Flérida de Nolasco. En la biografía novelada Cuadros del Evangelio (1947) expresa que después de haber leído Vida de Jesús escrita por Renán le despertó el interés por conocer a Jesucristo, por lo que leyó los Evangelios. En una prosa poética, De Nolasco recrea la vida de Jesucristo desde la concepción de la Virgen María y el nacimiento de Jesucristo hasta la “Última cena”, siguiendo al profeta Isaías, de quien transcribe un exordio a principios de cada capítulo. También, en cada uno de los capítulos, se citan textualmente diálogos tomados del profeta Isaías. El libro de De Nolasco no posee el carácter subversivo de sus continuadores y aunque podría ser considerado como un acto de fe, en “Plegaria” inicial, la frase “Acuérdate, Señor, y obra en nosotros tu misericordia” es una declaración política en tiempos de dictadura.
Como en la novela histórica decimonónica, en la que el personaje principal pasa a un segundo plano, la figura de Jesucristo es vista por personajes que, aunque secundarios, son complejos sicológicamente. Por lo que estas novelas se concentran en personajes claves, como Judas, Magdalena, Pedro y el Buen Ladrón. En estas novelas se pone de manifiesto la predestinación de Judas y Pedro. Si Judas, por una parte, está predestinado a traicionar a Jesucristo, y Pedro, a negarlo, ambos estaban exentos de culpa, por ser la voluntad de Dios que jugaran ese rol en la historia de Cristo. Otro tema tratado es la falta de fe tanto de Pedro como de María Magdalena.
El crítico Giovanni di Pietro plantea que estas novelas, probablemente escritas antes de 1961, no son novelas bíblicas sino políticas. No veo en esto una contradicción: más bien son “novelas bíblicas” que constituyen alegorías de la dictadura (1930-1961) de Rafael Leonidas Trujillo en la República Dominicana. La opresión del pueblo judío bajo el Imperio de Roma, más específicamente del emperador César Augusto, son claras alusiones a la opresión, la falta de libertad de expresión y tránsito, a los crímenes cometidos durante la dictadura. Si recordamos que de las tres novelas, sólo El buen ladrón y El Testimonio fueron publicadas en los años finales de la dictadura (1960-61), se entiende que hayan hecho énfasis en la opresión y en la falta de fe en el cambio inminente, en la democracia, en los que combatían una dictadura predestinada a su fin.
Tanto El buen ladrón como Judas de Marcio Veloz Maggiolo tienen al inicio exordios del Evangelio según San Mateo del Antiguo Testamento. La cita bíblica que encabeza la novela Judas, tomada de San Mateo 17-22, hace énfasis en la predestinación de Jesucristo de ser sacrificado para salvar a la humanidad. En la segunda novela, El buen ladrón, las citas se refieren al carácter subversivo de la palabra de Jesucristo y al hecho de que el amor a Jesucristo está por encima del amor al padre y a la madre. Estas citas tendrán, como se verá más adelante, complicaciones estructurales en las novelas.
En Judas, Veloz Maggiolo utiliza el pretexto cervantino de un manuscrito hallado en Tel Aviv, que contiene cartas entre Judas, su padre Simón y su hermano Moabad. El manuscrito apócrifo y las cartas le confieren veracidad a la novela. Una imagen de la opresión de la dictadura de Trujillo aparece cuando Moabad, hermano de Judas, expresa: “Era un pueblo que oprimido por la tiranía necesitaba descargar sobre alguien sus malos humores” (100). En El buen ladrón, la madre del ladrón expresa: “Los Pilatos y Césares nos han traído miseria y esclavitud. Las contribuciones desangran al pueblo y nadie tiene valor para oponerse a tantas determinaciones impuras” (143). Como se puede ver, éstas son claras alusiones a la dictadura que estaba viviendo el pueblo dominicano en esos años. En Magdalena, Simón el fariseo es la encarnación local de la dictadura del emperador César Augusto, quien a su vez recuerda al faraón Ramsés, que esclavizó a los judíos en Egipto. Simón, quien posee un poder omnímodo, no sólo explotaba el pueblo de Magdala, sino que también secuestraba a cualquier mujer que deseara y organizaba orgías en su palacio. Esto último remite a la erotomanía de Trujillo en sus últimos años de vida.
Las novelas El testimonio, Judas, El buen ladrón, Magdalena están estructuradas como lo que Sigmund Freud denominó “romance familiar”. En éstas hay un padre malo y una madre enferma. El hijo, consciente de que el padre no es omnipotente, debe romper con él e iniciar un rito de pasaje (un viaje) para seguir a Jesucristo. Asimismo, el abandono de la madre enferma causa un sentido de culpa por parte de los personajes. Sólo así, en la fantasía del rescate por parte de Jesucristo, el individuo se sentirá libre. La novela familiar permite una lectura más fácil de la alegoría nacional, ya que los lectores se pueden reconocer en la relación familia-nación. Los padres malos y autoritarios son la representación del dictador que mantiene a sus hijos (ciudadanos) oprimidos y de los cuales los hijos tienen que liberarse y liberar la tierra del padre (Patria): la muerte del Primer Padre a manos de la horda de hijos, tal y como lo plantea Freud en Tótem y tabú. Por ejemplo, en El Testimonio, un padre maldice la mano del hijo que lo mató. A partir de ese momento, la mano del hijo se le atrofia.
Un comentario final merecen los seis relatos de Veloz Maggiolo, publicados con la pieza teatral Creonte, y que rescriben algunos aspectos de la Biblia en un estilo mágico-realista-poético. En “El joven rico”, Gedeón le reclama su fortuna al padre, quien se niega, para repartirla entre los pobres y seguir a Jesucristo. Otros relatos como “La semilla y el árbol”, “El pollino sagrado” y “El dídimo” tienen la estructura de una parábola. En éste último, Tomás el Dídimo es un hombre que emite luz como castigo a causa de su poca fe en Cristo. “El pollino sagrado”, que nos recuerda a Platero y yo de Juan Ramón Jiménez, es un relato lírico acerca del burro de ojos azules que llevó a Cristo a Jerusalén. Estos relatos, entre los que se incluyen además “Lázaro” y “Las bodas de Caná”, además de ser ejercicios de estilo e inventiva, plantean una ética que aluden a la corrupción y falta de valores morales durante la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo.
Aunque no pertenece al ciclo de las novelas bíblicas, David, biografía de un rey (1963) de Juan Bosch (1909-2001) es, como su título indica, la biografía crítica del rey David. Bosch escribió también y “Cuento de navidad” incluido en su libro Cuentos escritos en el exilio (1970) y el libro de ensayo Judas Iscariote, el calumniado (1955).
Conclusión
En la República Dominicana, la Biblia ha influido no sólo en la cultura sino también en la literatura de varias generaciones de escritores a través de los siglos. Si bien se tienen pocas noticias de literatura religiosa durante la colonia, hay que recordar que a partir de las Devastaciones llevadas a cabo por el gobernador Osorio en 1605-1606, la isla fue prácticamente abandonada por los españoles durante el período conocido como la “España Boba”, en el que la población sobrevivió en la miseria. La lectura de la Biblia que han hecho poetas y novelistas en sus textos ha dependido del contexto histórico en que se escribieron los textos así como también de las creencias de cada uno de ellos. Algunos han ejercido un acto de fe, mientras que otros asumen la Biblia, en su más alto sentido ecuménico, como una estrategia escritural para convertir sus pasajes en alegorías y parábolas contra la tiranía.
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Fernando Valerio-Holguín [La Vega, RD, 1956]. Estudió literatura en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y se doctoró en Tulane University. Es Profesor Titular de literatura latinoamericana en Colorado State University, donde fue galardonado con el premio John N. Stern Distinguished Professor (2004). Ha sido invitado a dictar charlas y leer poesía por varias universidades e instituciones tales como Smithsonian Institution, the Libray of Congress, University of Oxford, Julian Samora Research Institute, Michigan State University, Antwerp University, y University of Warsaw. Entre sus libros se destacan: Viajantes insomnes (1983), Poética de la frialdad: La narrativa de Virgilio Piñera (1996), Memorias del último cielo (2002), Autorretratos (2002), Café Insomnia (2002), Banalidad Posmoderna (2006), Los huéspedes del paraíso (2008), Las Eras del Viento(2006), Rituales de la Bella Pagana (2009), Retratos (2011) y Rapsodia de todo lo visible e invisible (2015).
Referencias bibliográficas
Avilés Blonda, Máximo. Vía Crucis. Santo Domingo, República Dominicana: Intergrafic, S. A., 1983.
De Nolasco, Flérida. Cuadros del Evangelio. Santiago, República Dominicana: Editorial El Diario, 1947.
Deive, Carlos Esteban. Magdalena. Santo Domingo, República Dominicana: Editorial Santuario, 2010.
Di Pietro, Giovanni. “Trujillismo y novela bíblica”. Cuadernos de Poética VI: 18 (1989): 3-76.
Gatón Arce, Freddy. Antología. Selección de Manuel Mora Serano y Cayo Claudio Espinal. Santo Domingo, República Dominicana: Amigo del Hogar, 2010.
Penson, César Nicolás. Reseña Histórico-crítica de la poesía en Santo Domingo. Santo Domingo, República Dominicana: Editora Taller, 1980.
Prosdocimi, María del Carmen. La poesia de Freddy Gatón Arce.Una interpretación. Santo Domingo: Taller, 1983.
Raful, Tony & Pedro Peix. El síndrome de Penélope en la poesía dominicana. Santo Domingo: Biblioteca Nacional, 1986.
Reyes, Ramón Emilio. El testimonio. Ciudad Trujillo, República Dominicana: Editora del Caribe. Colección Arquero, 1961.
Rosario Candelier, Bruno. “La poesía religiosa en las letras dominicanas. Experiencia espiritual y conexión cósmica”. Presentación en la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo. 18 de mayo de 2011. http://www.interiorismoliterario.com/ateneoinsular/ponencias/conferencias/79-la-poesia-religiosa-en-las-letras-dominicanas.html (23 Oct. 2012).
Rueda, Manuel. Dos siglos de literatura dominicana. Poesía. V. II. Santo Domingo, República Dominicana: Editora Corripio, 1996.
Veloz Maggiolo, Marcio. Judas. El buen ladrón. Santo Domingo, República Dominicana: Librería Dominicana Editora, 1962.
—. Creonte. Seis relatos. Santo Domingo, República Dominicana: Editorial La Nación. Colección Arquero, 1963.
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