Su relato…
Cierto Poeta cansado de escuchar los cañonazos, desde su ventana parado, al rostro y por pedazos me lanzó una noche hablando, el entre restos, yo aquí sentado, con computadoras y párrafos como únicos intermediarios, pues vivimos alejados cada uno en su universo extraño, el entre bombas y bárbaros y yo aquí entre sobresaltos, donde la luz vuela alto y donde igual nos tiramos, escuchandolo aquejando. Aún sueño con ver un mundo con el cual soñemos todos, en el que todos soñemos y luchemos por nuestros sueños con respeto.
En el que el deber cimero sea entendernos, en el que el poder no se compre como a un perro, solo por poseer al pueblo y ser los dueños del ruedo. En el que todos hablemos el lenguaje del comprendo, tu cerebro te dará consejos, mi juego es el de los retos y el de los versos en que creo. En el que todo no sea escaso para muchos y mucho para escasos, en el que no vivamos llorando, ni rezando por lo cruento del vil humano maldito que el ser humano ha engendrado. Un mundo hecho a progreso, al cual el tiempo aún no ha llegado.
– Y acto seguido tomé el teléfono y lo llame para hablarnos pues con mi voz todo calmo; y lo presentí estresado lleno de polvo y sin esperanzas de darse un baño, bajo los escombros.
– Entre balazos y yo aquí desterrado viendo la vida pasando y hasta pensando en contarlo.
Y cuando logré alejarlo de aquel preñado santuario, de la esquina de su barrio por donde deambulaba salvando afortunados, lluvias de rayos veía surcando, cayendo a cántaros del cielo tétrico de su condado, nublado por los cañonazos. Y me reiteró, frustrado, amigo ya estoy cansado, pues ni pidiéndolo al más alto los conflictos terminamos. Yo sueño un mundo sin odios, solo con los males propios de los homos. Con ladrones, pues yo robo, besos de labios con morbos; y mentirosos, supongo, pues si hay justicia, no hay monstruos.
– Sueño con ver un mundo reposado de los malos ratos, causados por lo que erramos; y la llamada cortamos cuando vió el cuerpo de un niño caer ensangrentado; y lo han matado…
– Mira que amamos el daño, adios hermano, gritó extenuado y escuché hablar del calvario.
– ¡Fue su relato, destrozado, relatandolo; y exigiendo que nos entendamos, sin cansancio!
― Le han matado sus pocos años, lloraba a su hijo entre sus brazos y yo escuchándolo, fue su relato y pedía cambios, nada extraño para el sueño que hemos albergado, en estos años.
– Y no conseguí calmarlo, ni ver a los diablos que le arrebataron, el fruto sus buenos ratos.
– ¡Fue su relato, más lánguido…!
Tony Cantero Suárez – El Idílico Existencialista – Los Susurros de Cantero – Copyright 2015
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