SOBRE LAS VÍAS DEL TREN
Yo no quiero dejar que la aguja del reloj llegue a las 12:00 del 31 de diciembre, sin hacer cuentas de mi recorrido. No vuelvo a infringir la ley. Ni a robar. Ni a matar. Se muy bien que Dios, el Todopoderoso, tal vez me permita un segundo de arrepentimiento intenso para evitar las llamas del Averno; pero, en fin...¡adiós, mundo cruel; Dios me perdone!
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