La crítica como posibilidad
¡Oh inteligencia, soledad en llamas,
que todo lo concibe sin crearlo!
José Gorostiza (Muerte sin fin)
En el México del siglo xx, como en otros momentos de la historia, encontramos gran variedad de voces que han generado pensamiento crítico en múltiples disciplinas. Los luchadores sociales, intelectuales, ensayistas, filósofos, escritores, poetas, artistas, desde Ricardo Flores Magón hasta Alfonso Reyes, de José Vasconcelos a Carlos Monsiváis, entre muchos otros, con su postura y convicción contribuyeron a la construcción de las ideologías en nuestro país, pero también se asomaron a las obras artísticas para dar cuenta de ellas mediante su mirada crítica.
La crítica literaria, por ejemplo, es uno de estos ámbitos que se han desarrollado en los últimos siglos, pero que tiene sus orígenes desde la antigua Grecia, lo cual comprueba que, de una u otra manera, siempre serequiere de la mediación para relacionarnos con las obras. Quizás entre más lejos nos queden éstas mayor sea la necesidad de contar con el filólogo que ofrece desde una exégesis hasta propuestas de interpretación más complejas, de acuerdo con la historicidad de quienes se involucran con los textos.
El origen etimológico de la palabra “crítica” tiene que ver con la capacidad de discernir, analizar, y también se relaciona con el criterio. Criticar implicaría hacer una lectura del fenómeno, del hecho o de la obra en sí, bajo la facultad del juicio, lo que llevaría a distinguir, poner en orden, problematizar. En primera instancia el individuo podría tener la necesidad de preguntar(se) qué estoy haciendo, por qué, para qué, y quizá algo esencial: qué es lo que se manifiesta en mi hacer y qué es lo que queda oculto respecto al sentido del mismo. Esto nos lleva a considerar que la materia prima con la que nos construimos siempre es el pensamiento humano puesto en acto, como en el teatro, espejo de la vida, que nos muestra el momento en que sucede o acontece algo y aparece el misterio. Nuestro pensamiento nos lleva a reflexionar acerca de lo que se presenta ante nosotros: el fenómeno.
Estar frente al acontecimiento remite al principio básico que observó Aristóteles: nos es connatural el hecho de aprender pero, ¿cómo aprendemos? El filósofo griego responde: reconfiguramos el mundo, es decir lo interpretamos, por eso hacemos mimesis, acto que mediante la contemplación del suceso nos lleva a reconocer(nos) en y con los otros. La importancia de la interpretación o reconfiguración del mundo es fundamental para la comprensión de nosotros mismos, por lo que desde una concepción hermenéutica propuesta por Paul Ricoeur, el momento en que contemplamos, ya sea el fenómeno o la obra, nos lleva a reconfigurar el mundo de ahí desprendido, y dicha reconfiguración tendrá la posibilidad de convertirse en un acto “creativo” en tanto emana de nuestro ser. A partir de este planteamiento, una obra teatral o cinematográfica es susceptible de ser interpretada en relación con lo que ofrece a los espectadores y no en función de sus carencias. Muchas veces leemos o interpretamos con el deseo de encontrar lo que necesitamos, queremos que aparezca lo que hubiésemos puesto de acuerdo a nosotros y pasamos por alto lo que sí está, lo que se nos ofrece en el escenario, si es el caso. No se trata de descalificar, de señalar implacablemente, o de destruir. Sabemos que nuestra primera experiencia frente a la obra se basa en los sentidos, y mediante éstos el gusto se inclinará a favor o en contra. Esa primera percepción tendrá que pasar por un proceso de análisis muy preciso, en el que también se incluye la reflexión.
Para asumir una postura
No sólo es importante analizar los fenómenos artísticos, también el ámbito social requiere un ejercicio crítico que dé lugar a las miradas que distingan y, de alguna manera, ordenen el caos en el que nos encontramos.La voz crítica implica una postura, una actitud frente a la obra, postura que involucra, en todos los aspectos, a quien interpreta, puesto que el sujeto se encuentra frente al fenómeno o a la obra con todo su mundo y su ser. Luego entonces interpretamos y construimos discurso. En primera instancia la reconfiguración surge en nosotros mismos, de donde las ideas concebidas se ordenan y toman forma mediante el idioma. Es en las estructuras lingüísticas donde las ideas y pensamientos se amoldan y adquieren sentido para comprender, explicar y volver a cargar de sentido el propio fenómeno, puesto que todo entra en una dialéctica de reconocimiento (en lo que se conoce como el círculo hermenéutico).
Cabe subrayar que el sentido de hacer crítica radica en la posibilidad de distinguir y ordenar lo que se contempla para comprenderlo y explicarlo con mayor claridad; finalmente, se asumirá una postura frente al evento.
¿Quién es capaz de analizar, separar y ordenar los factores que intervienen en los procesos sociales, políticos o artísticos? Puede decirse que aquel que distingue con la mirada. El proceso connatural, que subraya Aristóteles, nos ubica frente al fenómeno o a la obra, y es a partir de ese momento que, mediante lainterpretación, se produce el proceso de reconocimiento. Si asumimos que hay interpretación en tanto hay sentido múltiple, será ante la pluralidad de sentidos donde se pondrá de manifiesto el proceso que nos lleve a reconocer.
El problema de origen es la ubicación del sujeto en el mundo que lo habita, dónde se encuentra la mirada de quienes se alejan del contacto con los otros. Hoy en día deambulamos por las calles, nos dirigimos a los lugares de trabajo de manera automatizada, nos extraviamos, dejamos de percibirnos en el “acto” y, en consecuencia grave, nos olvidamos de nosotros mismos. La fuerza que nos conduce a las actividades cotidianas se aísla de la fuerza que se requiere para encontrarnos con nosotros en los otros. Sísifo, en la obra de Camus, se percibe en el “acto”, y entre la repetición “idéntica” distingue la diferencia; ese es el momento en que adquiere sentido su recorrido “absurdo” de la repetición eterna, es el momento de la conciencia de sí. Mientras caminamos rumbo al trabajo, ¿existirá la posibilidad de percibirnos?, o quizá sea al regresar a casa cuando nos conectamos con nosotros mismos, de ida o de vuelta, en la dinámica de la circularidad de las acciones. En algún momento, en cualquier breve instante, ¿llegaremos a reconocernos? El mismo Ricoeur señala que el “sí mismo” no se conoce de manera directa sino mediante el recorrido: es mediante el rodeo de todos los signos culturales entre los que actuamos como podemos percibirnos y, en consecuencia, interpretarnos.
La obra como mediador
¿Qué es la obra de arte? Esta es sin lugar a dudas una de las preguntas fundamentales que dan paso a las vanguardias del siglo xx, pero a la par de ésta, la pregunta que siempre yace como fundamento involucra a quien hace la obra y a quien la contempla. Sin restar importancia a toda consideración estética, y a las discusiones eternas respecto a las artes, la pregunta entonces se centra en el sujeto que hace: ¿quién es aquel que configura mundos mediante el acto poiético y genera obra?; y del otro lado, ¿quién es aquel que se posa ante la obra y la interpreta?
El intérprete se encuentra, en ambos casos, mediado por la obra en sí, que se convierte en el punto de contacto entre ambas miradas.
La mirada que distingue lo que de la obra emana se puede convertir en una mirada crítica necesaria y oportuna cuando se trata de ordenar discursivamente lo que ahí aparece. El ejercicio crítico deja de ser la postura destructiva frente a la obra, si a esa mirada se le confiere la posibilidad de reconfigurar el fenómeno en una dialéctica de comprensión, explicación y reconocimiento. Esa sería la tarea del crítico, bajo una perspectiva hermenéutica, misma que ofrece más posibilidades de relación con la otredad en el proceso de entendimiento.
¿Cuándo cambiaron, en México, los paradigmas de la crítica? O bien, podríamos preguntar: ¿en qué se ha transformado la crítica en nuestro país? ¿Se hace crítica hoy en día?, y quizá no se pueda responder radicalmente pero, sin duda, es muy necesario reflexionar al respecto y que cada quien asuma una postura desde su propia “trinchera”. Si algo necesita una sociedad como la nuestra es, precisamente, las miradas que distingan y analicen las problemáticas en las que se encuentra inmersa. Más que nunca nos conviene a los mexicanos asumir una postura que posibilite las vías para cuestionar objetiva y prácticamente, entre otros, los modos de conducir nuestro país. ¿Tendríamos que ser especialistas en cada una de las áreas de la política, economía, ciencia, religión, artes, etcétera, para poder emitir un juicio basado en el análisis objetivo y rigurosamente argumentado? La respuesta es muy sencilla: sí. Para hacer verdadera crítica se requiere conocimiento, información y todo aquello que respalde el juicio emitido, además de tener un ojo que pueda distinguir las problemáticas y sus posibles soluciones. Los ciudadanos que cuentan con las herramientas para emitir una crítica respecto a las problemáticas que nos rebasan, tendrían el compromiso social de manifestar su criterio. Por ejemplo, en el caso de la contaminación ambiental, principalmente, los especialistas de la unam de manera reiterada han planteado las verdaderas causas que originan el fenómeno que afecta a todos los capitalinos, sin embargo las autoridades no escuchan ni prestan atención a tales consideraciones, lo que agrava de manera sustancial un problema que recae negativamente en todos. Una vez asumida la convicción frente al suceso cabe preguntar si bastaría con usar la crítica como una herramienta útil para nuestra sociedad tan necesitada de caminos que propicien diálogo y reconocimiento en y con los otros.
El sentido de la crítica hoy en día debe tener un alcance mayor, en el afán de lograr un reconocimiento en y con la sociedad. Ya no se puede descalificar y denostar como recurso mediático de mercado, esa es una tarea absolutamente banal que está al alcance de todos. Las redes sociales dan cauce al señalamiento incisivo, y aunque en muchos casos han servido para denunciar y acercar la justicia a los más vulnerados,no se está aprovechando la potencialidad ahí latente. Se podría hacer un verdadero ejercicio crítico que se integre a la educación, a la que todos tenemos derecho, y sigue siendo privilegio de unos cuantos. Si aprender es natural para nosotros, mediante la crítica y convicción podríamos propiciar que los otros “imiten” (mimeticen) el acto de reflexionar ante los acontecimientos •
* Licenciada en Literatura Dramática y Teatro por la FFyL de la UNAM, es profesora en dicha facultad y antologadora de textos dramatúrgicos, así como articulista y ensayista.
Licenciada en Literatura Dramática y Teatro por la FFyL de la UNAM, es profesora en dicha facultad y antologadora de textos dramatúrgicos, así como articulista y ensayista.
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