Valdemar Ramírez Loaeza
Domingo, 6 de noviembre de 2016
LA AUSENCIA DE CREATIVIDAD
ROSARIO TIJERAS
Primero fue la novela colombiana (Franco Ramos, 2000); después, la adaptación a cine (Emilio Maillé, 2005); posteriormente, la adaptación a serie (2010), y en el colmo de la dilución, el fallido intento de mexicanización de esta narración (TV Azteca, 2017).
Bárbara de Regil
El lenguaje también resulta exageradamente inverosímil: ¿qué joven de hoy le llama “echar un danzón” a bailar? Cierto, los hay: son los que en verdad bailan danzón, mambo y swing, y recrean la cultura del pachuco... pero son los menos, y ni siquiera se hallan en las zonas marginales de la mancha urbana.
Parece que estuviéramos viendo un episodio de “Una familia con suerte”, con expresiones tan estereotipadas y fuera de lugar como “simón”, “es bien pasada de lanza”, “no, carnal”. Hasta ahí llega la capacidad de observación de aquellos conductores y actores de estrato socioeconómico alto que tratan de imitar a la gente de barrio (como hacen Consuelo Duval y Eugenio Derbez, para no ir más lejos), para luego ridiculizarla; en pocas palabras, morder la mano que los alimenta.
Al igual que sucedió con las telenovelas protagonizadas por Thalía, es como si los guionistas tomaran las películas de Pedro Infante como referente para un lenguaje de barrio que se supone actual. Es que estas personas no entienden que cada generación tiene su caló, y que por naturaleza, este tipo de lenguaje caduca; tal vez hoy más pronto que nunca.
Vanessa Bauche
Son dos cosas las que considero más lamentables: 1) es evidente que TV Azteca realizó esta producción sólo para no quedar fuera del negocio de las narcoseries; 2) este trabajo reitera la crisis de imaginación que sufre el gremio de los guionistas mexicanos, o bien, la cortedad de miras de los productores. ¿Por qué seguir copiando series y telenovelas argentinas o colombianas? ¿Acaso la televisión mexicana no tuvo una época en la que fue referente internacional?
Peor aún: este tipo de copias, mal hechas, fuera de tiempo, son versiones severamente distorsionadas de las obras originales, en este caso el libro. Cuando, en su momento, la novela salió a la luz, trataba un tema de actualidad, de una manera seria y literaria, con todas las peculiaridades regionales de problemas como la el narcotráfico, la pobreza y la violencia. La diluida y mal hecha producción que hoy nos ocupa (con banda sonora que trata de imitar los programas colombianos) sólo es un producto más de la pereza y la negligencia de las televisoras nacionales.
El primer capítulo basta para no repetir un vistazo, ni el más fugaz, a este tipo de productos “nacionales”.
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