viernes, 6 de mayo de 2016

ALFONSO REYES DESPIERTA LA INTELIGENCIA E IMAGINACIÓN, José Luis Rivas

 
* El poeta, traductor y editor habló sobre los paralelismos entre Sergio Pitol y el pensador regiomontano.
Xalapa, Ver; 12 de abril 2016.- El gusto por las letras inglesas, su desempeño en el ámbito diplomático y su papel como grandes traductores, son algunos de los vínculos que el poeta José Luis Rivas reconoce entre Alfonso Reyes y Sergio Pitol.
Además, el hecho de que este último eligiera Visión de Anáhuac –escrito por Reyes durante su exilio en Madrid, España– como punto de partida de la colección Biblioteca del Universitario, es “una especie de tributo a quien reconoce como uno de sus maestros”.
El pensador regiomontano tuvo un gran reconocimiento en Argentina, en España y otros lugares como parte de su labor diplomática. “Esto lo aproxima o guarda parentesco con la trayectoria del maestro Sergio Pitol, cuya obra ensayística es importante y que también ha cumplido un papel formativo. Esto lo podemos apreciar muy claramente a partir de la Biblioteca del Universitario, donde ha sugerido, propuesto y llevado adelante una infinidad de títulos de la más notable literatura”.
Para José Luis Rivas, Alfonso Reyes es “uno de nuestros grandes educadores en el plano literario, sin lugar a dudas, y en muchos otros. Tiene una capacidad enorme para despertar la imaginación y la inteligencia de sus lectores”.
Su obra, agregó, es vastísima. “Comprende en su mayor parte la escritura de obra en prosa, en especial el ensayo, pero dentro de esta producción hay una serie de obras literarias, hay cuentos, crónicas, correspondencia”.
De hecho, compartió que tiene entendido “que se acaba de completar, y muy probablemente está lista para su edición, su correspondencia con Pedro Henríquez Ureña, otro hombre con una producción literaria extensa y de una pluma sumamente pródiga”, labor emprendida por el también escritor Adolfo Castañón.
Además de obras con cierto carácter autobiográfico, continuó Rivas, también escribió poesía de un modo admirable. “Alfonso Reyes es un gran poeta, uno de los más grandes de la lengua, pero esto no ha sido apreciado debidamente en razón de que sus libros de poemas aparecieron de un modo muy espaciado, casi, por decirlo así, sepultados bajo su vasta producción ensayística”.
Cuando los reunió bajo el título de Constancia poética, “puede advertirse la gran estatura de Reyes como poeta. Éste es un aspecto al que en escasas ocasiones se le ha prestado la atención debida”, expresó.
Al abordar por cuál de todos los géneros en los que escribió sugeriría leerlo, el Premio Nacional de Ciencia y Artes 2009, en la categoría de Lingüística y Literatura, enfatizó que sus poemas son una buena forma de empezar a conocerlo.
“Creo que el papel formativo de Alfonso Reyes para con los mexicanos es de un valor verdaderamente monumental. Tenía una formación clásica extraordinaria, tenía también una chispa, un don, para el juego, siempre buscaba hacer de su escritura algo que estuviera al alcance del lector, al que, desde luego, le exigía una compenetración acorde con los temas abordados, que fueron de los más diversos.”
José Luis Rivas recordó un ensayo escrito por Gerardo Deniz, en el que hablaba de algunos libros, sobre todo de teoría literaria, de autores alemanes, los cuales se caracterizaban por ser pesados y de una prosa totalmente cansada. Sin embargo, bajo el tratamiento de Alfonso Reyes se convirtieron en una lectura de lo más exquisita, agradable y amena.
“Cuando se ocupaba de aspectos filológicos, era un gran erudito; cuando lo hacía con aspectos históricos, los datos de los que echaba mano eran amplísimos y variados”, comentó.
Por ejemplo, para Jorge Luis Borges, quien fue el primer escritor en recibir –en 1973– el galardón que lleva el nombre de Alfonso Reyes, reconoció a éste como el gran ensayista de la lengua en su época.
Aunque hay quienes lo consideran un “escritor para escritores”, Rivas aseguró que la obra de Reyes es accesible y que cualquier lector puede encontrar en ella algo para sí. “Yo encuentro bastante accesible su obra, aunque, por ejemplo, las traducciones que hizo sobre (Stéphane) Mallarmé sí exigen una preparación especial para poderse adentrar en esos aspectos, pero también puede ocurrir al revés.
No siempre esos aspectos tratados por Reyes obran de un modo, digamos, obstaculizante o como una especie de velo. En muchas ocasiones propician el interés por adentrarse, por conocer esos mundos que él manejaba de una manera profunda, como un gran conocedor”.
En su caso, confió: “Mi interés por Mallarmé empezó a partir de unas traducciones de Alfonso Reyes y un ensayo introductorio que él hizo a las mismas. Por otra parte, como lector, echo de menos que no terminara su traducción de la Ilíada, una traducción en verso verdaderamente extraordinaria que se quedó en las primeras rapsodias”.
Otras traducciones destacadas son las que hizo de obras de autores como Gilbert Keith Chesterton, Oscar Wilde y Laurence Sterne, “que trasladadas por su pluma a nuestro idioma resultan de las cosas más legibles, de las más gratas”.
Afortunadamente para los lectores, prosiguió, las bibliotecas de México cuentan con la obra de Alfonso Reyes y eso es muy importante. “La labor de José Luis Martínez –llamado por Gabriel Zaid ‘el curador de las letras mexicanas’– de compilar y publicar su obra, verdaderamente merece también un amplio reconocimiento. También la de personas como el propio Adolfo Castañón, que ha tenido en sus manos la tarea de reunir y publicar parte de la correspondencia que intercambió con Henríquez Ureña”.
José Luis Rivas cerró la conversación con una invitación que no se puede dejar pasar: “El que exista un hombre que maneje con tanta soltura la escritura en múltiples géneros es algo de lo que uno, como lector, no debe dispensarse. Donde Alfonso Reyes ponía la pluma siempre dejaba la huella de su enorme capacidad creadora”.

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