ESPERANDO A
Q U E T Z A L C Ó A T L
Hemos nacido del dolor y a él volvemos.
Todo es gemido y
lloro en estas tierras;
nuestros señores,
desde otros mundos, ya no velan por nosotros.
Se ha vuelto cada vez
más desierto el corazón,
anidan grietas.
Pero llegará alguna vez el sol por donde habita el agua,
tocará por los cerros, chirimías de esperanza;
nunca más será noche,
o todos seremos luceros
en un eterno manto
que abrigue
los bosques del
Universo.
Una lámpara sorda
buscará por los
cerros
hasta anidar en
nuestros corazones.
Vamos por estas
tierras de paso,
sólo de paso, de paso
solamente,
como un coyote sin
abrigo, ni casa, ni procedencia, ni destino.
Somos el halo ácido
de los dioses enfermos y
no hay yerba para
este mal que se oculta en las venas.
Llorar es un modo de estar aquí,
una manera de habitar estas tierras,
sometidos a ella,
la tierra,
la vigorosa madre que
nos alimenta,
sufrir: la carga que
traemos desde el vientre materno:
paridos fuimos con
dolor,
para vivir con dolor
y morir enmedio de
estridencias:
solos, como flor de
cempazúchitl, como grano arrancado a la mazorca,
como un violín sin
cuerdas, como un tambor sin cuero, como una promesa sin concretar:
poco
a
poco
caemos
al vacío
de
nuestra
propia
muerte:
Entretanto, lloremos,
porque aún no sabemos
si esta noche será la
escogida por el Señor
para llegar o para
que alguno de nosotros
llegue
por fin
a
ninguna
parte.
Lloremos, hermanitos,
lloremos,
porque es más fría y
oscura
la noche del alma.
Lloremos, porque no
hay sol alguno
que amanezca en
nuestros corazones.
Lloremos, porque a
mendigar un poco de cariño
hemos venido:
indefensos, al fin,
por no haber sido
inquiridos
sobre un destino que
es fatal
porque algunien nos
metió en su sueño:
y éste, pronto,
muy pronto,
se
le
hizo
pesadilla.
*Frontera interior, 1994.
Colección La Hoja Murmurante.
Separata de Arte Libertario No. 183.
Toluca, México.
MÉXICO.
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