Las cartas del tiempo
Presentación
Benjamín Araujo Mondragón
Ábrete tiempo que nos espera un abanico…: Ahí, en frases como esa se cuela la esperanza y el optimismo en la poesía de Roberto Arizmendi, poesía que las más de las veces trae sobre las espaldas una carga, un fardo de dolor, de rencor contra una estructura urbana -la ciudad de México- que es solamente reflejo del desorden establecido -”El Sistema”- a través de las estructuras económicas, políticas y sociales predominantes.
En torno a la promesa de un futuro promisorio -pues al poeta corresponde, cual profeta, anunciar el advenimiento de tiempos nuevos, aunque no toque muchas veces al poeta descifrarlos-, Roberto nos dice: Cada piedrita de esta tierra/ tendrá que ir encontrando su acomodo…. O cuando la neurosis urbana nos invade y la problemática parece desbordarlo todo, el poeta indica: Qué fácil es/ a veces/ correr la cortinita/ para que ya se apague el sol que nos devora.
En fin, Las Cartas del Tiempo se ha ganado a pulso un lugar importante en este conjunto empapelado de ritmos e ideas. El libro, dividido por su autor en tres partes: “Apuntes de lucha”, “Horas de crepúsculo” y “Constancia de tiempo”, nos va llevando de la mano así, en ese orden, por los terrenos de un climax interno. No hay duda que los orígenes provincianos del autor -en el mejor sentido del término- afloran, saltan, no se dejan sumergir en las aguas del monstruo capitalino.
Roberto Arizmendi es, a nuestro juicio, una nueva voz -limpia, fresca, directa, coloquial- en la poética mexicana. En él, porque la voz existe, vemos la responsabilidad de continuar, de que no abandone la palabra.
Lo anterior nos permitimos decirlo, al presentar esta obra, porque creemos con Arizmendi que a pesar de el odio… engendrado…, siempre será momento para volver a hablar de pájaros y canto….
Benjamín A. Araujo Mondragón.
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