Hugo Gutiérrez Vega
Constantin Noica |
Rumanía y la fil (I DE II)
Me alegra que Rumanía ya empiece a tomar su lugar en la Feria Internacional del Libro más importante del mundo de las lenguas romances. Simona Sora Constantinescu fue, en las reuniones del jurado del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances y en los días de su estancia en Guadalajara, una embajadora inmejorable.
Es urgente que el Encuentro de Poetas del Mundo Latino aumente sus contactos con el caudal literario rumano (Marco Antonio Campos, desde hace años, viene luchando a favor de la presencia rumana en nuestra reuniones. En estas jornadas de Poetas del Mundo Latino ya han estado presentes Marín Sorescu y Liliana Popescu, pero faltan muchos). Tenemos que abundar en el estudio de los grandes ensayistas y pensadores: Mircea Eliade, Cioran, Noica, Steinhardt, Couliano (asesinado en Chicago por la Securitate del conducatorchiflado y macabro) y otros interesantes escritores que completan el cuadro del ensayo rumano. Me detengo para poner como ejemplo de la lucidez y de la originalidad de los pensadores dacios un ensayo de Constantin Noica tituladoSeis enfermedades del espíritu contemporáneo. Recordando a su amigo Steinhardt, habla de las consecuencias dejadas por el universo concentracionario: “Frente a la tiranía, a la opresión, a la miseria, a la desgracia, a la desventura y a la ansiedad, no sólo no debes darte por vencido, al contrario: debes sentirte con un deseo inmenso de vivir y de luchar.” Noica era, sin duda, el más sensato de los pensadores de los años treinta rumanos, pues mientras Eliade y Cioran fueron seguidores del asesinado Codreanu y de su Legión, así como de la Gardâ de Fierde Antonescu (el retorcido conducator del guisado de ojos rumanos en la novelaKaput, de Curzio Malaparte), Noica se mantuvo al margen y matizó las enseñanzas del maestro por excelencia de ese grupo, Nae Ionesco. Por su parte, el otro miembro de esa ilustre y confusa generación, Eugen Ionesco, optó por el exilio; se fue a París y echó a andar la aventura genial del teatro del absurdo. Noica se niega a apoyar a la Legión y les dice a Cioran y a Eliade que es “alumno de Descartes y de Kant y que, por lo tanto, no aprueba la mística exaltada del movimiento de Codreanu”; sin embargo, cuando éste es asesinado por agentes de la desfalleciente monarquía, Noica, en protesta por el horrendo crimen, se inscribió en la Legión e hizo el elogio del Capitán Codreanu. Gabriel Liiceanu, alumno de Noica, recoge estos complejos acontecimientos en sus comentarios alDiario de Páltinis, obra fundamental del atribulado Noica.
Tal vez el más conmovedor de los libros de Noica sea Rueguen por el hermano Alejandro. Se basa en una anécdota de finales de la segunda guerra mundial: las tropas soviéticas, en su avance victorioso, ocuparon un monasterio en la región de Moldavia. Los monjes rumanos huyeron. Al poco tiempo regresaron y encontraron en el altar mayor un mensaje: “El comandante de las tropas que ocuparon este monasterio declara que dejó intactas todas sus instalaciones y les pide que rueguen por la salvación de su alma.” Desde entonces, la ortodoxia rumana ruega por el desconocido comandante Alejandro, miembro del ejército de la Unión Soviética.
Rumanía va a enriquecer la Feria y se va a acercar con fuerza a sus primos hermanos de la “latinidad”. Los poetas como Blaga, Arghezi, Eminescu (el poeta fundamental del romanticismo), Jebeleanu y Sorescu nos abrirán las puertas de una hermosa lengua que se aferra a sus raíces latinas y que, para nuestra fortuna, sigue en camino y se enriquece con nuevas (y fieles a la tradición lingüística, aun en sus flagrantes violaciones) aportaciones literarias. En la feria de este año presentaremos profusamente a Lucian Blaga, poeta y filósofo que representa muchas de las virtudes del espíritu rumano.
(Continuará)
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