JORGE SEMPRÚN (1923-2011)
Biografía
Nacio el 10 de diciembre
de 1923, en Madrid, España; falleció en París, Francia, el 7 de junio de 2011.
Semprún pertenecía a una familia de clase alta. Por
parte de su madre, Susana Maura Gamazo (muerta en 1931), era nieto del político
conservador Antonio Maura,
cinco veces Presidente del
Gobierno durante el reinado de Alfonso XIII. Su padre fue el intelectual
republicano José María
Semprún y Gurrea, profesor y jurista, gobernador civil de provincia
al comienzo de la República. Por la rama paterna era sobrino-nieto del que
fuera alcalde de Madrid y Valladolid Manuel de Semprún y Pombo, del que fuera
senador del Reino José María de Semprún y Pombo y de la hermana de los
anteriores, Clotilde de Semprún y Pombo (condesa de Cabarrús y vizcondesa de
Rambouillet por matrimonio con Cipriano Fernández de Angulo y de Cabarrús).
Era, por tanto, bisnieto del que fuera senador electo y vitalicio, así como
vicecónsul de Portugal, José María de Semprún y Álvarez de Velasco (casado con
Carmen Pombo Fernández de Bustamante), sobrino-tataranieto de Juan Pombo Conejo
(I Marqués de Casa-Pombo) y primo-segundo del que fuera alcalde de Valladolid
entre los años 1957–1961 José Luis Gutiérrez de Semprún.
En 1939, después de la Guerra Civil Española,
pasada en La Haya, donde su padre era Embajador de España,
su familia se trasladó a París, donde, desde 1941,
Jorge cursó estudios de Filosofía en la Universidad de La Sorbona.
Durante la Segunda Guerra
Mundial, ocupada Francia por la Alemania nazi, combatió entre los partisanos
de la Resistencia,
como muchos otros españoles refugiados en Francia después de la Guerra Civil. Se
afilió en1942 al Partido
Comunista de España (PCE). En 1943,
tras ser denunciado, fue detenido, torturado y posteriormente deportado
al campo de
concentración de Buchenwald, estancia que marcaría su posterior
experiencia literaria y política.1 De hecho, recogerá en varios de
sus libros su trabajo en la administración del campo. Tras su liberación, fue
recibido como un héroe en París, donde fijó su residencia.
Su paso por Buchenwald ha sido objeto de una cierta
controversia. Su hermano Carlos Semprún Maura, con el que mantuvo una relación
difícil a lo largo de su vida, llegó a acusarle de haber sido kapo (kamaraden
polizei), como se llamaba a los presos que colaboraban con las autoridades.
Esta acusación no está corroborada por ninguna fuente fiable. Stéphane Hessel, que estuvo en Buchenwald,
critica la falta de solidaridad de los comunistas del campo con otros presos,
pero no hace la menor alusión a que Semprún fuese kapo.2
Desde 1945 hasta 1952 trabajó
para la UNESCO; en 1952, empezó a trabajar
permanentemente para el PCE, llegando a formar parte del Comité Central
desde 1954 y del Comité Ejecutivo desde 1956.
Dentro del partido, realizó una intensa actividad clandestina en España bajo el
alias de Federico Sánchez(entre otros3 ). Pero tuvo también un papel en
la dirección del partido: en 1959 estuvo en Uspénskoye (URSS),
con la delegación informada en primer lugar de la dimisión de Dolores Ibárruri (publicada
en 1960). Su trabajo clandestino en España se desarrolló entre junio de 1953 y
diciembre de 1962. En ese mes fue retirado de la actividad clandestina
por Santiago Carrillo y
sustituido por José Sandoval, como medida de precaución porque el mes anterior
había sido detenido Julián Grimau, quien había llegado a España en
1959 para sustituir a Simón Sánchez Montero que
acababa de ser detenido.
En 1964 fue expulsado del
partido junto con Fernando Claudín por
divergencias con respecto a la línea oficial. En 1966, pidió y obtuvo del
Ministerio de Gobernación español (el equivalente al actual Ministerio de
Interior), a pesar de algunas reticencias de los franquistas, un pasaporte con
su nombre oficial. Desde este momento, su actividad se centró en su carrera
literaria. Su renuncia coincidió con la publicación en 1963 de El largo
viaje, un libro comenzado en Madrid en el período de la clandestinidad
(durante una semana de total inactividad por precaución).
No volvería a participar activamente en política hasta
que, entre 1988 y 1991,
fue nombrado Ministro de
Cultura en el Gobierno socialista de Felipe González.
Inicialmente su nombramiento fue muy criticado, ya que no vivía en España y se
dijo que desconocía totalmente el panorama cultural y político del país en que
iba a ser ministro. Su estancia en el cargo estuvo marcada por el
enfrentamiento con Alfonso Guerra,
vicepresidente del Gobierno y vicesecretario
general del PSOE, tal y como recoge en Federico Sánchez se
despide de ustedes.
Contrajo nupcias en 1949 con la actriz Loleh Bellon4 (de este matrimonio nació Jaime Semprún en 1947, también escritor,
fallecido en agosto de 2010) y en segundas nupcias en 1958 con Colette Leloup.5
Falleció en París el 7 de junio de 2011,
a los 87 años,6 7 y fue enterrado en Garentreville con una bandera
republicana sobre su ataúd.8 El 26 de noviembre de 2011 se le
rindió por amigos y allegados un emotivo homenaje en Biriatou, donde vivió durante unos años, y
lugar donde el quiso ser enterrado.9 10 11 12
Obra literaria
Toda su obra escrita, ya novelas u obras
autobiográficas, está fuertemente influida por sus peripecias vitales, en
particular su paso por el campo de concentración de Buchenwald (El largo
viaje, La escritura o la vida, Aquel domingo, Viviré
con su nombre, morirá con el mío). Su expulsión del Partido
Comunista queda reflejada en Autobiografía de Federico Sánchez,
mientras que Federico Sánchez se despide de ustedes narra el
período, entre 1988 y1991,
en que fue Ministro de Cultura en el Gobierno de Felipe González.
Hasta 2003, todas sus obras de
ficción habían sido escritas en francés, sólo utilizando el castellano para algunos de sus libros
biográficos. En dicho año se publica la primera novela de Semprún escrita
originalmente en castellano, Veinte años y un día.
Ha recibido múltiples premios internacionales (Femina,
Formentor, Premio de la Paz de la Feria del
Libro de Fráncfort, Jerusalem de Literatura, etc.).
La obra escrita de Semprún no se limita a la
literatura, sino que ha desarrollado una amplia carrera como guionista
cinematográfico, siendo autor de guiones clásicos del cine francés como Z, de Costa-Gavras, y Stavisky, de Alain Resnais. En este campo ha tenido también
proyectos truncados, como fue su trabajo en la adaptación de la novela de Boualem Sansal El juramento de los
bárbaros, que Costa-Gavras quería llevar al cine, pero que finalmente no
hizo.13
Convencido europeísta, ha escrito, a cuatro manos
junto al ex Primer Ministro francés Dominique de Villepin,
el libro El hombre europeo, y ha publicado un volumen recopilatorio
de artículos, conferencias y discursos sobre el tema, titulado Pensar
en Europa.
También es el autor de la obra de teatro Gurs,
una tragedia europea, relativa al campo de refugiados de este nombre y de una versión de Las troyanas.
Obras publicadas
·
1963 — El largo viaje (escrito
en francés, Le grand voyage).
·
1967 — El desvanecimiento (escrito
en francés, L'évanouissement).
·
1969 — La segunda muerte de Ramón
Mercader (escrito en francés, La deuxième mort de Ramón
Mercader).
·
1977 — Autobiografía de Federico
Sánchez (escrito en castellano).
·
1980 — Aquel domingo (escrito
en francés, Quel beau dimanche!; traducción literal: ¡Qué
bello domingo!).
·
1981 — La algarabía (escrito
en francés, L'algarabie; esta palabra no existe en francés).
·
1983 — Biografía de Yves Montand (escrito en francés, Montand
la vie continue)
·
1986 — La montaña blanca (escrito
en francés, La montagne blanche).
·
1987 — Netchaiev ha vuelto (escrito
en francés, Netchaïev est de retour).
·
1993 — Federico Sánchez se
despide de ustedes (escrito en francés, Federico Sánchez vous
salue bien).
·
1994 — La escritura o la vida (escrito
en francés, L'écriture ou la vie).
·
1998 — Adiós, luz de veranos (escrito
en francés, Adieu, vive clarté...; traducción literal: Adiós,
viva claridad...).
·
2001 — Viviré
con su nombre, morirá con el mío (escrito en francés, Le
mort qu'il faut; traducción literal: El muerto que hace falta).
·
2003 — Blick auf Deutschland.
·
2003 — Veinte años y un día (escrito
en castellano).
·
2005 — El hombre europeo,
junto a Dominique de Villepin (escrito
en francés, L'Homme européen).
·
2006 — Pensar en Europa (recopilación
de artículos, conferencias y discursos).
Filmografía
Ha participado como guionista (salvo que se indique lo
contrario) en los siguientes largometrajes:
·
1966 — La guerra ha terminado,
de Alain Resnais.
·
1969 — Z, de Costa-Gavras.
·
1970 — La confesión, de Costa-Gavras.
·
1972 — El atentado, de Yves
Boisset.
·
1974 — Las dos memorias,
guion y dirección.
·
1974 — Stavisky, de Alain Resnais.
·
1975 — Section spéciale,
de Costa-Gavras.
·
1976 — Une femme à sa fenêtre,
de Pierre
Granier-Deferre.
·
1978 — Las rutas del sur,
de Joseph Losey.
·
1983 — Los desastres de la guerra, de Mario Camus (serie de televisión).
·
1986 — Les Trottoirs de Saturne,
de Hugo Santiago.
·
1991 — Netchaiev ha vuelto,
de Jacques Deray;
adaptación de su novela realizada por Dan Franck y Jacques Deray.
·
1995 — El caso Dreyfus, de Yves
Boisset (serie de televisión).
·
1997 — K, de Alexandre
Arcady.
Premios y distinciones
·
1964 — Premio Formentor por El
largo viaje.
·
1967 — Nominado al Oscar - Mejor Guión por La guerra ha terminado
·
1969 — Premio Femina (Francia)
por La segunda muerte de Ramón Mercader.
·
1977 — Premio Planeta por Autobiografía
de Federico Sánchez.
·
1994 — Premio Femina Vacaresco por La
escritura o la vida.
·
1997 — Premio Jerusalem por la Libertad del Individuo en la
Sociedad (Feria Internacional del Libro de Jerusalem).
·
1996 — Elegido miembro de la Academia Goncourt.
·
1999 — Premio Nonino.
·
2003 — X Premio Blanquerna (Generalitat de
Catalunya).
·
2003 — Medalla Goethe (Instituto Goethe
de Weimar).
·
2004 — Premio José Manuel
Lara por Veinte años y un día.
·
2004 — Premio
Ulysse por el conjunto de su obra.
·
2006 — Premio Annetje Fels-Kupferschmidt.
El
lado siniestro de Jorge Semprún
Semprún expuso su vida
en la lucha contra la dictadura franquista, cierto, pero solo para implantar
otra peor
MADRID, España, julio, www.cubanet.otg -Jorge Semprún ha recibido una salva
casi unánime de panegíricos con motivo de su reciente fallecimiento el pasado 7
de junio. Los comentarios de corte hagiográfico van desde quien lo considera
“un gran hombre” hasta quien lo proclama como el máximo exponente de “la
conciencia de Europa”.
Muy pocos se han atrevido a
señalar una grave acusación que pesa sobre el autor de El largo viaje y lo
vincula a los crímenes contra la humanidad durante el capítulo más negro de la
historia contemporánea. Entre otros, su propio hermano Carlos Semprún Maura,
que fue también luchador antifranquista y militante comunista hasta evolucionar
hacia posiciones liberales, lo acusó sin rodeos de haber sido kapo de los nazis
en su etapa de prisionero en el campo de concentración de Buchenwald.
En su segundo libro de
memorias, A orillas del Sena, un español…,
su hermano Carlos se refiere a Jorge Semprún Maura como “el único kapo
conocido, o sea con éxito de ventas, que ha escrito sus memorias de deportado”.
Y se extraña irónicamente de que, pese al aspecto saludable que presentaba
Jorge Semprún tras su liberación del campo de concentración, “nadie hizo la
menor mención, ni sacó conclusiones, sobre la diferencia que existía entre su
pinta y la pinta cadavérica de otros deportados”.
Otro pariente suyo, el
periodista Ramón Pérez-Maura,
corrobora asimismo que Semprún sirvió de “kapo rojo” en Buchenwald. ¿Será un
ajuste de cuentas, una vendetta por puro cainismo de la parentela rencorosa, o
es un hecho real y verificable? Ciertamente existen testigos directos, sin
vínculo familiar, que recuerdan a Jorge Semprún como kapo en dicho campo de
concentración. Uno de ellos, Stéphane Hessel, ha cobrado renovada actualidad
por ser el autor de Indignaos, el libro que sirvió de inspiración al movimiento
de los “indignados” del 15-M en España. En su testimonio, citado por Juan Pedro Quiñonero,
Hessel asegura que los comunistas, incluyendo a Jorge Semprún, asumieron la
gestión del campo de concentración de Buchenwald.
La acusación no puede ser más
dura y moralmente invalidante, ya que que kapo (acrónimo del alemán kameraden
polizei) era el prisionero que desempeñaba cargos administrativos en el campo
de concentración y, a cambio de ciertos privilegios como preso de confianza, se
prestaba al trabajo sucio y en ocasiones brutal contra sus propios compañeros.
Jorge Semprún, si bien no aceptaba la inculpación de kapo, tampoco la negaba
rotundamente. Permaneció impasible, atrincherado tras el apoyo incondicional de
toda la progresía. A pesar de los testimonios sobre los kapos rojos aportados
por los sobrevivientes de la barbarie nazi, no se encontrará en su obra, que
gira casi toda en torno a su experiencia como deportado en Buchenwald, la menor
referencia al papel de los prisioneros comunistas como colaboradores de los
nazis en los campos de concentración.
Uno desearía al menos
comprender al joven Semprún, un “terrorista” contra los alemanes ocupantes,
como él mismo se calificara, pero al fin y al cabo un muchacho de apenas veinte
años cuando fue capturado por la Gestapo y colocado frente al dilema moral más
difícil de su vida. Vivió más que suficiente para pedir perdón o tan siquiera
explicar que su única opción como militante era cumplir las órdenes del PCF.
Mas no lo hizo. No tuvo la entereza de compartir sus terribles verdades con los
lectores, a no ser al final de su vida y solo mediante vaguedades metafísicas
sobre “el mal en estado puro” que afirmó haber conocido en el campo de concentración,
según nos cuenta Franziska Augstein en la última biografía de Jorge Semprún, publicada el año
pasado en su versión al español.
A pesar del tono más bien
tolerante de la biografía, una obra voluminosa fruto de innumerables horas de
conversación con el biografiado, Augstein no cae en la burda hagiografía ni
escamotea el dato biográfico más controversial. En su calidad de biógrafa
autorizada nos confirma que Semprún, el preso 44904, actuó
como kapo de los nazis al aceptar la innoble tarea de enviar a la muerte a
muchos –tal vez centenares– de los prisioneros del campo de concentración:
…Le asignaron un puesto en la
oficina de Estadística Laboral (Arbeitsstatistik). Oficialmente su tarea
consistía en gestionar el fichero de prisioneros del campo y confeccionar las
listas para los destacamentos que trabajaban fuera del campo. Semprún
manipulaba muchas de estas listas a escondidas: la dirección clandestina del
campo, en un intento de salvar a camaradas y a otros resistentes de confianza,
apuntaba a desconocidos a los durísimos y mortalmente peligrosos comandos de
trabajo.
La línea del Partido era tan
clara como tenebrosa. Los estalinistas aceptaron de los nazis la gestión del
campo de concentración de Buchenwald con el objetivo de sobrevivir. Su
coartada, cínica y oportunista a la vez que criminal, era la supuesta misión de
preservarse para la historia que les correspondía como vanguardia del
proletariado. Ellos eran los elegidos, los que no debían morir, de ahí que
seleccionaran a reclusos no comunistas entre sus compañeros para redirigirlos a
campos de trabajo forzado de los cuales no se regresaba. Así de simple y de
trágico.
La cuestión de los kapos
comprometía demasiado a los dirigentes comunistas, a tal punto que desde la
posguerra se volvió un tema tabú. Con el fin de falsificar esa página de la
historia, el Partido no vaciló en censurar cualquier amago de crítica en ese
sentido, aplicando fuertes sanciones a los militantes que osaran transgredir la
norma. Al escritor Robert Antelme, quien sí volvió del campo de concentración
con la salud seriamente quebrantada, se le ocurrió expresarle a su amigo Jorge
Semprún las reservas que tenía sobre la conducta poco ética de los comunistas
en Buchenwald, y pagó el precio de su franqueza. Antelme asegura que Semprún lo
denunció inmediatamente a la dirección del PCF y que ello le valió su expulsión
del Partido. Por otro lado, la escritora Marguerite Duras, esposa de Antelme y
también comunista activa en la Resistencia francesa, se refería a Semprún como
el chivato que denunció ante la dirección del PCF a casi todos los miembros de
la célula en la rue Saint Benoit, entre los cuales figuraba ella misma.
Jorge Semprún fue un
estalinista de mano dura, un camarada culto, políglota y encantador que
ascendió en 1956 al Buró Político del PCE no precisamente por su gracia y
simpatía. Como comisario cultural, entre otras cosas, se le acusa de
persecución ideológica contra Carmen Laforet, la autora de Nada, ganadora del
Premio Nadal 1944. La novela, que retrata la miseria y grisura bajo el
franquismo de posguerra, fue vetada no por Franco, sino por Semprún, a tal
punto que no se vino a publicar en Francia sino después de la muerte de la
escritora. Su enorme influencia en los medios editoriales franceses logró, 50
años después del hecho, que la Gallimard censurase el pasaje de una biografía
de Marguerite Duras en que, según el escritor y periodista Quiñonero, se contaba la
delación de Jorge Semprún dirigida al Politburó del PCF contra ella y su esposo
Robert Antelme.
No se trata de simples errores
de juventud, sino de bajezas incalificables que no se neutralizan recurriendo
al heroico antifranquismo de un Semprún clandestino bajo el seudónimo de
Federico Sánchez. La leyenda de “el hombre más buscado en España” podrá
resultar fascinante como guion de una película, pero debe ser matizada y puesta
en su justo sitio. Semprún expuso su vida durante nueve años en la lucha
clandestina contra la dictadura franquista, cierto, pero solo con el objetivo
de implantar otra mucho peor, la dictadura del proletariado, un eufemismo cuyo
trágico significado no escapa a ningún cubano de hoy.
Después de veinte años de
practicar el estalinismo puro y duro, Semprún se sintió atraído por la novedad
del eurocomunismo. De repente se dio cuenta, junto al ideólogo Fernando
Claudín, de todos los desmanes del comunismo al estilo soviético, de los cuales
había sido en cierta medida corresponsable. Los dos sufrieron un ataque de
lucidez retrospectiva y fueron expulsados del PCE en 1964 por las diferencias
crecientes con su jefe Santiago Carrillo, el carnicero de Paracuellos del
Jarama. Ambos, como tantos otros rojos radicales, se reciclaron en el entorno
político-cultural del PSOE, al amparo de Felipe González, quien los premió con
importantes cargos institucionales.
Debe añadirse, en justicia, que
los cubanos debemos reconocerle a Jorge Semprún algunos gestos y declaraciones
contrarias al castrismo en momentos en que ningún progre osaba tocar la figura
del dictador cubano ni con el consabido pétalo. Eso se le agradece, desde
luego, pero no es razón suficiente para canonizarlo como el santón supremo de
la progresía. Haber sido un kapo de las SS que decidía sobre la vida y la
muerte de sus compañeros en el campo de concentración, y después, durante años,
un estalinista implacable que ejercía inquisitorialmente como comisario
cultural, no son precisamente méritos en el historial de nadie. Es una vileza
imperdonable, incluso punible, que no admite maquillajes del currículum, máxime
si jamás se oyó al respecto una mínima frase de perdón o arrepentimiento. No
importa que el personaje se llame Jorge Semprún y exhiba el más brillante
palmarés como intelectual y escritor. Sigue siendo la misma infamia.
NOTAS BIOGRÁFICAS
Jorge Semprún nació en Madrid en 1923 y falleció en París el 7 de junio de 2011. El
estallido de la guerra civil obligó a su familia a refugiarse en Francia y
dirigirse a La Haya, donde su padre trabajaba al servicio de la República. Se
instaló en París en 1939 y, comprometido ya con el comunismo, luchó en la
Resistencia contra la ocupación alemana. Fue apresado en 1943 y deportado al
campo de concentración de Buchenwald, una experiencia que marcaría su obra
literaria y su compromiso político. Tras su liberación, en 1945, se convirtió
en un miembro destacado del Partido Comunista español en el exilio y, bajo el
alias de Federico Sánchez, en un activo agente clandestino en la España
franquista. Por sus discrepancias con la línea oficial, en 1964 fue expulsado
del partido. Entre 1988 y 1991 fue ministro de Cultura en el gobierno de Felipe
González. Su obra literaria, de hondas raíces autobiográficas, ha merecido,
entre otros, los premios Formentor (1964), Planeta (1977), Fémina (1969 y
1994), el Premio de la Paz de los libreros alemanes (1994), el Jerusalén
(1997), el Premio Nonino (1999), la medalla Goethe (2003), el Fundación Lara
(2003), el Annetje Fels-Kupferschmidt (2006) y el Terenci Moix (2010).
Jorge Semprún
falleció el 7 de junio de 2011, en su residencia de París, a los 87 años de
edad.
Adiós a la memoria del Holocausto
Muere a los 87 años de edad el intelectual,
escritor, cineasta y exministro de Cultura, superviviente del campo de
Buchenwald
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Jorge Semprún, en su casa de París el pasado noviembre. M.
Medina
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Fallece a los 87 años el
escritor y político Jorge Semprún
"¡Si pierdes un libro, estás
obligado a reponerlo! ¡Si no obedeces la orden, serás castigado!". Aquella
leyenda corría por la primera página de todos los libros de la biblioteca del
campo de concentración de Buchenwald (uno de los más grandes en territorio
alemán). Había cerca de 14.000 ejemplares y de entre todos sobresalía ¡Absalon,
Absalon! en las lecturas de Jorge Semprún. El paraíso para el intelectual,
escritor, cineasta y exministro de Cultura (entre 1988 y 1991, con el Gobierno
de Felipe González) podía estar en el mismo infierno, si allí dejaban un hueco
para una biblioteca. Ayer, agotado, fallecía Semprún a los 87 años de edad, en
la ciudad de la luz, donde había fijado su residencia desde su liberación del
campo, en 1945.
Entre los volúmenes dispuestos en
las estanterías de su luminosa buhardilla de París, la leyenda del horror había
desaparecido. El pasado noviembre, cuando recibió en su casa a este periódico
por la salida de la biografía Lealtad y traición (Tusquets), no dejó de repetir
que era "un hombre con suerte". Cualquiera podría pensar lo
contrario. Pero él solía agarrarse a un hecho para verle la cara buena a su
paso por el Holocausto: al llegar a Buchenwald el 29 de enero de 1944 fue
inscrito como "estucador", no como "estudiante". Una
palabra que le salvó la vida, una
palabra que le convirtió en miembro útil para la comunidad del campo.
"Buchenwald fue construido para presos políticos, no había cámaras de gas.
Eran los propios presos los que organizaban la vida del campo. Los libros
enviados por las familias debían ser en alemán, era la única restricción. Ahora
bien, esa biblioteca estaba reservada a unos pocos privilegiados. La mayoría de
las personas del campo no sabía ni si quiera que allí, entre el barracón cinco
y el secretariado, había una biblioteca. Y si alguien lo sabía, debía tener
tiempo para leer. En ese sentido, mi trabajo era privilegiado, porque por las
noches podía leer", recordaba, envuelto en un armazón ya por entonces
frágil. Las lecturas, reconocía, le ayudaron a sobrevivir.
Franziska Augstein, la autora de
su biografía más reciente, escribe en el libro que a Semprún le dolió más la
expulsión del PCE que la estancia en el campo de concentración. Él contaba con
tranquilidad que todavía guardaba las secuelas del frío de aquella ladera en la
que se encontraba Buchenwald, y tenía la costumbre de protegerse de la humedad
y resguardar bien sus pies."Físicamente el dolor del campo era
infinitamente superior", confesaba. Hambre, agotamiento y frío, pero
seguía sin entender su destitución: "Lo que no es lógico es que te
expulsen de un partido que has ayudado a construir porque tengas ideas
distintas. Una expulsión sin debate, como si fueras agente de la CIA",
explicaba dolido.
La vida y obra de Jorge Semprún
han estado marcadas por la experiencia del totalitarismo. Pasó la Guerra Civil
en Bruselas, donde su padre era embajador, pero al llegar a París, mientras
España comenzaba su posguerra, tuvo que convivir con la ocupación nazi. Así que decidió enrolarse en la
resistencia francesa. Fue detenido y mandado al mencionado campo de
Buchenwald, al que sobrevivió para figurar en los cincuenta y sesenta como
Federico Sánchez, su nombre en la clandestinidad de dirigente del PCE. En 1962
fue retirado de la actividad clandestina por Santiago Carrillo y sustituido por
Julián Grimau. En 1964 fue expulsado del partido junto con Fernando Claudín por
divergencias con respecto a la línea oficial.
Sueños comunistas
Por las noches soñaba que
conseguía la mayoría necesaria para transformar la política del PCE, que años
más tarde se utilizó con el nombre de Eurocomunismo. Podría haberse hecho
antes, cuando él lo propuso y por lo que fue apartado: "Pero antes habría
sido una política inventada por Claudín y apoyada por Federico Sánchez y no la
política de Carrillo. En la última entrevista que tuve con él, ya fuera del
partido, le dije: ‘Un día te encontrarás con que esas ideas que ahora criticas
las defenderás y estarás solo'. Y él contestó con mucha razón, pero con mucha
arrogancia, porque es un hombre muy
seguro de sí mismo y engreído: ‘Sí, pero serán mis ideas".
El mundo tenía un lugar para un
comunista como él, porque lo inventaba cada día, decía con ironía. "El
fracaso de la revolución comunista no significa que la sociedad actual sea una
sociedad justa. La economía de mercado provoca cada día injusticias y focos de
desigualdad", palabras de un hombre sensato. Al final de una de sus
películas, el protagonista aparece con una frase que retumba hoy más que nunca: "He perdido mis certidumbres,
he conservado mis ilusiones".
Desde la distancia ha vivido el
problema de este país con su memoria. Se refería a España como un país
"extraño", en el que el régimen de la monarquía parlamentaria se basa
en los valores que defendió la Segunda República, "pero la memoria está
construida en torno a los valores de los vencedores". "Debemos
aspirar a un equilibrio", pedía. "Está claro que el argumento de la
derecha para no hacerlo es revivir las heridas del pasado. Pero hoy la
democracia está lo suficientemente fuerte como para permitirse el lujo de tener
dos memorias".
Semprún quiso salir de la
desmemoria, aunque asumía que había casos en los que el silencio también era
positivo, y señalaba su propia experiencia: "Primero, apaciguar la memoria para cerrar una
reconciliación nacional", contaba mientras aludía al espíritu de la
Transición española que él mismo protagonizó. "En España hubo un proceso
de transición basado en la amnistía y la amnesia y fue positivo".
Esta es la historia de quien hizo
de la política el motor de su vida, y esta le pagó con la peor de las monedas.
La literatura nunca le abandonó.
El preso 44.904 de Buchenwald
por ESTHER MUCIENTES
Tenía 20 años y allí estuvo hasta
los 22, marcado en su uniforme de preso por el número 44.904. 10.000 españoles
murieron en el campo de concentración nazi de Buchenwald (Este de Alemania),
pero quedó un testigo, quedó el recuerdo de Jorge Semprún, sus imágenes,
sus horrores, su memoria..., que trasladó con pulso firme como testigo
directo de la crueldad del siglo XX.
«Fui un hombre con suerte», repetía.
Cuando le detuvo la Gestapo en París por colaborar con la 'Resistance' y le
deportaron a Buchenwald, no imaginaba que la palabra 'estucador' le iba a
salvar de lo que era una sentencia de muerte segura.
Ser 'estucador' y no ser 'estudiante' significaba ser útil en el campo de concentración y, por tanto, alargar la vida. Y allí la extendió hasta el infinito acompañado por su pasión y por el que se convertiría en su salvador: el libro '¡Absalón, Absalón!'
Como explicó en su biografía, 'Lealtad y traición' (Tusquets Editores, 2010), la literatura se convirtió en su vía de escape, en su salvavidas para escapar de la barbarie. «Cada línea era un triunfo», contaba mientras se mezclaban los recuerdos de la biblioteca de prisioneros.
«La mayoría de las personas del campo no sabía ni siquiera que allí, entre el barracón cinco y el secretariado, había una biblioteca (...) Pero mi trabajo me permitía leer cada noche». Pero la memoria de este apátrida no termina en Absalón ni en el 44.904. No acabará nunca. En el ensayo 'La Europa de ayer y de hoy. Una tumba en las nubes', Semprún recupera de nuevo ese testimonio. Fue el 11 de abril de 1945, junto con otros deportados, cuando el escritor se levantaba en armas y cerraba las puertas del infierno.
Ironías de la vida, dos soldados estadounidenses judíos de origen alemán les liberaron. Un infierno que después recuperarían los soviéticos en lo que se convirtió en el Campo Especial nº 2, abierto hasta enero de 1950.
«No sabemos lo que pensaron los dos americanos al bajarse del jeep y contemplar la inscripción en letras de hierro forjado que se encuentra en la verja del portal de Buchenwald: Jedem das Seine. No sabemos si tuvieron tiempo de tomar nota mentalmente de tamaño cinismo, criminal y arrogante. ¡Una sentencia que alude a la igualdad entre seres humanos, a la entrada de un campo de concentración, lugar mortífero, lugar consagrado a la injusticia más arbitraria y brutal, donde sólo existía para los deportados la igualdad ante la muerte!», contaría 65 años después de dejar el averno.
Ser 'estucador' y no ser 'estudiante' significaba ser útil en el campo de concentración y, por tanto, alargar la vida. Y allí la extendió hasta el infinito acompañado por su pasión y por el que se convertiría en su salvador: el libro '¡Absalón, Absalón!'
Como explicó en su biografía, 'Lealtad y traición' (Tusquets Editores, 2010), la literatura se convirtió en su vía de escape, en su salvavidas para escapar de la barbarie. «Cada línea era un triunfo», contaba mientras se mezclaban los recuerdos de la biblioteca de prisioneros.
«La mayoría de las personas del campo no sabía ni siquiera que allí, entre el barracón cinco y el secretariado, había una biblioteca (...) Pero mi trabajo me permitía leer cada noche». Pero la memoria de este apátrida no termina en Absalón ni en el 44.904. No acabará nunca. En el ensayo 'La Europa de ayer y de hoy. Una tumba en las nubes', Semprún recupera de nuevo ese testimonio. Fue el 11 de abril de 1945, junto con otros deportados, cuando el escritor se levantaba en armas y cerraba las puertas del infierno.
Ironías de la vida, dos soldados estadounidenses judíos de origen alemán les liberaron. Un infierno que después recuperarían los soviéticos en lo que se convirtió en el Campo Especial nº 2, abierto hasta enero de 1950.
«No sabemos lo que pensaron los dos americanos al bajarse del jeep y contemplar la inscripción en letras de hierro forjado que se encuentra en la verja del portal de Buchenwald: Jedem das Seine. No sabemos si tuvieron tiempo de tomar nota mentalmente de tamaño cinismo, criminal y arrogante. ¡Una sentencia que alude a la igualdad entre seres humanos, a la entrada de un campo de concentración, lugar mortífero, lugar consagrado a la injusticia más arbitraria y brutal, donde sólo existía para los deportados la igualdad ante la muerte!», contaría 65 años después de dejar el averno.
Semprún se recordaría años después
en 'La escritura o la vida' como «un vivo sin rostro», un joven «enflaquecido,
pero vivo». Sobre todo vivo. Seis décadas después de aquel 11 de abril, Semprún
volvió a Buchenwald, y se encontró con Virgilio y con Vicente y con muchos
otros que le acompañaron en «la frontera última de una vida de
certidumbres destruidas».
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