miércoles, 19 de febrero de 2014

JORGE SEMPRÚN (1923.2011), HOMBRE POLÉMICO

JORGE SEMPRÚN (1923-2011)
Biografía
Nacio el 10 de diciembre de 1923, en Madrid, España; falleció en París, Francia, el 7 de junio de 2011.
Semprún pertenecía a una familia de clase alta. Por parte de su madre, Susana Maura Gamazo (muerta en 1931), era nieto del político conservador Antonio Maura, cinco veces Presidente del Gobierno durante el reinado de Alfonso XIII. Su padre fue el intelectual republicano José María Semprún y Gurrea, profesor y jurista, gobernador civil de provincia al comienzo de la República. Por la rama paterna era sobrino-nieto del que fuera alcalde de Madrid y Valladolid Manuel de Semprún y Pombo, del que fuera senador del Reino José María de Semprún y Pombo y de la hermana de los anteriores, Clotilde de Semprún y Pombo (condesa de Cabarrús y vizcondesa de Rambouillet por matrimonio con Cipriano Fernández de Angulo y de Cabarrús). Era, por tanto, bisnieto del que fuera senador electo y vitalicio, así como vicecónsul de Portugal, José María de Semprún y Álvarez de Velasco (casado con Carmen Pombo Fernández de Bustamante), sobrino-tataranieto de Juan Pombo Conejo (I Marqués de Casa-Pombo) y primo-segundo del que fuera alcalde de Valladolid entre los años 1957–1961 José Luis Gutiérrez de Semprún.
En 1939, después de la Guerra Civil Española, pasada en La Haya, donde su padre era Embajador de España, su familia se trasladó a París, donde, desde 1941, Jorge cursó estudios de Filosofía en la Universidad de La Sorbona.
Durante la Segunda Guerra Mundial, ocupada Francia por la Alemania nazi, combatió entre los partisanos de la Resistencia, como muchos otros españoles refugiados en Francia después de la Guerra Civil. Se afilió en1942 al Partido Comunista de España (PCE). En 1943, tras ser denunciado, fue detenido, torturado y posteriormente deportado al campo de concentración de Buchenwald, estancia que marcaría su posterior experiencia literaria y política.1 De hecho, recogerá en varios de sus libros su trabajo en la administración del campo. Tras su liberación, fue recibido como un héroe en París, donde fijó su residencia.
Su paso por Buchenwald ha sido objeto de una cierta controversia. Su hermano Carlos Semprún Maura, con el que mantuvo una relación difícil a lo largo de su vida, llegó a acusarle de haber sido kapo (kamaraden polizei), como se llamaba a los presos que colaboraban con las autoridades. Esta acusación no está corroborada por ninguna fuente fiable. Stéphane Hessel, que estuvo en Buchenwald, critica la falta de solidaridad de los comunistas del campo con otros presos, pero no hace la menor alusión a que Semprún fuese kapo.2
Desde 1945 hasta 1952 trabajó para la UNESCO; en 1952, empezó a trabajar permanentemente para el PCE, llegando a formar parte del Comité Central desde 1954 y del Comité Ejecutivo desde 1956. Dentro del partido, realizó una intensa actividad clandestina en España bajo el alias de Federico Sánchez(entre otros3 ). Pero tuvo también un papel en la dirección del partido: en 1959 estuvo en Uspénskoye (URSS), con la delegación informada en primer lugar de la dimisión de Dolores Ibárruri (publicada en 1960). Su trabajo clandestino en España se desarrolló entre junio de 1953 y diciembre de 1962. En ese mes fue retirado de la actividad clandestina por Santiago Carrillo y sustituido por José Sandoval, como medida de precaución porque el mes anterior había sido detenido Julián Grimau, quien había llegado a España en 1959 para sustituir a Simón Sánchez Montero que acababa de ser detenido.
En 1964 fue expulsado del partido junto con Fernando Claudín por divergencias con respecto a la línea oficial. En 1966, pidió y obtuvo del Ministerio de Gobernación español (el equivalente al actual Ministerio de Interior), a pesar de algunas reticencias de los franquistas, un pasaporte con su nombre oficial. Desde este momento, su actividad se centró en su carrera literaria. Su renuncia coincidió con la publicación en 1963 de El largo viaje, un libro comenzado en Madrid en el período de la clandestinidad (durante una semana de total inactividad por precaución).
No volvería a participar activamente en política hasta que, entre 1988 y 1991, fue nombrado Ministro de Cultura en el Gobierno socialista de Felipe González. Inicialmente su nombramiento fue muy criticado, ya que no vivía en España y se dijo que desconocía totalmente el panorama cultural y político del país en que iba a ser ministro. Su estancia en el cargo estuvo marcada por el enfrentamiento con Alfonso Guerra, vicepresidente del Gobierno y vicesecretario general del PSOE, tal y como recoge en Federico Sánchez se despide de ustedes.
Contrajo nupcias en 1949 con la actriz Loleh Bellon4 (de este matrimonio nació Jaime Semprún en 1947, también escritor, fallecido en agosto de 2010) y en segundas nupcias en 1958 con Colette Leloup.5
Falleció en París el 7 de junio de 2011, a los 87 años,6 7 y fue enterrado en Garentreville con una bandera republicana sobre su ataúd.8 El 26 de noviembre de 2011 se le rindió por amigos y allegados un emotivo homenaje en Biriatou, donde vivió durante unos años, y lugar donde el quiso ser enterrado.9 10 11 12
Obra literaria
Toda su obra escrita, ya novelas u obras autobiográficas, está fuertemente influida por sus peripecias vitales, en particular su paso por el campo de concentración de Buchenwald (El largo viajeLa escritura o la vidaAquel domingoViviré con su nombre, morirá con el mío). Su expulsión del Partido Comunista queda reflejada en Autobiografía de Federico Sánchez, mientras que Federico Sánchez se despide de ustedes narra el período, entre 1988 y1991, en que fue Ministro de Cultura en el Gobierno de Felipe González.
Hasta 2003, todas sus obras de ficción habían sido escritas en francés, sólo utilizando el castellano para algunos de sus libros biográficos. En dicho año se publica la primera novela de Semprún escrita originalmente en castellano, Veinte años y un día.
Ha recibido múltiples premios internacionales (Femina, Formentor, Premio de la Paz de la Feria del Libro de FráncfortJerusalem de Literatura, etc.).
La obra escrita de Semprún no se limita a la literatura, sino que ha desarrollado una amplia carrera como guionista cinematográfico, siendo autor de guiones clásicos del cine francés como Z, de Costa-Gavras, y Stavisky, de Alain Resnais. En este campo ha tenido también proyectos truncados, como fue su trabajo en la adaptación de la novela de Boualem Sansal El juramento de los bárbaros, que Costa-Gavras quería llevar al cine, pero que finalmente no hizo.13
Convencido europeísta, ha escrito, a cuatro manos junto al ex Primer Ministro francés Dominique de Villepin, el libro El hombre europeo, y ha publicado un volumen recopilatorio de artículos, conferencias y discursos sobre el tema, titulado Pensar en Europa.
También es el autor de la obra de teatro Gurs, una tragedia europea, relativa al campo de refugiados de este nombre y de una versión de Las troyanas.
Obras publicadas
·         1963 — El largo viaje (escrito en francés, Le grand voyage).
·         1967 — El desvanecimiento (escrito en francés, L'évanouissement).
·         1969 — La segunda muerte de Ramón Mercader (escrito en francés, La deuxième mort de Ramón Mercader).
·         1977 — Autobiografía de Federico Sánchez (escrito en castellano).
·         1980 — Aquel domingo (escrito en francés, Quel beau dimanche!; traducción literal: ¡Qué bello domingo!).
·         1981 — La algarabía (escrito en francés, L'algarabie; esta palabra no existe en francés).
·         1983 — Biografía de Yves Montand (escrito en francés, Montand la vie continue)
·         1986 — La montaña blanca (escrito en francés, La montagne blanche).
·         1987 — Netchaiev ha vuelto (escrito en francés, Netchaïev est de retour).
·         1993 — Federico Sánchez se despide de ustedes (escrito en francés, Federico Sánchez vous salue bien).
·         1994 — La escritura o la vida (escrito en francés, L'écriture ou la vie).
·         1998 — Adiós, luz de veranos (escrito en francés, Adieu, vive clarté...; traducción literal: Adiós, viva claridad...).
·         2001 — Viviré con su nombre, morirá con el mío (escrito en francés, Le mort qu'il faut; traducción literal: El muerto que hace falta).
·         2003 — Blick auf Deutschland.
·         2003 — Veinte años y un día (escrito en castellano).
·         2005 — El hombre europeo, junto a Dominique de Villepin (escrito en francés, L'Homme européen).
·         2006 — Pensar en Europa (recopilación de artículos, conferencias y discursos).
Filmografía
Ha participado como guionista (salvo que se indique lo contrario) en los siguientes largometrajes:
·         1966 — Objectif 500 millions, de Pierre Schoendoerffer.
·         1966 — La guerra ha terminado, de Alain Resnais.
·         1969 — Z, de Costa-Gavras.
·         1970 — La confesión, de Costa-Gavras.
·         1972 — El atentado, de Yves Boisset.
·         1974 — Las dos memorias, guion y dirección.
·         1974 — Stavisky, de Alain Resnais.
·         1975 — Section spéciale, de Costa-Gavras.
·         1976 — Une femme à sa fenêtre, de Pierre Granier-Deferre.
·         1978 — Las rutas del sur, de Joseph Losey.
·         1983 — Los desastres de la guerra, de Mario Camus (serie de televisión).
·         1986 — Les Trottoirs de Saturne, de Hugo Santiago.
·         1991 — Netchaiev ha vuelto, de Jacques Deray; adaptación de su novela realizada por Dan Franck y Jacques Deray.
·         1995 — El caso Dreyfus, de Yves Boisset (serie de televisión).
·         1997 — K, de Alexandre Arcady.
Premios y distinciones
·         1964 — Premio Formentor por El largo viaje.
·         1967 — Nominado al Oscar - Mejor Guión por La guerra ha terminado
·         1969 — Premio Femina (Francia) por La segunda muerte de Ramón Mercader.
·         1969 — Nominado al Oscar - Mejor Guión por Z
·         1977 — Premio Planeta por Autobiografía de Federico Sánchez.
·         1994 — Premio Femina Vacaresco por La escritura o la vida.
·         1997 — Premio Jerusalem por la Libertad del Individuo en la Sociedad (Feria Internacional del Libro de Jerusalem).
·         1996 — Elegido miembro de la Academia Goncourt.
·         1999 — Premio Nonino.
·         2003 — X Premio Blanquerna (Generalitat de Catalunya).
·         2003 — Medalla Goethe (Instituto Goethe de Weimar).
·         2004 — Premio José Manuel Lara por Veinte años y un día.
·         2004 — Premio Ulysse por el conjunto de su obra.
·         2006 — Premio Annetje Fels-Kupferschmidt.

El lado siniestro de Jorge Semprún

Semprún expuso su vida en la lucha contra la dictadura franquista, cierto, pero solo para implantar otra peor

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MADRID, España, julio, www.cubanet.otg -Jorge Semprún ha recibido una salva casi unánime de panegíricos con motivo de su reciente fallecimiento el pasado 7 de junio. Los comentarios de corte hagiográfico van desde quien lo considera “un gran hombre” hasta quien lo proclama como el máximo exponente de “la conciencia de Europa”.
Muy pocos se han atrevido a señalar una grave acusación que pesa sobre el autor de El largo viaje y lo vincula a los crímenes contra la humanidad durante el capítulo más negro de la historia contemporánea. Entre otros, su propio hermano Carlos Semprún Maura, que fue también luchador antifranquista y militante comunista hasta evolucionar hacia posiciones liberales, lo acusó sin rodeos de haber sido kapo de los nazis en su etapa de prisionero en el campo de concentración de Buchenwald.
En su segundo libro de memorias, A orillas del Sena, un español…, su hermano Carlos se refiere a Jorge Semprún Maura como “el único kapo conocido, o sea con éxito de ventas, que ha escrito sus memorias de deportado”. Y se extraña irónicamente de que, pese al aspecto saludable que presentaba Jorge Semprún tras su liberación del campo de concentración, “nadie hizo la menor mención, ni sacó conclusiones, sobre la diferencia que existía entre su pinta y la pinta cadavérica de otros deportados”.
Otro pariente suyo, el periodista Ramón Pérez-Maura, corrobora asimismo que Semprún sirvió de “kapo rojo” en Buchenwald. ¿Será un ajuste de cuentas, una vendetta por puro cainismo de la parentela rencorosa, o es un hecho real y verificable? Ciertamente existen testigos directos, sin vínculo familiar, que recuerdan a Jorge Semprún como kapo en dicho campo de concentración. Uno de ellos, Stéphane Hessel, ha cobrado renovada actualidad por ser el autor de Indignaos, el libro que sirvió de inspiración al movimiento de los “indignados” del 15-M en España. En su testimonio, citado por Juan Pedro Quiñonero, Hessel asegura que los comunistas, incluyendo a Jorge Semprún, asumieron la gestión del campo de concentración de Buchenwald.
La acusación no puede ser más dura y moralmente invalidante, ya que que kapo (acrónimo del alemán kameraden polizei) era el prisionero que desempeñaba cargos administrativos en el campo de concentración y, a cambio de ciertos privilegios como preso de confianza, se prestaba al trabajo sucio y en ocasiones brutal contra sus propios compañeros. Jorge Semprún, si bien no aceptaba la inculpación de kapo, tampoco la negaba rotundamente. Permaneció impasible, atrincherado tras el apoyo incondicional de toda la progresía. A pesar de los testimonios sobre los kapos rojos aportados por los sobrevivientes de la barbarie nazi, no se encontrará en su obra, que gira casi toda en torno a su experiencia como deportado en Buchenwald, la menor referencia al papel de los prisioneros comunistas como colaboradores de los nazis en los campos de concentración.
Uno desearía al menos comprender al joven Semprún, un “terrorista” contra los alemanes ocupantes, como él mismo se calificara, pero al fin y al cabo un muchacho de apenas veinte años cuando fue capturado por la Gestapo y colocado frente al dilema moral más difícil de su vida. Vivió más que suficiente para pedir perdón o tan siquiera explicar que su única opción como militante era cumplir las órdenes del PCF. Mas no lo hizo. No tuvo la entereza de compartir sus terribles verdades con los lectores, a no ser al final de su vida y solo mediante vaguedades metafísicas sobre “el mal en estado puro” que afirmó haber conocido en el campo de concentración, según nos cuenta Franziska Augstein en la última biografía de Jorge Semprún, publicada el año pasado en su versión al español.
A pesar del tono más bien tolerante de la biografía, una obra voluminosa fruto de innumerables horas de conversación con el biografiado, Augstein no cae en la burda hagiografía ni escamotea el dato biográfico más controversial. En su calidad de biógrafa autorizada nos confirma que Semprún, el preso 44904, actuó como kapo de los nazis al aceptar la innoble tarea de enviar a la muerte a muchos –tal vez centenares– de los prisioneros del campo de concentración:
…Le asignaron un puesto en la oficina de Estadística Laboral (Arbeitsstatistik). Oficialmente su tarea consistía en gestionar el fichero de prisioneros del campo y confeccionar las listas para los destacamentos que trabajaban fuera del campo. Semprún manipulaba muchas de estas listas a escondidas: la dirección clandestina del campo, en un intento de salvar a camaradas y a otros resistentes de confianza, apuntaba a desconocidos a los durísimos y mortalmente peligrosos comandos de trabajo.
La línea del Partido era tan clara como tenebrosa. Los estalinistas aceptaron de los nazis la gestión del campo de concentración de Buchenwald con el objetivo de sobrevivir. Su coartada, cínica y oportunista a la vez que criminal, era la supuesta misión de preservarse para la historia que les correspondía como vanguardia del proletariado. Ellos eran los elegidos, los que no debían morir, de ahí que seleccionaran a reclusos no comunistas entre sus compañeros para redirigirlos a campos de trabajo forzado de los cuales no se regresaba. Así de simple y de trágico.
La cuestión de los kapos comprometía demasiado a los dirigentes comunistas, a tal punto que desde la posguerra se volvió un tema tabú. Con el fin de falsificar esa página de la historia, el Partido no vaciló en censurar cualquier amago de crítica en ese sentido, aplicando fuertes sanciones a los militantes que osaran transgredir la norma. Al escritor Robert Antelme, quien sí volvió del campo de concentración con la salud seriamente quebrantada, se le ocurrió expresarle a su amigo Jorge Semprún las reservas que tenía sobre la conducta poco ética de los comunistas en Buchenwald, y pagó el precio de su franqueza. Antelme asegura que Semprún lo denunció inmediatamente a la dirección del PCF y que ello le valió su expulsión del Partido. Por otro lado, la escritora Marguerite Duras, esposa de Antelme y también comunista activa en la Resistencia francesa, se refería a Semprún como el chivato que denunció ante la dirección del PCF a casi todos los miembros de la célula en la rue Saint Benoit, entre los cuales figuraba ella misma.
Jorge Semprún fue un estalinista de mano dura, un camarada culto, políglota y encantador que ascendió en 1956 al Buró Político del PCE no precisamente por su gracia y simpatía. Como comisario cultural, entre otras cosas, se le acusa de persecución ideológica contra Carmen Laforet, la autora de Nada, ganadora del Premio Nadal 1944. La novela, que retrata la miseria y grisura bajo el franquismo de posguerra, fue vetada no por Franco, sino por Semprún, a tal punto que no se vino a publicar en Francia sino después de la muerte de la escritora. Su enorme influencia en los medios editoriales franceses logró, 50 años después del hecho, que la Gallimard censurase el pasaje de una biografía de Marguerite Duras en que, según el escritor y periodista Quiñonero, se contaba la delación de Jorge Semprún dirigida al Politburó del PCF contra ella y su esposo Robert Antelme.
No se trata de simples errores de juventud, sino de bajezas incalificables que no se neutralizan recurriendo al heroico antifranquismo de un Semprún clandestino bajo el seudónimo de Federico Sánchez. La leyenda de “el hombre más buscado en España” podrá resultar fascinante como guion de una película, pero debe ser matizada y puesta en su justo sitio. Semprún expuso su vida durante nueve años en la lucha clandestina contra la dictadura franquista, cierto, pero solo con el objetivo de implantar otra mucho peor, la dictadura del proletariado, un eufemismo cuyo trágico significado no escapa a ningún cubano de hoy.
Después de veinte años de practicar el estalinismo puro y duro, Semprún se sintió atraído por la novedad del eurocomunismo. De repente se dio cuenta, junto al ideólogo Fernando Claudín, de todos los desmanes del comunismo al estilo soviético, de los cuales había sido en cierta medida corresponsable. Los dos sufrieron un ataque de lucidez retrospectiva y fueron expulsados del PCE en 1964 por las diferencias crecientes con su jefe Santiago Carrillo, el carnicero de Paracuellos del Jarama. Ambos, como tantos otros rojos radicales, se reciclaron en el entorno político-cultural del PSOE, al amparo de Felipe González, quien los premió con importantes cargos institucionales.
Debe añadirse, en justicia, que los cubanos debemos reconocerle a Jorge Semprún algunos gestos y declaraciones contrarias al castrismo en momentos en que ningún progre osaba tocar la figura del dictador cubano ni con el consabido pétalo. Eso se le agradece, desde luego, pero no es razón suficiente para canonizarlo como el santón supremo de la progresía. Haber sido un kapo de las SS que decidía sobre la vida y la muerte de sus compañeros en el campo de concentración, y después, durante años, un estalinista implacable que ejercía inquisitorialmente como comisario cultural, no son precisamente méritos en el historial de nadie. Es una vileza imperdonable, incluso punible, que no admite maquillajes del currículum, máxime si jamás se oyó al respecto una mínima frase de perdón o arrepentimiento. No importa que el personaje se llame Jorge Semprún y exhiba el más brillante palmarés como intelectual y escritor. Sigue siendo la misma infamia.
NOTAS BIOGRÁFICAS 


Jorge Semprún nació en Madrid en 1923 y falleció en París el 7 de junio de 2011. El estallido de la guerra civil obligó a su familia a refugiarse en Francia y dirigirse a La Haya, donde su padre trabajaba al servicio de la República. Se instaló en París en 1939 y, comprometido ya con el comunismo, luchó en la Resistencia contra la ocupación alemana. Fue apresado en 1943 y deportado al campo de concentración de Buchenwald, una experiencia que marcaría su obra literaria y su compromiso político. Tras su liberación, en 1945, se convirtió en un miembro destacado del Partido Comunista español en el exilio y, bajo el alias de Federico Sánchez, en un activo agente clandestino en la España franquista. Por sus discrepancias con la línea oficial, en 1964 fue expulsado del partido. Entre 1988 y 1991 fue ministro de Cultura en el gobierno de Felipe González. Su obra literaria, de hondas raíces autobiográficas, ha merecido, entre otros, los premios Formentor (1964), Planeta (1977), Fémina (1969 y 1994), el Premio de la Paz de los libreros alemanes (1994), el Jerusalén (1997), el Premio Nonino (1999), la medalla Goethe (2003), el Fundación Lara (2003), el Annetje Fels-Kupferschmidt (2006) y el Terenci Moix (2010).


Jorge Semprún falleció el 7 de junio de 2011, en su residencia de París, a los 87 años de edad.

Adiós a la memoria del Holocausto

Muere a los 87 años de edad el intelectual, escritor, cineasta y exministro de Cultura, superviviente del campo de Buchenwald

PEIO H. RIAÑO Madrid 08/06/2011 00:54 Actualizado: 08/06/2011 01:10
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Jorge Semprún, en su casa de París el pasado noviembre. M. Medina

Jorge Semprún, en su casa de París el pasado noviembre. M. Medina

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"¡Si pierdes un libro, estás obligado a reponerlo! ¡Si no obedeces la orden, serás castigado!". Aquella leyenda corría por la primera página de todos los libros de la biblioteca del campo de concentración de Buchenwald (uno de los más grandes en territorio alemán). Había cerca de 14.000 ejemplares y de entre todos sobresalía ¡Absalon, Absalon! en las lecturas de Jorge Semprún. El paraíso para el intelectual, escritor, cineasta y exministro de Cultura (entre 1988 y 1991, con el Gobierno de Felipe González) podía estar en el mismo infierno, si allí dejaban un hueco para una biblioteca. Ayer, agotado, fallecía Semprún a los 87 años de edad, en la ciudad de la luz, donde había fijado su residencia desde su liberación del campo, en 1945.
Entre los volúmenes dispuestos en las estanterías de su luminosa buhardilla de París, la leyenda del horror había desaparecido. El pasado noviembre, cuando recibió en su casa a este periódico por la salida de la biografía Lealtad y traición (Tusquets), no dejó de repetir que era "un hombre con suerte". Cualquiera podría pensar lo contrario. Pero él solía agarrarse a un hecho para verle la cara buena a su paso por el Holocausto: al llegar a Buchenwald el 29 de enero de 1944 fue inscrito como "estucador", no como "estudiante". Una palabra que le salvó la vida, una palabra que le convirtió en miembro útil para la comunidad del campo. "Buchenwald fue construido para presos políticos, no había cámaras de gas. Eran los propios presos los que organizaban la vida del campo. Los libros enviados por las familias debían ser en alemán, era la única restricción. Ahora bien, esa biblioteca estaba reservada a unos pocos privilegiados. La mayoría de las personas del campo no sabía ni si quiera que allí, entre el barracón cinco y el secretariado, había una biblioteca. Y si alguien lo sabía, debía tener tiempo para leer. En ese sentido, mi trabajo era privilegiado, porque por las noches podía leer", recordaba, envuelto en un armazón ya por entonces frágil. Las lecturas, reconocía, le ayudaron a sobrevivir.
Franziska Augstein, la autora de su biografía más reciente, escribe en el libro que a Semprún le dolió más la expulsión del PCE que la estancia en el campo de concentración. Él contaba con tranquilidad que todavía guardaba las secuelas del frío de aquella ladera en la que se encontraba Buchenwald, y tenía la costumbre de protegerse de la humedad y resguardar bien sus pies."Físicamente el dolor del campo era infinitamente superior", confesaba. Hambre, agotamiento y frío, pero seguía sin entender su destitución: "Lo que no es lógico es que te expulsen de un partido que has ayudado a construir porque tengas ideas distintas. Una expulsión sin debate, como si fueras agente de la CIA", explicaba dolido.
La vida y obra de Jorge Semprún han estado marcadas por la experiencia del totalitarismo. Pasó la Guerra Civil en Bruselas, donde su padre era embajador, pero al llegar a París, mientras España comenzaba su posguerra, tuvo que convivir con la ocupación nazi. Así que decidió enrolarse en la resistencia francesa. Fue detenido y mandado al mencionado campo de Buchenwald, al que sobrevivió para figurar en los cincuenta y sesenta como Federico Sánchez, su nombre en la clandestinidad de dirigente del PCE. En 1962 fue retirado de la actividad clandestina por Santiago Carrillo y sustituido por Julián Grimau. En 1964 fue expulsado del partido junto con Fernando Claudín por divergencias con respecto a la línea oficial.

Sueños comunistas

Por las noches soñaba que conseguía la mayoría necesaria para transformar la política del PCE, que años más tarde se utilizó con el nombre de Eurocomunismo. Podría haberse hecho antes, cuando él lo propuso y por lo que fue apartado: "Pero antes habría sido una política inventada por Claudín y apoyada por Federico Sánchez y no la política de Carrillo. En la última entrevista que tuve con él, ya fuera del partido, le dije: ‘Un día te encontrarás con que esas ideas que ahora criticas las defenderás y estarás solo'. Y él contestó con mucha razón, pero con mucha arrogancia, porque es un hombre muy seguro de sí mismo y engreído: ‘Sí, pero serán mis ideas".
El mundo tenía un lugar para un comunista como él, porque lo inventaba cada día, decía con ironía. "El fracaso de la revolución comunista no significa que la sociedad actual sea una sociedad justa. La economía de mercado provoca cada día injusticias y focos de desigualdad", palabras de un hombre sensato. Al final de una de sus películas, el protagonista aparece con una frase que retumba hoy más que nunca: "He perdido mis certidumbres, he conservado mis ilusiones".
Desde la distancia ha vivido el problema de este país con su memoria. Se refería a España como un país "extraño", en el que el régimen de la monarquía parlamentaria se basa en los valores que defendió la Segunda República, "pero la memoria está construida en torno a los valores de los vencedores". "Debemos aspirar a un equilibrio", pedía. "Está claro que el argumento de la derecha para no hacerlo es revivir las heridas del pasado. Pero hoy la democracia está lo suficientemente fuerte como para permitirse el lujo de tener dos memorias".
Semprún quiso salir de la desmemoria, aunque asumía que había casos en los que el silencio también era positivo, y señalaba su propia experiencia: "Primero, apaciguar la memoria para cerrar una reconciliación nacional", contaba mientras aludía al espíritu de la Transición española que él mismo protagonizó. "En España hubo un proceso de transición basado en la amnistía y la amnesia y fue positivo".
Esta es la historia de quien hizo de la política el motor de su vida, y esta le pagó con la peor de las monedas. La literatura nunca le abandonó.
El preso 44.904 de Buchenwald
por ESTHER MUCIENTES
Tenía 20 años y allí estuvo hasta los 22, marcado en su uniforme de preso por el número 44.904. 10.000 españoles murieron en el campo de concentración nazi de Buchenwald (Este de Alemania), pero quedó un testigo, quedó el recuerdo de Jorge Semprún, sus imágenes, sus horrores, su memoria..., que trasladó con pulso firme como testigo directo de la crueldad del siglo XX.
«Fui un hombre con suerte», repetía. Cuando le detuvo la Gestapo en París por colaborar con la 'Resistance' y le deportaron a Buchenwald, no imaginaba que la palabra 'estucador' le iba a salvar de lo que era una sentencia de muerte segura.
Ser 'estucador' y no ser 'estudiante' significaba ser útil en el campo de concentración y, por tanto, alargar la vida. Y allí la extendió hasta el infinito acompañado por su pasión y por el que se convertiría en su salvador: el libro '¡Absalón, Absalón!'
Como explicó en su biografía, 'Lealtad y traición' (Tusquets Editores, 2010), la literatura se convirtió en su vía de escape, en su salvavidas para escapar de la barbarie. «Cada línea era un triunfo», contaba mientras se mezclaban los recuerdos de la biblioteca de prisioneros.

«La mayoría de las personas del campo no sabía ni siquiera que allí, entre el barracón cinco y el secretariado, había una biblioteca (...) Pero mi trabajo me permitía leer cada noche». Pero la memoria de este apátrida no termina en Absalón ni en el 44.904. No acabará nunca. En el ensayo 'La Europa de ayer y de hoy. Una tumba en las nubes', Semprún recupera de nuevo ese testimonio. Fue el 11 de abril de 1945, junto con otros deportados, cuando el escritor se levantaba en armas y cerraba las puertas del infierno.

Ironías de la vida, dos soldados estadounidenses judíos de origen alemán les liberaron. Un infierno que después recuperarían los soviéticos en lo que se convirtió en el Campo Especial nº 2, abierto hasta enero de 1950.

«No sabemos lo que pensaron los dos americanos al bajarse del jeep y contemplar la inscripción en letras de hierro forjado que se encuentra en la verja del portal de Buchenwald: Jedem das Seine. No sabemos si tuvieron tiempo de tomar nota mentalmente de tamaño cinismo, criminal y arrogante. ¡Una sentencia que alude a la igualdad entre seres humanos, a la entrada de un campo de concentración, lugar mortífero, lugar consagrado a la injusticia más arbitraria y brutal, donde sólo existía para los deportados la igualdad ante la muerte!», contaría 65 años después de dejar el averno.
Semprún se recordaría años después en 'La escritura o la vida' como «un vivo sin rostro», un joven «enflaquecido, pero vivo». Sobre todo vivo. Seis décadas después de aquel 11 de abril, Semprún volvió a Buchenwald, y se encontró con Virgilio y con Vicente y con muchos otros que le acompañaron en «la frontera última de una vida de certidumbres destruidas».


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