SELECCIÓN DE POEMAS |
SEGUNDA PARTE TERCERA PARTE CUARTA PARTE Centrando al mundo I ¿Cómo no he de llorar si tengo ojos que tienen que mirar y que no miran? ¿Cómo no me he de ahogar si mis pulmones absorben aire, pero no respiran? ¿Cómo no he de tener perturbaciones, si mi sangre no cabe en la existencia? ¿Cómo no he de clamar compensaciones, si en mí todo se adentra con demencia? ¿Cómo no he de desear realizaciones, si me consumo en ansias desiguales? ¿Por qué no he de saciar yo mis pasiones, si me arrastra el tumulto de los males? ¿Y cómo, si respiro tentaciones, va mi pulso a tener ritmos normales? II ¿Por qué no puedo llorar, cuando sufrir puedo tanto? ¿Por qué no me brota el llanto, si no hago más que pensar? ¡Que no puedo soportar lo que en mi mente se agolpa!... Yo prefiero renunciar a esta vida que es locura, que continuar la tortura de vivir con pensamientos. No es posible más tormentos, pues mi cerebro me mata, y eternidad se dilata haciéndome, en vida, ver que pensar es padecer. III Muerte y Vida, sois en mí la misma inquietud doliente, el mismo trayecto ardiente que nace donde termina; una fuerza que domina en idénticas porciones. Vida y Muerte, sois pasiones, un solo círculo hacéis: si distantes parecéis engaño es de cercanía. No hallo en vida lozanía ni en muerte temo final, que yo os uno por igual y en línea curva os realizo, hasta el instante preciso que por haberos juntado sois infinito saciado. IV Como la tierra yo soy de redonda y giratoria. Girando en mí misma doy los matices que en el día, en sucesiva armonía, terminan para empezar. Parece mi despertar claro y sin complicaciones, y son luego mis pasiones que, al sol, fuego hacen brotar. Viene después mi penar, y tarde y noche se unen en sombras que se resumen de nostalgias y ansiedades, y que uniendo mis verdades, cual tierra me hacen girar. V Cual un espejo, reflejo la imagen que está delante; cambia mi faz cada instante, tiene infinitas reacciones: todas ellas son ficciones, espejismos del espejo. Mi cristal está perplejo; inmóvil, al mundo abarca. La nueva visión aparta el recuerdo de la ida. Mi vida está convertida en un reflejo constante de mi transcurrir cambiante. VI Caminaba yo de frente y mi sombra iba detrás. Yo pensé que la cubría, pero mi sombra tenía la potestad suficiente de tornarme transparente, y ocupando mi lugar, ella se filtró silente, y yo, su sombra... fui atrás. VII Eliminando, sí... eliminando, he de hallar, por mí misma, la verdad. Probando todo, pero caminando, al camino certero he de llegar. Mi victoria será nunca parar: tomarlo todo sin anclar en nada, y a fuerza de dejar, irme saciado. ¡Que la muerte me encuentra exterminada! VIII Yo no hablo de la noche oscura por que no hay sol, hablo de la noche negra, eterna porque hay dolor. No es que me falte valor de ver mi noche despierta, es que, velando, estoy muerta y me enciende este negror. ¿Cómo, si muriendo voy, tengo este fulgor de llama? ¿Por qué me quema esta flama, si agonizando ya estoy? Es que, viviendo, yo doy la agonía cada día... Se exalta mi fantasía, mas la noche me reclama. IX La muerte me ha acompañado, puesto que de ella nací. Con muerte adentro crecí y viviendo la he llevado. En mi ser obsesionado la muerte fue mi tortura, porque nací en la amargura y muriendo he caminado. Muerte en vida yo he probado, que se muere cada día: lo que se cree lozanía es ya trayecto pasado. Sólo se dirá colmado lo que por muerto es un hecho, que es el camino deshecho el único realizado. X Cada vez que lloré, con el llanto vertido a la tierra inundé. Cuando me sonreí, con mi risa esparcida todo el aire invadí. Si llegué a suspirar, mis suspiros tornaron más convulsa la mar. El día que yo muera morirá mi figura, mas la esencia vertida quedará retenida, y mi alma victoriosa vibrará conmovida, al vibrar cada cosa. XI ¿Qué es lo que oigo, sin oír? ¿Qué siento yo, sin sentir? ¿Por qué si no hay nada, hay tanto? No hay rumor y se oye un canto, canto de voces ahogadas, por mi soledad fraguadas; figura de sombra tienen; no existen y se mantienen, sombra de sombras aladas en espirales atadas; su murmullo suena a llanto, nada son y dan espanto. Mas ¿las podré resistir, latiendo con su latir? XII Estoy velando mi muerte y a pesar de ello, estoy viva. Aun siento la sangre activa y ya terminó mi suerte. ¡Ay, vida, yo quiero verte! A veces dudo que seas: martirizarme deseas, desde el momento que siendo, yo muerta estoy existiendo sin que mi velar tú veas. XIII Todo lo siento penar, el llanto, la risa, el humo. Al bien con el mal lo sumo, ¡angustioso encadenar! Eres, vida, el retornar engañoso hacia la nada. Te creen radiante jornada, y eres abismo insondable. No eres sueño irrealizable, eres muerte no soñada. XIV ¡Qué tremendas las cosas no vividas! Tienen más alma que las realizadas. Nunca han sido, ni son, ni serán nada, y su aspecto de sombra proyectada, más que si fueran, la intensifica. Si su fantasma no se justifica, razón tendrá para querer aislarse: que el no ser es también un realizarse, quizá de una manera más rotunda. Si la sombra se aparta vagabunda, el abismo tendrá que consumarse. XV Centrando al mundo él me está rodeando, mi vista está esparcida a todas partes: son mis ojos gigantes sin baluartes, y eternidad al tiempo van robando. En frenética lucha, están buscando ver el final de lo que ya no existe; su redondo mirar por fin desiste: tanta soberbia los está cegando. Mas, misterio que sigue perturbando, a mis llagados párpados estruja y a mis ojos cegados los empuja a seguir la negrura investigando. Círculo de la nada I Yo nací al nivel del suelo, pero me estaba elevando. Mi ser se fue sublimando y quiso aferrarse al cielo. Mas tuve angustioso duelo cuando supe que, subiendo, al paso que iba ascendiendo, un triste hueco dejaba, y una visión se forjaba: no subo... ¡me estoy hundiendo! II Mi cuerpo, andando el camino, muy poco lugar recorre. En cambio, mi alma no corre y traspasa su destino. Proceden los dos sin tino; el uno vuela, y no llega; inmóvil la otra navega por regiones que no existen; mas en su mente persisten, y al universo se entrega. III Es la cúspide más alta o en el abismo profundo, en cualquier plano del mundo, la paz en mi mente falta. Y es que mi esencia se exalta a cada golpe de vida: tiene un ansia desmedida, quiere encontrar saciedad; mas duda que sea verdad esa paz preconcebida. IV Toda la inquietud del mundo vino a juntarse en mi ser, y así comenzó a crecer este abismo en que hundo. Por eso tal vez confundo toda luz con la negrura; y una obsesión me tortura, teniéndome aprisionada, ¿he nacido para nada, o para alcanzar la altura? V En mí siempre el mismo tema: el de la angustia redonda, y es que mi razón ahonda el centro de mi sistema. Vivo un eterno problema: a mi ser lo veo perdido, ¿con qué fin habrá nacido, si tan sólo es una sombra a la que el vivir asombra sin encontrarle sentido? Círculo de obscuridad I Una oscura sombra alada al nacer, nació conmigo; era un fantasma enemigo que al misterio me ligaba. Tanto a mi alma atormentaba, que la llevó a la locura. Vi el infierno y su tortura, toqué el fondo del abismo, mas conocí el espejismo de gozarme en la amargura. II Todo en mi noche es negrura: cuando hay luna, es tenebrosa; brilla con luz angustiosa, mas la oscuridad perdura; y si la estrella fulgura, su resplandor es de muerte. Mi noche en la luz se vierte y termina con la aurora. Ya el día no existe ahora: redonda noche es mi suerte. III Hay un eco de mi aullido, que noche a noche me busca, y torna mi sombra brusca, cual espectro aborrecido. Que todo mi contenido en la oscuridad resalta, pues cuando la luz me falta entro a un mundo de locura, pierdo voz, pierdo figura, sólo mi esencia se exalta. IV A tientas ando el camino, y por ello me acongojo, pues a lo oscuro me arrojo sin encontrar mi destino. Y del negro torbellino el turbio enigma no entiendo ¿es que ciega estoy viviendo? ¿o es que la luz no ha existido? Será mejor que el olvido me enseñe a vivir no viendo. V Me están doliendo las sienes de tanto mirar al cielo, pues hoy su azul es de duelo y no me presagia bienes. Dime, aire, ¿por qué contienes en tu claridad las nieblas? ¿por qué de visiones pueblas esa luz que yo veía? -Es que atrás de ella temía definitivas tinieblas. VI De la negrura más honda ya mi alma se está formando. La luz se va proyectando en la tiniebla que ronda. Oscuridad tan redonda ha de llegar a moverse. Las sombras al extenderse fulgor transparentarán, Y con su gris humo harán mi noche desvanecerse. VII Noche sin despertar en que me hundiera un tenebroso sueño que, obstinado, a mi triste dormir ha sentenciado a humeante gris que terminar espera. Sin calor ni matiz, mi pobre esfera a la esfera del mundo ha contemplado; su eterna pequeñez ha equilibrado al presentir la inmensidad de afuera. Padece mi alma en redondez terrible: tiene lo suyo y, además, lo adverso. Lo mínimo a lo grande hace accesible; resignación vuelve el camino terso, y ya al fin se juntó lo incompatible: Mi nada... y el total del universo. |
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