miércoles, 6 de noviembre de 2013

VEO DECEPCIÓN FRENTE A LA MODERNIDAD: Álvaro Enrigue

Entrevista. "Veo decepción frente a la modernidad"

"Muerte súbita", ambientada en el siglo XVI, lo sitúa como el cuarto autor mexicano en ganar este certamen
<b>Entrevista. </b>
GALARDONADO. Tardó dos años en escribir su novela, y lo hizo en dos bibliotecas de Nueva York, donde actualmente vive. (Foto: ANDREU DALMAU EFE )
Martes 05 de noviembre de 2013Abida Ventura | El Universal
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“Es evidente que las letras mexicanas están teniendo un buen momento, me entusiasma mucho subirme a ese tren, me parece que la literatura mexicana está en un momento formidable, más por los autores jóvenes que por nosotros, que ahora estamos comenzando a recoger un poco de lo que hemos sembrado”, declaró ayer el escritor Álvaro Enrigue (Guadalajara 1969), ganador del Premio Herralde de Novela con su obra Muerte súbita, historia ambientada en el siglo XVI que narra un duelo de tenis entre el pintor italiano Michelangelo Caravaggio y el escritor español Francisco de Quevedo.
Por esta novela, que el autor escribió a mano, a lápiz y en cuaderno, en poco más de dos años en dos bibliotecas de Nueva York —donde actualmente reside—, el colaborador de EL UNIVERSAL se hizo acreedor al premio que tiene un monto de 24 mil dólares. El galardón se entrega desde 1983, lleva el apellido de Jorge Herralde, fundador de Anagrama y antes lo han recibido los mexicanos Sergio Pitol, Juan Villoro y Daniel Sada.
“Es un premio muy hospitalario en el sentido en que lo han ganado todos los escritores a los que admiro. No me lo creo, no me siento parte de esa familia, me siento como el hijo bobo de esa familia. Es un premio fundamentalmente literario, que no tiene nada que ver con un asunto de negocio, con un asunto empresarial, tiene y ha tenido que ver siempre con una manera de escribir y eso me honra y me divierte”, aseguró la noche de ayer desde Barcelona, después de la ceremonia de premiación.
La historia sucede el 4 de octubre de 1599, cuando el pintor y el escritor se encuentran en las canchas de tenis de plaza Navona (Roma). Enrigue trabajó de manera particular la psicología de estos personajes y sus maneras de ver el mundo.
La novela, explicó el autor, aborda la decepción frente a la modernidad, lo mal que nos ha ido, pero puesta en clave narrativa:
“Este mundo que inventamos en el que los narcos deciden por nosotros, en el que el gobierno de EU nos puede espiar y leer nuestros correos electrónicos porque hemos cometido el pecado de no ser estadounidenses, este mundo donde los banqueros deciden por nosotros, este mundo en el que los mexicanos van y votan por el PRI, otra vez. Es una novela que sucede en el siglo XVI pero que intenta explicar el mundo contemporáneo”.
Para escribir Muerte súbita, que fue presentada a competencia con el título “Patrón de todos los que estamos tristes” bajo el seudónimo “Hamilton”, el también crítico literario rastreó el primer registro documental de la palabra tenis, que ubica en un edicto de excomunión del obispo Edmundus Lacy fechado en 1451. “Pensé que una palabra que aparece por primera vez en una excomunión merecía una novela”, aseguró el autor.
“Esta fue una novela feliz de investigar, de leer para ella y luego reescribirla. Es la primera novela que escribí a mano, a lápiz, en un cuaderno porque ya no se puede escribir en la computadora. Fue un proceso particular: en dos bibliotecas, a veces en un café, porque hay demasiadas distracciones en la web para escribir hoy en día”.
La nueva novela de Enrigue comienza cuando un mercenario francés roba las trenzas de la cabeza decapitada de Ana Bolena, ya que en esa época las pelotas de tenis se hacían con pelo humano de muerto. En ese repaso histórico, el autor hace referencia a la Malinche, que se sienta a tejer a Cortés un regalo de divorcio, un escapulario hecho con el pelo de Cuauhtémoc.
Sobre los dos personajes comentó: “Caravaggio, símbolo de la contrarreforma, tenía una idea muy moderna de la celebridad, de la fama, y en eso se parecía más a Warhol que a Miguel Ángel; y Quevedo era una figura sólida como defensor de la hispanidad, del catolicismo, del imperio”.
Enrigue se confesó admirador de este pintor italiano “abiertamente homosexual, juerguista, que fue toda una celebridad en su tiempo, que vendió sus primeros cuadros a cuatro escudos y que al cabo de un año los vendía por 250 escudos”.
Su adversario, Quevedo, es un poeta español “tal vez demasiado inteligente y sensible para su propio bien” y ambos llevan vidas disipadas hasta la molicie.
“Ambos están en la cancha para defender una idea del honor que ha dejado de tener sentido en un mundo repentinamente enorme, diverso e incomprensible”.
Resaltó la importancia del género literario: “Llevamos casi un siglo apaleando a la novela y se ha demostrado que sigue siendo el género que permite más cosas: hay una libertad única al escribir una novela”.
La novela fue elegida entre 476 por el jurado integrado, entre otros, por Salvador Clotas, Paloma Díaz-Mas y Jorge Herralde. (Con información de agencias)

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