jueves, 11 de diciembre de 2014

EL GRAN GARROTE, Hugo Gutiérrez Vega

Hugo Gutiérrez Vega
El gran garrote

Las pasadas elecciones en Estados Unidos son una buena oportunidad para reflexionar sobre el inexplicable sistema electoral de ese país y sobre las diferencias entre los dos partidos políticos que son las únicas opciones que se dirimen en un juego electoral difícil de desentrañar.

El Obama Care fue uno de los poquísimos logros de la débil y errática administración demócrata. Por otra parte, el tonto manejo de la economía, la crueldad con que se alcanzó la cifra inédita de indocumentados que sufrieron la deportación y la desintegración familiar; el mantenimiento de la actitud beligerante en política internacional que nos obliga a recordar con ira y con burla el otorgamiento del Premio Nobel de la Paz a tan ardoroso guerrero, son elementos que explican en parte el desencanto que llevó al pueblo de ese país a votar en contra de sí mismo y a favor de un programa que constituye toda una orgía neoliberal. Enumero algunos aspectos de dicho programa:

1. Acabar con un programa de salud pública de carácter demagógico. Los republicanos son gente seria e incapaz de derramar una lágrima ante el dolor ajeno. Su programa sobre el tema puede sintetizarse de la siguiente manera: es dañino ofrecer ayuda médica a los pobres. Hay que recordar a Calvino y a sus secuaces que afirmaban, con gran moderación, que los pobres son pobres porque son malos. Si se enferman, que paguen médico, medicinas y hospital, y si no pueden, que enfrenten su destino y no molesten a los que sí pueden. El Estado no es una nodriza de grandes ubres, sino una maestra austera y rígida que coloca a cada uno en el sitio que le corresponde: los buenos irán al médico, los malos tienen que aceptar su destino sin abrir la boca. Esta perla neoliberal puede darnos una idea de la actitud cavernícola que caracteriza al neocapitalismo más primitivo y brutal.

2. No haya cuartel para los indocumentados que nada tienen que hacer en un país al que no pertenecen. Por eso hay que superar la cuota cubierta por Obama y correrlos a todos. Hágase esto para conservar la pureza de la raza aria, perdón, anglosajona, y para mejorar la economía de los dos millones de personas que son las únicas que deben ser protegidas por el Estado. Es decir, aquéllas que saben trabajar y ganar su dinero.

3. Siguiendo el ejemplo de la familia Bush y reconociendo el patriotismo morigerado del actual régimen, hay que redoblar esfuerzos para acabar con los infieles. Para eso está el ejército, no para andar ayudando en las inundaciones.

4. En lo que se refiere al gasto social, lo ideal sería cancelarlo por completo y dejar, como dice el credo neoliberal, que cada quien se rasque con sus propias uñas y, para concluir, terminar con las limosnas, y al que le pique que se rasque solo.

Reconozco que he venido caricaturizando ligeramente los excesos neoliberales y la actitud mental del conservadurismo que tanto daño ha hecho a las repúblicas, pero si se analiza a fondo el pensamiento del capitalismo salvaje, se llega a la conclusión de que la caricatura es menos lapidaria que la mentalidad de la derecha de un país que sólo cree en el dinero, la ganancia y el éxito. Hay en estas actitudes, lo decía Gore Vidal, una nueva versión del Ku-Klux-Klan, un mal disfrazado racismo y una crueldad infinita que no sólo afecta a las clases desposeídas, sino que hace daño a la clase media laboriosa que apenas gana lo suficiente. Todo esto se hace para servir a los poderes fácticos sin duda más poderosos que los políticos.

El fracaso de Obama y su partido es el triunfo de tantos titubeos, cobardías, timideces de origen ancestral y concesiones al aparato de coherencia interna del sistema capitalista salvaje. Los desencantados llegaron al extremo de apoyar con su voto a los culpables indirectos de su desencanto. Esta posición electoral nos permite concluir que, al castigar a Obama, acaban por castigarse a ellos mismos.

Que se prepare el mundo: los republicanos están de regreso en el control de la maquinaria trituradora. Es indudable que Obama es el directo responsable de este fracaso, pero no es justo que su país y el mundo, con el regreso de los extremistas, retrocedan tanto como para que la convivencia pacífica sea derrotada por completo. Regresaron los del gran garrote, por culpa de los del mediano.

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