jueves, 22 de agosto de 2013

MINIATURAS



Y EL RETRATO MINIATURA DE MARTÍN ZAPATER (1753-1803), AMIGO DE GOYA

CAPÍTULO 89
 Por Eloy Martínez Lanzas


 En los retratos de determinados individuos de la Corte de Carlos IV adquiridos por el Museo Meadows, como el nuestro propio de Martín Zapater, se pueden reconocer al personaje, descrito con trazos sencillos, predominio del plano y distorsión de las facciones, que aunque son recursos propios de la caricatura, no alcanzan lo absurdo, lo monstruoso o lo imposible ni pretende la burla en sus retratos.

Composición fotográfica especialmente realizada por el autor para este artículo,  donde el retrato miniatura de Martín Zapater se muestra ante un grabado de los caprichos de Goya ( primera edición. 1799), correspondiente a la estampa número 55,  titulada "Hasta la Muerte". Colección Martínez Lanzas-de las Heras.

El Museo Meadows de la Sourthern Methodist University de Dallas (Texas), anunciaba en agosto de 2008, la adquisición una importante serie de 29 miniaturas de marfil de Francisca Ifigenia Meléndez (1770-hasta 1825), que representaban a miembros de la familia del rey Carlos IV de España (1788-1808) y otros personajes de la corte, algunos de ellos todavía no identificados. Nosotros nos hicimos eco en la entrega que dedicamos al pintor y pintor en miniaturas Antonio Carnicero (capítulo 82) y lamentamos la salida del país de tan importante bien patrimonial. Las pinturas, pintadas a la acuarela y guache sobre marfil, varían en tamaño entre 45 y 70 mm de altura y se presentan separadamente el conjunto de piezas en dos marcos vitrinas, acompañados de una carta del secretario de la reina María Luisa de Parma a la artista, fechada en Aranjuez en 1795, para un pedido de nuevas miniaturas.


Fig.2. Francisca Ifigenia Meléndez
Retrato de Martín Zapater. Firmado en 1797
Acuarela y guache sobre marfil. Diámetro 55 mm
Colección Martínez Lanzas-de las Heras


Firma y fecha: Meléndez/179(7)

La adquisición incluye miniaturas del rey Carlos IV, de la reina Maria Luisa de Parma, de Don Luís, príncipe de Parma, del primer ministro Don Manuel Godoy, del infante Don Antonio Pascual, de María Josefa de Borbón, hermana del rey, de Don Fernando de Bobón príncipe de Asturias, de Don Vicente Osorio de Moscoso, conde de Altamira, de Don Antonio Barradas duque de Sedavi y de otras personalidades aun no identificadas. La adquisición representa las primeras obras en miniatura del Museo Meadows, y sus primeras pinturas de un artista de sexo femenino. (La colección Meadows incluye una obra atribuida a una escultora mujer, Luisa Roldán, los finales del siglo XVII de un San Juan el Bautista). Las miniaturas fueron comprados con fondos donados por la Fundación Meadows (1)



Fig.3 y 4. Marcos vitrinas conteniendo las miniaturas de Francisca Ifigenia Meléndez, actualmente en el MuseoMeadows de la Sourthern Methodist University de Dallas (Texas)

Francisca Meléndez pertenece a una de las más importantes dinastías de artistas que ha dado España durante el siglo XVIII. Su abuelo Francisco Antonio Meléndez, y su padre José Agustín Meléndez, fueron ambos reputados miniaturistas, y su tío, Luís Meléndez (1716-1780), fue el conocido pintor de bodegones y el de más talento de toda la familia. Debió aprender el oficio de su padre, y pronto dio muestras de sus habilidades para el oficio de retratista. En 1790 , cuando tenía 20 años de edad, Francisca pintó una Virgen con el Niño en miniatura y lo presentó a la Real Academia de San Fernando en Madrid, causando ciertamente admiración entre los miembros de la Academia por el refinado y detallado tratamiento que hacia gala, lo que le valió ser nombrada Académica de Mérito, un honor de gran prestigio sobre todo tratándose de una artista femenina. Su carrera en la especialidad de la miniatura fue meteórica, adentrándose en la corte, en fuerte competencia con otros miniaturistas que aspiraban a ser nombrados pintores de Cámara en esta especialidad. Los retratos que hizo en 1794 de los reyes le valieron ser nombrada retratista de Cámara con sueldo.


 Fig.5. Retrato de Martín Zapater
Pintado al óleo por Goya en 1797. 82x54 cm. Detalle
Museo de Bellas Artes de Bilbao


Fig.6. Retrato de Martín Zapater
Pintado en miniatura por Francisca Meléndez en 1797. Detalle
Acuarela y guache sobre marfil. Diámetro 55 mm
Colección Martínez Lanzas-de las Heras

No deja de ser sorprendente la presencia de una mujer artista destacada en el Madrid de finales del siglo XVIII, que alcanzaría ser Académica de Mérito. Dentro de los géneros pictóricos que la sociedad del XVIII consideraba más apropiados para las mujeres era la miniatura junto a los pasteles y las acuarelas, siempre de temas paisajísticos, ornamentales y retratos. Las mujeres estaban vedadas a los cursos de dibujo al natural que se impartían en las academias pues mostrar un conocimiento exhaustivo de torsos y otras partes de la anatomía masculina era ciertamente comprometedora para ellas, sobre todo si esta era aun doncella. Así se explica, en parte, la aplicación a las naturalezas muertas de las pintoras italianas Fede Galizia (1578-1630), Giovanna Garzoni (1600-1670) o Laura Bernasconi (1622-1675). El ejemplo de Artemisia Gentileschi (1593-1654) es bien conocido y escapa a las reglas morales de su tiempo.


Fig.7. Retrato de Manuel Godoy, duque de La Alcudia (1767-1851)
Pintado por Esteve en 1797
Museo de Bellas Artes de San Fernando. Madrid


Fig.8. Francisca Ifigenia Meléndez
Retrato miniatura de Manuel Godoy (1767-1851). Hacia 1800
Museo Meadows de la Sourthern Methodist University
Dallas, Texas. EE.UU.

No obstante, todas ellas eran hijas y esposas de artistas que solían integrarse como eslabones en la cadena productiva de sus familias, como Artemisia hija del pintor barroco Oracio Gentileschi, la mencionada Fede Galizia hija del pintor Nuncio Galizia; la española María de Valdés, era hija de Juan de Valdés Leal, y ejerció como retratista en Sevilla, como también Luisa Ignacia Roldán Villavicencio, «la Roldana» (1652-hacia1704), escultora de cámara de Carlos II y Felipe V, hija del prestigioso imaginero sevillano Pedro Roldán (1624-1699); la alemana Theresa Concordia Mengs (1725-1806), era hermana del pintor bohemio Anton Rafael Mengs (1728-1779), casada con el miniaturista Anton Von Moron y madre de Ana Maria Mengs (1751-1792), a su vez casada con el grabador español Manuel Salvador Carmona (1734-1820). Marguerite Gérard (1761-1837) fue cuñada del pintor rococó Jean-Honoré Fragonard (1732-1806) y hermana de la miniaturista Marie-Anne Gérard de Fragonard (1745-1823), esposa del pintor. La miniaturista Catalina Amigoni era, al parecer, hija del primer Presidente que tuvo la Academia de San Fernando de Madrid, el pintor Giacomo Amigoni (1680-1752) y la miniaturista inglesa Maria Cosway (1760-1838) también fue la esposa del célebre Richard Cosway (1742-1821), son otros ejemplos que aquí exponemos. Muchas mujeres dedicadas a este género, sin embargo, firmaban con sus iniciales con la idea de salvar los perjuicios imperantes de toda una época.


 Fig.9. Retrato de Don Luis de Borbón, príncipe de Parma (1773-1803)
yerno del rey Carlos IV, pintado por Goya
Museo del Prado. Madrid


 Fig.10. Francisca Ifigenia Meléndez
Retrato miniatura de Don Luis de Borbón, príncipe de Parma (1773-1803)
Museo Meadows de la Sourthern Methodist University
Dallas, Texas. EE.UU.

Como hemos dicho la miniaturista Francisca Ifigenia Meléndez, fue nieta e hija respectivamente de los miniaturistas Francisco Antonio y José Agustín Meléndez y sobrina de uno de los pintores más destacados del panorama dieciochesco español, Luís Meléndez (1716-1780). Sin embargo en esta especialidad artística, en la Europa del norte, las mujeres practicaron sin problemas en la esfera laboral, el retrato miniatura, como la flamenca nacida en Brujas, Levina Teerlin (1510?-1576), miniaturista de la corte de Isabel I de Inglaterra, hija del pintor Simom Bening. La destacada miniaturista inglesa Susan Penelope Rosse (1652-1700) o la veneciana Rosalba Carriera (1675-1576), que inaugurará la revolucionaria técnica de pintura en miniatura sobre marfil, prcticaron su arte sin mediar problema alguno por razón de su sexo. La lista de pintoras nacidas en el siglo XIIII, es extensa, y a modo de ejemplo mencionemos a Mari Beale (1633-1699), Marie-Anne Gérard de Fragonard (1749-1803), Marie-Denise Villers, nacida Lemoine (1774-1821), hermana de las tambien pintoras Marie-Victoire y Marie-Elisabeth Lemoine y las sobresalientes Rose-Adelaïde Ducreux (1761-1837) y Ann Hall (1792-1863). Destacadas pintoras que también practicaron el género de la miniatura durante el siglo XVIII, fueron Elisabeth Vigée-Lebrun (1755-1842) y Adelaïde Labille-Guiard (1749-1803). Ana Maria Mengs, sobrina del pintor Anton Raphael Mengs, casada con el grabador Manuel Salvador Carmona y la italiana Caterina Cherubini, casada con el pintor andaluz nacido en Écija, Francisco Preciado de la Vega (1713-1789) a quienes hemos dedicado atención en los capítulos 68 y12, respectivamente, son ejemplos de artistas femeninas que aunque nacidas fuera de nuestras fronteras, están íntimamente ligadas al arte español.


Fig.11. Retrato del rey Carlos IV (1748-1819)
pintado por Goya
Museo del Prado. Madrid


Fig.12. Francisca Ifigenia Meléndez
Retrato miniatura del rey Carlos IV (1748-1819)
Acuarela y guache sobre marfil
Museo Meadows de la Sourthern Methodist University
Dallas, Texas. EE.UU.

Francisca Ifigenia Mélendez, a quien dedicamos este estudio, no fue la primera mujer en recibir el honor de ingresar en una Academia de Bellas Artes. Ya hubo otras mujeres que accedieron antes al ingreso como académicas, como María Luisa Sanz de Cortés y Connock, hija del marqués de Villaverde que había sido nombrada académica de mérito y honor de la de San Fernando el 10 de julio de 1785. En Europa existen precedentes abundantes; la pintora y miniaturista Caterina Cherubini que ingresó por méritos como miembro electo en la Academia de San Luca de Roma en 1760 y las artistas francesas Elisabeth-Loouise Vigée-Lebrun (1755-1842) y Adelaïde Labille-Guiard (1749-1803) merecieron ingresar en la Real Academia de Pintura y Escultura de París con todo los honores en el transcurso del año 1783. Tal vez, siguiendo el ejemplo que se hacía en otras Academias homólogas europeas, en una época en que las actitudes sociales se modificaban, percibiéndose una sociedad menos jerarquizada con aspiraciones a mayor igualdad, provocó que la Academia de San Fernando accediera a tener a una mujer entre sus miembros especializada en un arte que en España se consideraba un arte menor e intrascendente y que con la llegada de miniaturistas de más allá de nuestras fronteras, como Joseph-Marie Bouton, Bauzil y Guillermo Ducker, elevaría la consideración de este arte difícil y hasta entonces poco reconocido por sus clases dirigentes (véase el capítulo que dedicamos a José Maria Delgado y Meneses).


Fig.13. Retrato del Infante Don Antonio Pascual de Borbón (1755-1819),
hermano del rey, pintado por Goya en 1800
Museo del Prado. Madrid


Fig.14. Francisca Ifigenia Meléndez
Retrato miniatura del Infante Antonio Pascual de Borbón (1755-1819)
Acuarela y guache sobre marfil
Museo Meadows de la Sourthern Methodist University
Dallas, Texas. EE.UU.

Numerosos aristócratas de rancio abolengo, alta burguesía y notables hombres ilustrados durante la última década del siglo XVIII, se hicieron retratar en miniatura como los duques de Osuna, los de Alba, los marqueses de Santiago, los condes de Fernán Núñez, la marquesa de Villafranca, la marquesa de Lazan, etc., la mayoría aficionados a las artes, coleccionistas y que muchos de ellos posaron ante Don Francisco de Goya. Este gusto y moda de retratarse en miniatura siguiendo la moda imperante en toda Europa, nos lleva a los gabinetes y a las salas del interior de palacios y residencias, para adorno de las habitaciones y espejo de la personalidad y del gusto del dueño retratado, compartiendo su presencia con los retratos de aparato y las pinturas de paisaje o historia, formando parte de la decoración de las casas. Alguna indicación de los gustos no solo de algunos aristócratas y de la alta burguesía adinerada propietaria de extensos terrenos y propiedades sino de miembros de clases medias acomodadas y también de algunos intelectuales ilustrados de fines del siglo XVIII en España, queda implícita en el hecho de querer retratarse en miniatura. Madrid, Barcelona, Cádiz y otras importantes ciudades españolas se vieron necesitados de pintores en miniatura ante la demanda de pequeños retratos.


Fig.15. Retrato de Maria Josefa de Borbón (1744-1801)
hermana del rey, pintado por Goya
Museo del Prado. Madrid


Fig.16. Francisca Ifigenia Meléndez
Retrato miniatura de Maria Josefa de Borbón (1744-1801)
hermana del rey, con la banda de la orden de Carlos III
Museo Meadows de la Sourthern Methodist University
Dallas, Texas. EE.UU.

La presencia de abundantes miniaturas realizados en esta década del siglo y primer tercio del siglo XIX, algunos de cuyos ejemplos publicamos aquí, nos puede dar una idea del desarrollo que tuvo este género del retrato en España. A la clara influencia francesa por la llegada de miniaturistas de más allá de los Pirineos en estos primeros años, la miniatura española, rica y variada, irá buscando su camino y personalidad propia. Son retratos austeros, sin mucho adorno, parcos de color muchas veces, de fondos oscuros, armoniosos y muy directos con tendencia hacia lo grotesco y caricaturesco. En la mayoría de estos miniaturistas improvisados hay falta de formación académica, son retratos realizados por artistas aficionados donde las carencias son fácilmente detectables. No obstante en ellos hay autenticidad y verdad que se sobrepone a los defectos y nos trae el sello y el aroma de su tiempo. El retrato de Martín Espalter y Claveria (1753-1803) que guarda nuestra colección, fechado en 1797, atribuido a Francisca Meléndez, es sin duda uno de los muchos retratos de finales del siglo XVIII desperdigados por museos y colecciones que aun están sin identificar, tanto sus autores como modelos. Francisca nos muestra una galería de personajes de la corte de Carlos IV y del Madrid ilustrado, de gran valor documental y también artístico. La colección recientemente adquirida del Museo Meadows de Dallas de la Sourthern Methodist University (EE.UU), es una buena muestra de lo que acabamos de decir. Son retratos no solo de la familia real sino de personajes allegados a la corte de Carlos IV y Maria Luisa de Parma.


Fig.17. Retrato de la reina Maria Luisa de Parma (1751-1819)
Pintado por Goya en 1800. Detalle
Museo de Victor y Balaguer. Vilanova i la Geltrú (Barcelona)


Fig.18. Francisca Ifigenia Meléndez
Retrato miniatura de la reina Maria Luisa de Parma (1751-1819)
Acuarela y guache sobre marfil
Museo Meadows de la Sourthern Methodist University
Dallas, Texas. EE.UU.

Sabemos que la reina era una gran degustadora de los retratos miniaturas, como también lo era el monarca español. Ella se hizo retratar en miniatura por José Maria Bouton, Guillermo Ducker, Antonio Carnicero y por Francisca Ifigenia Meléndez a la cual profesaba un especial interés por su trabajo, como lo demuestra la carta que envía en su nombre su secretario personal Don Juan Francisco de Aguiló, a la artista, el 26 de febrero de 1795 desde el Sitio de Aranjuez, conminándola realizar un retrato con destino a una sortija con algunas indicaciones. El texto dice así:

Aranjuez, 26 de febrero de 1795

Muy Sra Mía: La Reina, Nuestra Señora, se ha servido mandarme escriba a Usted, diciendo que quiere un retrato de Su Majestad para sortija y que ha de ser un poco más chica de la que hizo en el Escorial, previniendo a usted de S.M. Que los ojos han de estar más alegres y así mismo para mejor acertar en la medida me enviará usted de las que hizo últimamente para que elija S.M. Y sin perder parte se enviará la que agrade para inmediatamente poner en ejecución que corre prisa.

Igualmente me ha dicho S.M. Para decir a usted que es menester que venga a este Sitio (Aranjuez), para hacer algunas pequeñas cosas, lo que servirá a Usted de gobierno.

Con este motivo notifica a Usted, mi verdadero afecto con lo que pido a Nuestro Señor guíe su vida en compañía se su señor pariente, a quien servirá usted decir muchas memorias (recuerdos)

Firmado: Don Juan Francisco Aguiló


Son años de gran actividad artística para la joven Francisca, que realiza numerosos retratos a partir de 1795 de los miembros de la familia real y recibe importantes encargos de personalidades de la política, de la diplomacia y del pensamiento. Su legado va apareciendo poco a poco, dejándonos visualizar unos retratos de gran atractivo que analizaremos después. Entre estas personalidades descollantes de la España Ilustrada, está sin duda el retrato del Consiliario de la Real Academia de San Luís de Zaragoza, Martín Espalter y Claveria, fechado en 1797, el mismo año que Goya le pintará en uno de sus viajes a Madrid y cuyo retrato puede contemplarse en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Martín Espalter (1753-1803), fue uno de lo más íntimos amigos que contó Francisco Goya (1746-1828), cuya amistad se remontaba a su juventud pasada en Zaragoza. La abundante correspondencia entre ambos (2) nos ofrece muchos datos para el conocimiento de su vida y también de la personalidad compleja de Goya que nos ayudará a entender su obra y nos pone de manifiesto el inmenso cariño que se profesaban ambos.


Fig.20. Francisca Ifigenia Meléndez
Retrato miniatura de un diplomático con uniforme de gala
Acuarela y guache sobre marfil
Museo Meadows de la Sourthern Methodist University
Dallas, Texas. EE.UU.

En estas cartas encontramos frases de violencia, orgullo e intemperancias del artista y de su cambiante humor. Es inútil encontrar noticias relativas a la política de su tiempo y de la corte, pero si hallaremos jugosos comentarios sobre aficiones comunes, como la caza, la fiesta nacional de los toros, la lotería, de los aconteceres diarios y mundanos, como los partos y abortos de su mujer, el relato de sus misteriosas enfermedades, el recuerdo de los sucesos de su niñez compartida en Zaragoza. En algunas de estas cartas vislumbramos su personal sentido de humor, con textos jocosos, ocurrencias divertidas, salpicadas de expresiones escritas surgidas del Aragón profundo y popular al que pertenecía. También encontraremos confesiones amargas, reivindicaciones constantes de libertad que debe profesar el artista y el hombre de manera irrenunciable. Goya era siete años mayor que Martín, por lo que difícilmente pudiesen haber sido compañeros de escuela como hasta ahora se ha creído. Martín será su mayor confidente, será conocedor de la angustiosa conciencia del transcurso del tiempo, de lo perecedero de la vida: “me he vuelto vejo con muchas arrugas, que no me conocería sino por lo romo y por los ojos hundidos”, le escribiría Goya en enero de 1787. Su afán por la libertad creativa fuera de ataduras, lo expone en otra carta :”Necesito tiempo sobrante para emplearlo en cosas de mi gusto, que es de lo que carezco”.


Fig.21. Francisca Ifigenia Meléndez
Retrato femenino con collar y pendientes de coral
Acuarela y guache sobre marfil
Museo Meadows de la Sourthern Methodist University
Dallas, Texas. EE.UU.

La correspondencia con Zapater, no solo expone sus estados de ánimo, el complejo mundo de sus pensamientos, también su lucha por hacerse un lugar en la corte, sus aspiraciones económicas, el relato de sus progresos y éxitos como cuando fue nombrado Pintor de Cámara de su Majestad el rey Carlos IV en abril de 1789, y el encargo de los retratos de los nuevos monarcas. En su correspondencia también trasciende y brota su sensibilidad, su generoso comportamiento ante las penurias y dificultades por la que atravesaban sus familiares más directos. Zaparter sería el intermediario para canalizar el dinero que Goya enviaba regularmente desde la capital a su madre y hermanos Tomás y Rita que padecían serios problemas financieros.


Fig.22. Francisca Ifigenia Meléndez
Dama no identificada
Acuarela y guache sobre marfil
Museo Meadows de la Sourthern Methodist University
Dallas, Texas. EE.UU.

Mientras Goya hizo su carrera en Madrid, Martín Zapater tuvo su actividad política y pública ligada a su ciudad natal de Zaragoza. Los dos amigos, por diferentes caminos, consiguieron ascender en posición social. Martín Zapater fue elegido diputado del común en 1773 y consiguió ser regidor del Ayuntamiento de Zaragoza. Propietario de tierras por herencia familiar, y gracias a sus inversiones públicas como proveedor de granos al ejército, se le concedió por decreto de 31 julio de 1789 el privilegio de noble de Aragón, un año antes en que Goya le retratará por primera vez (colección privada de Inglaterra), durante uno de sus viajes a Zaragoza. Zapater, burgués ilustrado, era un apasionado coleccionista de arte, como lo también fueron otros notables ilustrados españoles, Bernardo de Iriarte, Gaspar Melchor de Jovellanos, José Arias de Saavedra, Francisco de Saavedra, Andrés del Peral, Juan Agustín Ceán Bermudez o Sebastián Martínez, todos ellos amigos o conocidos de Goya. Algunos de los citados, incluso, estudiaron dibujo y pintura. No fue casual que bastantes miembros de la aristocracia española se dedicasen a las artes liberales, como Don Pedro Agustín Girón, futuro marqués de las Amarillas, Mariana Waldstein, marquesa de Santa Cruz, el marqués de la Ureña, o Maria Tomasa Palafox y Portacarrero, marquesa de Villafranca, hija de la condesa de Montijo que la retrató Goya en ademán de pintar a su hermano (Museo del Prado).


Fig.23. Francisca Ifigenia Meléndez
Retrato masculino no identificado
Acuarela y guache sobre marfil
Museo Meadows de la Sourthern Methodist University
Dallas, Texas. EE.UU.

Actividades que no fueron criticadas ni consideradas como injerencias por los pintores profesionales y la Academia, ya que consideraban la pintura un arte liberal y no oficio, “ocupación honorífica y no vil”, al decir de ellos . El secretario de la duquesa de Alba, Don Ramón Cabrera, era partidario y así lo aconsejaba a los nobles y burgueses, de agasajar y honrar a los artistas de mérito, porque el favorecerlos ellos mismos quedarían inmortalizados como Protectores de las Artes. Volviendo a Martín Zapater, además de coleccionista de cuadros de Bayeu y Goya, fomentó la industria local y ayudó a la creación y mantenimiento de la Real Sociedad Económica de Amigos del País y de la Real Academia de San Luís, de la que fue Consiliario y Académico de honor. Desde su cargo impulsó las Artes ayudando a los jóvenes estudiantes aragoneses pensionados en la corte. También impulsó la creación de un jardín botánico y la construcción del Teatro de Zaragoza. Hombre comprometido, partidario del progreso y la ilustración, lleno de sentimientos de fraternidad y justicia, costeó la compra de instrumentos para las escuelas técnicas de Agricultura, química y botánica de la universidad de su ciudad. En una nota necrológica aparecida después de su muerte ocurrida en enero de 1803 a los cincuentas años de edad, se decía: “Un Patricio de talento y luces; lleno de los mejores sentimientos de humanidad”.


Fig.24. Francisca Ifigenia Meléndez
Posible retrato del marqués de Urquijo
Acuarela y guache sobre marfil
Museo Meadows de la Sourthern Methodist University
Dallas, Texas. EE.UU.

El carácter y la personalidad de este ilustre mecenas quedó plasmado en un rostro, de amplia frente, nariz grande, labios bien dibujados y mirada noble, que le hizo su amigo y confidente, Don Francisco de Goya en el año 1797 durante una estancia de este a la capital, cuando tenía la edad de cuarenta y cuatro años. Ese mismo año debió de posar para la miniaturista de cámara, Francisca Ifigenia Meléndez, artista en boga que atravesaba su mejor momento. Que Goya y Francisca Meléndez se conocieran está dentro del campo de las suposiciones, aunque la posición de miniaturista de cámara de Francisca, hace suponer que ambos artistas se conociesen en la corte. En el retrato de María Luisa de Borbón y Vallabriga, futura duquesa de San Fernando, hermana de la condesa de Chinchon, esposa de Manuel Godoy, pintada por Goya en 1800 que se conserva en la Galería de los Uffici de Florencia, podemos apreciar un retrato miniatura de una mujer de perfil, seguramente de la madre, engastada en diamantes en forma de pulsera que luce en la muñeca izquierda de María Luisa, y que nos recuerda a una obra de Francisca Meléndez.


Fig.25. Francisca Ifigenia Meléndez
Posible retrato del marqués de Altamirano
Acuarela y guache sobre marfil
Museo Meadows de la Sourthern Methodist University
Dallas, Texas. EE.UU.

Nuestro retrato miniatura de 55 mm de diámetro, muestra el indiscutible parecido con el retrato de Goya: el mismo cabello, la misma nariz, y los mismos pliegues faciales. Sin embargo la mirada no la dirige al espectador, sino que mira a un punto indefinido, con expresión seria y circunspecta. Viste de un frac de amplias solapas y cuello alto según la moda impuesta por la convención francesa. El fondo es azul claro, habitual en los retratos que conocemos de Francisca. Pero lo que magnifica este retrato es la tendencia hacia la caricaturización de la que hace gala como habitualmente hacia en sus retratos miniatura conocidos, siendo una de sus principales características. Hemos querido mostrar algunos retratos pintados al óleo conocidos de algunos personajes y sus correspondientes miniaturas, para poder constatar esta tendencia hacia lo grotesco y la caricatura. Lejos de ser una carencia, y por ello no suficientemente apreciado por los puristas, es a nuestro juicio un valor añadido que conecta con las tendencias europeas, especialmente en Inglaterra a partir de los años centrales del siglo XVIII, gracias a la obra de William Hogarth que inicia la estampa satírica y la caricatura, tal vez favorecido por un grado de libertad política superior al continente. La caricatura fue un medio expresivo que provocó quejas entre los puristas y guardadores de la ortodoxia, del llamado Gran Arte, de temas elevados y clasicistas. La estampa y el grabado calcográfico, el más popular medio de transmisión artístico, será el soporte ideal para transmitir la sátira y lo grotesco.


Fig.26. Francisca Ifigenia Meléndez
Retrato de la infanta Carlota Joaquina
Acuarela y guache sobre marfil
Museo Meadows de la Sourthern Methodist University
Dallas, Texas. EE.UU.

También la miniatura se verá impregnada por esta tendencia. La edad de oro de la caricatura llegará con James Gillray y con Thomas Rowlandson en Inglaterra. Un factor cultural determinante para el surgimiento de la caricatura, al decir de Gombrich, fue el nacimiento del movimiento romántico. Tal vez, la tendencia hacia la caricatura que observamos en algunos retratos en miniatura de finales del siglo XVIII y primer tercio del siglo XIX, obedezca a estos acontecimientos culturales. No obstante la caricatura en el retrato miniatura no tuvo largo recorrido, ya que el cliente deseaba del miniaturista no solo parecido sino también ligeras idealizaciones que eliminasen defectos físicos. No creemos que Francisca Meléndez tendiese a la caricatura de manera consciente con finalidad de burla o sátira como lo encontramos en los caricaturistas ingleses mencionados, en los panfletos y opúsculos satíricos que proliferaron en la Francia de finales del XVIII o por la obra grabadora de Goya en España, modelo que fue para toda la caricatura europea posterior, especialmente de Daumier o Grandville en la Francia burguesa de Luís Felipe de Orleáns y del II imperio.


Fig.27. Francisca Ifigenia Meléndez
Retrato de caballero desconocido
Acuarela y guache sobre marfil
Museo Meadows de la Sourthern Methodist University
Dallas, Texas. EE.UU.



 Fig.28. Francisca Ifigenia Meléndez
Retrato de un clérigo sentado en un interior
Acuarela y guache sobre marfil
Antugua colección Gustavo Morales.

En los retratos de determinados individuos de la Corte de Carlos IV adquiridos por el Museo Meadows como el nuestro propio de Martín Zapater, se pueden reconocer al personaje, descrito con trazos sencillos, predominio del plano y distorsión de las facciones, que aunque son recursos propios de la caricatura, no alcanzan lo absurdo, lo monstruoso o lo imposible ni pretende la burla en sus retratos. Francisca Meléndez llega a estos visos de caricatura por una manera de percibir la realidad como lo hicieron otros artistas del pasado y como también lo harán otros en el futuro.

Enero de 2012
Eloy Martínez Lanzas


Notas
(1) Algur Meadows H. desarrolló un interés en el arte durante las frecuentes visitas a España durante la década de 1950, cuando pasó largas tardes en el Museo Nacional del Prado en Madrid. El Sr. Meadows comenzó a coleccionar arte español, y su colección ha crecido hasta convertirse en uno de los mejores fuera de España. Las pinturas que componen la mayor parte de la amplia colección de obras del Renacimiento temprano, pintado a finales del siglo XV, a las obras modernas de Picasso y Juan Gris. La mayoría de la colección, sin embargo, se centra en los españoles "Edad de Oro". Desde la década de 1550 a casi el comienzo del siglo XVIII, España experimentó un florecimiento de las artes. La colección Meadows contiene obras maestras de Velázquez, Murillo, Ribera, y muchos otros que trabajan en este momento. El Museo Meadows posee varias pinturas de Francisco de Goya, entre ellos “El corral de locos”, un pequeño pero poderoso movimiento. Estos trabajos revelan la evolución del estilo de Goya y los intereses artísticos a lo largo de su larga e ilustre carrera. El museo exhibe una serie de ejemplos, de pintura realista del siglo XIX y de
(2) La correspondencia conservada asciende a 147 cartas, redactadas en el periodo comprendido entre 1775 a 1799, última carta fechada, que coincide con el traslado a Madrid de Goya y su esposa Josefa Bayeu. El mayor lote de las cartas, en número de 118, se custodia en el Museo del Prado, procedentes de la colección del marqués de Casas Torres. El resto se reparten entre la Fundación Lázaro Galdiano de Madrid y dispersas entre varias colecciones públicas y privadas de Europa y América. Las cartas fueron publicadas por Francisco Zapater y Gómez, sobrino de Martín Zapater en 1868, pasando por subasta a propiedad del escritor Don Ramón de Mesonero Romanos (1803-1882) y años después a diversas colecciones. La correspondencia entre ambos personajes, fueron publicadas y comentadas por Xavier de Salas en una primera edición de 1982 y posteriormente publicadas por Ediciones Istmo, SA, Colección Fundamentos, nº 209 en 2003.

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