jueves, 6 de febrero de 2014

UNA CASA DE PUERTAS ABIERTAS, Benjamín Adolfo Araujo Mondragón

Casa Propia, Antología poética (1985-2010), de Flor Cecilia Reyes.

UNA CASA DE PUERTAS ABIERTAS

Benjamín A. Araujo M.

          Cabe muy bien mirar de frente y tener la mente despejada, luego de leer a Flor Cecilia Reyes. Su lectura consigue eso y más: hace nacer en los corazones lectores una sed de cosas buenas y un deseo de estar bien y de buenas con el mundo.

         A Flor tengo la fortuna de conocerle hace ya muchas décadas. Y nuestra amistad ha carecido de tropezones o piedras en el camino; por el contrario se encuentra llena de paz y cosas buenas, aún en los peores momentos –inevitables- al grado de que yo pudiera decir que esa amistad, como la poesía de Flor, está llena de higueras como en sus libros su decir y cantar.

          A contraposición de lo que pudiera pensarse, por su nombre y trayectoria personales, Flor Cecilia Reyes no es inclasificable, ni inaprehensible, ni difícil –como lo pudiera hacer creer el nombre de su primer libro Átopos-, sino todo lo contrario. Se trata de una poesía legible, directa, breve –acaso demasiado breve- al grado de haber llevado a Eduardo Casar en el estupendo y atinado prólogo de este libro a decir: “Flor Cecilia Reyes  ha cincelado con paciencia de miniaturista el árbol de la vida que hoy está en nuestras manos. Hay que dejar que se entrometa lenta pero seguramente, de una manera grave pero estable en nuestra vida para amplificarla”.

          Casa propia, ubicado en la Colección Summa de Días del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal, que encabeza el ingeniero Agustín Gasca Pliego, está dividido en seis estancias y logra ser un todo coherente, muy coherente, a lo largo de sus 263 páginas. Se trata de una bella edición, cuidada por la autora con auxilio de Christian Ordoñez y con el concepto editorial de Félix Suárez, Hugo Ortiz y Juan Carlos Cué.

         Cabe anotar aquí Casa propia tiene un nombre muy adecuado para este libro antológico y ello es por tres razones fundamentales: 1. La poesía de Flor Cecilia Reyes Cruz es única, personal e imposible de confundir; 2. Esta palabra logra atrapar al lector y hacerlo sentirse bien “como en casa”; y 3. La flor-poética tiene mucho de autobiográfico y consigue crear instancias como las de un hogar propio para cada cosa.

          En los seis libros que ha publicado esta autora, contenidos en esta antología, -Átopos, Cerro de Magueyes, Derrumbes, Como una luz callada, Cántaro sonoro y Péndulo- Flor Cecilia ha querido conjuntar de alguna manera su trabajo creativo que abarca los primeros veinticinco años de su poética, y consigue con mucha fuerza hacer generosa huella; de tal manera que ha logrado trascender fronteras de todo tipo y colocarle en el sitio de honor que le corresponde.
         Contra todo pronóstico podemos pasar a esta Casa propia, que es casa abierta para todos los lectores, sin temor de que seremos acusados de “allanamiento de morada”; insisto, es casa abierta y Flor Cecilia nos pide que pasemos, página a página.


Gracias,

Benjamín A. Araujo M.







Librería Carámbano, Metepec, Méx., 5 de febrero de 2014.

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