viernes, 7 de marzo de 2014

LOS AÑOS NO VIENEN SOLOS, Beto Brom (Israel)



Los años no vienen solos, y las costumbres quedan no obstante los años pasan. Mi profesión... no, seré sincero, mi pasatiempo es escribir. Lo vengo haciendo desde ya muchos añitos atrás, si la memoria no me juega sucio, creo que mi primer escrito resultó cuando era un purrete de quince pirulos. Nos pasamos a un edificio nuevo, en la secundaria, y la profesora de castellano me propuso escribir una nota como de bienvenida alusiva al evento. En un principio sentí un alegrón por caer en mí la elección, pero ya en casa me comencé a preocupar por el hecho de pararme frente a todo el plantel de profesores, el Director y el alumnado para leer algo por mí escrito. Dí palabra de acuerdo, por lo tanto era algo muy significativo, manos a la obra me dije, y que sea lo que sea. Los aplausos que sellaron mi lectura, dieron sus frutos: en aquellos momentos capté lo que me gusta y desde entonces es lo que hago, lo que me gusta.
En mí haber varios libros publicados. Los temas tratados forman un arco iris. Cuentos, historias, narraciones, comentarios de viajes, y en especial intrigas familiares, este rubro me fascina en especial.
Los nuevos sistemas, ocasionados por el progreso, que en las últimas décadas fueron desarrollándose en forma acelerada, no a mi gusto, obligan e imponen su tono y es notable la dificultad que ocasiona en aquel que rehusa a no introducir su persona en la corriente. Me incluyo en dicha lista. Traté en varias oportunidades volcar mis sentimientos sobre un teclado, lo conseguí, pero mucho esfuerzo el empleado, y no me convencí, por lo tanto sigo "a la antigua" escribo con lápiz y papel, como el tata me enseño. Una de las consecuencias directas de mi casi rehúso a la bendita o maldita computadora,( tachar lo que desagrade), es no figurar en el Internet mi dirección virtual, sino la verdadera, si, esa del buzón, sobre y estampilla. Los gustos es necesario dárselos en vida, es mi vida y ese es uno de mis gustos.
En unos de esos días de recolección, Domingos y Jueves, en que reviso mi casilla de correo, que fue necesario agrandar con el correr del tiempo, para poder albergar la correspondencia recibida, de esto hace varios meses atrás, había entre las decenas de cartas una que por el color del sobre llamó a mi curiosidad, y decidí darle prioridad. Resultó ser la de un niño de escasos diez años que con simpleza y mucho respeto me envió su humilde pedido.

Estimado Sr. Escritor:
Con seguridad usted tiene poco tiempo libre, así que seré breve y no lo molestaré demasiado. Sólo unas palabras y se lo agradezco. Mi padre que es maestro de tercer año del secundario de nuestro pueblo, lee mucho y la biblioteca del comedor de casa esta llena de libros, creo que más de cien. Varios de los libros que usted escribió, los tenemos acomodados, uno de ellos, ese que cuenta sobre su viaje a la montaña nevada, lo empecé a leer y ya estoy por terminarlo. Es interesante como cuenta los problemas que pasaron, las caminatas, el perro que se le perdió, y todo lo demás. Otro, ese de la fiesta cuando su hijo se casó, es el que más le gusta a mi padre, siempre lo comenta y casi lo sabemos de memoria. Bueno, ahora a lo nuestro. Quisiera saber si es posible, si no, no importa, que escriba un cuento para chicos, sobre no sé, no se me ocurre nada ahora, elija lo que le parezca mejor. Podría ser sobre una excursión a un lugar raro, desconocido, lejos, allá en algún lugar del mundo. Pero, por favor, con palabras no difíciles, las que usamos nosotros los chicos. ¿Puede ser?
Mi papá me ayuda a escribir esta carta, para que no tenga errores de ortografía, pues es una falta de respeto, escribir no en forma correcta a un escritor, aparte es una vergüenza, ¿no?
No lo molesto más. Piense en lo que le pido. Cuando tenga tiempo, escriba. Otra cosa, que no sea muy largo.
Otra vez muchas gracias.
En casa lo apreciamos mucho, y yo también.
Chau Sr. escritor
Daniel

Al terminar la misiva, quedé con el pensamiento ocupado un largo rato. Las palabras del pequeño me hicieron mella y decidí contestar al lectorcito ese mismo día.
No resultó ningún esfuerzo conformar la proposición tan peculiar de mi pequeño lector. Al finalizar las "Travesías de dos expedicionarios”, presenté el manuscrito a mi amigo Manuel, gerente de la editorial. -Esto si que es una novedad, amigazo- Exclamó algo sorprendido el editor. Comenté la carta recibida con el pedido, al cual, expliqué, no me atreví a rehusar. Una vez que la primera edición vio el sol, envié, con su lógica dedicación, un ejemplar al precursor de mi primer libro para niños. "A mi flamante amigo Daniel agradezco su ayuda en la preparación de esta excursión. Espero que sea de su agrado. Hasta la próxima”
Creo un deber para con el lector presente ofrecer el pequeño relato escrito a pedido de mi amigo Daniel.
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Travesía de dos expedicionarios
Ocurrió hace mucho. Tenían diez años y vivirían una aventura que ninguno podría olvidar. Aventura que pudo haber terminado en tragedia.
Estaba todo planeado y estudiado. El itinerario, los puntos de descanso, los posibles problemas que podrían surgir, en fin todo calculado con tiempo y sin apuro.
Llegó el día estipulado. Ese martes por la mañana en vez de hacer el camino acostumbrado matinal que los llevara al colegio, Ofer y Gabri, enfilarían hacia la ruta, tomarían rumbo sur hacia la ciudad de Acco, Haifa....y por último Eilat, y desde allí:¡¡¡ A F R I C A!!!!
Los dos viajeros, Ofer, el mayor, catorce años y su amigo de ruta Gabri, de sólo 9, vivían en el primero y cuarto piso del mismo edificio en la ciudad de Naharía.
La noche anterior al día de la partida, se presentó el primer obstáculo: el padre de Gabri, solicitó a su hijo entregar, la mañana siguiente, una carta dirigida a la Dirección del colegio. Rápidamente luego de escuchar el pedido, apresuró sus pasos al piso cuarto y después de deliberar el asunto con su compinche, se decidió salir unos diez minutos antes de la hora acostumbrada, con la finalidad de encontrar de aquella forma menos personas que los vieran entrar y salir del colegio.
La idea de la aventura había comenzado hacia varios meses atrás. Consiguieron un mapa del mundo, bastante grande, y lo colgaron en una de las paredes del refugio antiaéreo, como existe en todos los edificios del país para resguardarse en caso de bombardeos, y allí con pequeñas flechitas dibujadas, marcaron el trayecto a seguir.
Se pusieron de acuerdo en que el viaje se realizaría por mar. A tal efecto y para la construcción de una rapsoda ya habían desmantelado una casucha de perro abandonada, una pequeña mesa de ping-pong; una cantidad considerable de troncos y maderas estaban ya guardadas a la espera.
Mientras estaban ocupados en los preparativos, llegaron a la conclusión de que sería más conveniente hacer el trayecto por tierra. No obstante calcularon que les ocuparía más tiempo pero menos peligroso y ello era lo importante.
( el recorrido de los dos aventureros, esta demarcado con linea roja)
Aquel mediodía Gabri no llegó a su casa después del colegio. Su padre, dudó sobre el retraso de su hijo, pues no concordaba dicha actuación con el hecho de ser un chico muy obediente y responsable. Salió a la entrada del edificio y al encontrarse con algunos de los compañeros de clase de su hijo consultó con ellos sobre el retraso. Uno de los chicos le informó que no obstante lo vio entrar al colegio con rumbo a las oficinas, no había concurrido a clase. A los pocos minutos el padre, ya bastante malhumorado, se presentó en el establecimiento educacional. En la entrada se encontró con la maestra de su hijo, la que confirmó lo escuchado de boca del compañero de clase. Al averiguar, en las oficinas, recibió confirmación fehaciente de lo escuchado anteriormente, Gabri había entregado aquella mañana la carta como correspondía.
Camino al edificio notó una aglomeración de gente y niños en la entrada del mismo. Al acercarse, fue a su encuentro el padre de Ofer, agente de policía, quien lo puso en conocimiento que también su hijo no había regresado aún a su casa. No dudaron un momento y se avisó a la Estación de Policía local sobre lo ocurrido.
Rápidamente, a los pocos minutos de recibirse la noticia, fue enviada una patrulla para recorrer la costa cercana a la ciudad. Al no encontrarse rastro alguno de los chicos, fue solicitada la intervención de la Policía Marítima, que se ocupó de fletar una lancha para recorrer el mar cercano a la zona. Tampoco así se logró conseguir dato alguno sobre el paradero de la supuesta rapsoda en cuestión, a decir de los chicos del edificio, quienes al ser consultados por la policía sobre cómo podrían ayudar para encontrar a sus amigos, llevaron a los agentes del orden al refugio para mostrarles el mapa en cuestión.
Fue requerida la intervención de dos helicópteros, una de la Fuerza Naval y otro de la Fuerza Aérea, quienes sobre-volaron toda la zona en busca de la precaria embarcación. Además se entabló comunicación con el puesto fronterizo del Líbano, en la frontera de Rosh Anikra, situada a unos cinco kilómetros hacia el norte de la ciudad. Tampoco de allí hubo ayuda alguna.
La hora avanzada, los nervios y los pensamientos sobre posibles causas que imposibilitaban el encuentro de los chicos, iban en aumento tanto en las mentes de los afligidos padres como en las de los encargados del rescate.
La tarde dio por terminada su función y la noche ocupó su lugar. Las fuerzas de seguridad suspendieron la búsqueda, que se reanudaría al día siguiente a primera hora.
A todo esto, Ofer y Gabri después de un largísimo día de caminatas, viajes en coches y camiones, brindados por conductores amables, hambrientos y cansados, estaban sentados en una plaza en la ciudad de Hedera, situada a unos cien kilómetros del punto de partida.
La noche, un poco de frío y el cansancio hicieron lo propio. De común acuerdo se presentaron en la Estación de Policía local y solicitaron comunicarse con las respectivas familias.
Al escucharse por intermedio de la comunicación telefónica la buena nueva, tanto en las casa de los ° desaparecidos, como en el resto de la ciudad, se logró escuchar un grito de asombro y de satisfacción a la vez.
Los frustrados expedicionarios volvieron a sus casas, cansados pero con una suerte de vivencias que los acompañaran por el resto de sus vidas.
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Espero que también el lector haya disfrutado de la expedición.
Aclaración: Acco, Haifa y Naharía son ciudades situadas en el norte de Israel; Hedera en la zona del centro y Eilat en la punta sur del país. Rosh Anikra, es el punto norte, frontera con Líbano.

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