Diario de la Amazonía
Roger Casement
Edición de Angus Mitchell
Como es sabido, El sueño del celta (2010), la última novela del Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, toma como materia prima narrativa la vida de Roger Casament. Las peripecias vitales de un hombre legendario, a la vez héroe y villano, moral e inmoral, traidor y libertario. La aventura de la novela de Vargas Llosa comienza en el año 1903, cuando Casament, luchador contra los abusos coloniales del siglo XX, alza su voz contra las atrocidades coloniales en el Congo Belga, tierras robadas por el rey Leopoldo II de Bélgica. Son los años de la fiebre del caucho, provocada por la incipiente pero pujante industria automovilística. Posteriormente en 1910, comisionado por el Foreign Office, Roger Casament viaja a Brasil y a Perú para investigar las denuncias contra la compañía cauchera Peruvian Amazon Company, dirigida por el “empresario y genocida del caucho”, Julio Cesar Arana. Lo que halló en la Amazonía peruana (Putumayo y Loreto) superaba con creces todo lo que había presenciado en el Congo: esclavitud, masacres, violaciones, hombres quemados vivos por los empleados locales de la compañía cauchera con sede en Londres.
Los lectores de El sueño del celta recordarán el trágico final de la aventura existencial de este patriota irlandés, ajusticiado en la horca por traición, en 1916, después de ser exhibido públicamente como sodomita promiscuo y pederasta en base a la publicación de unos diarios de dudosas veracidad. El mismo Vargas Llosa, en carta dirigida a Angus Mitchell, el mayor especialista mundial en Roger Casement, que abre la selección de textos de su diario que ahora publica Ediciones del Viento, recuerda que Casement fue un formidable luchador por los Derechos Humanos e infatigable defensor de los pueblos indígenas. Ediciones del Viento ya había descubierto la figura de Roger Casement a través de su informe sobre el Congo, incorporado al volumen La tragedia del Congo. A raíz de la publicación de El sueño del celta, la editorial coruñesa decidió acometer la edición de su Diario de la Amazonía. Un equipo de trabajo, dirigido por el profesor Angus Mitchell, seleccionó los textos más significativos de un amplísimo manuscrito, muchas veces farragoso, hasta lograr una obra coherente y unitaria, de lectura accesible para cualquier lector.
El resultado final es un extraordinario documento de una aventura por las selvas amazónicas, una crónica periodística excepcional, pero, sobre todo, un texto que es reconocido como un ensayo de antropología y una referencia mundial de una justa postura ética ante los atropellos y derechos de los pueblos indígenas. Y así mismo, un alegato sin contemplaciones contra los crímenes contra la humanidad y contra los fundamentos de la política económica neocolonialista de los países occidentales, que no vacilan en devastar las selvas tropicales sudamericanas.
Roger Casement pasó diez semanas investigando las tropelías cometidas contra los indios por los directivos de la compañía inglesa. Cada una de esas jornadas está reflejada en este Diario, escrito con un estilo conciso, pero duro y verídico, con palabras impresas “en color de sangre”, que nos recuerda El corazón de las tinieblas (Casement había conocido en el Congo a Joseph Conrad) o incluso a una atemporal Apocalyse Now. Desde Iquitos, por los ríos y selvas amazónicos, Casement recopiló minuciosamente todos los indicios, pruebas y documentos de la cacería humana, cometida por la codicia occidental. Miles de seres humanos fueron esclavizados en pleno siglo XX, convertidos en bestias de carga, sometidos a los más atroces castigos y, finalmente, exterminados en una orgía indescriptible, justificada en nombre de la civilización. Sin embargo, y a pesar de la unánime condena moral, la impunidad ganó finalmente la partida. Cuando el 3 de agosto de 1916 Cassement fue ahorcado en Londres la alegría y el jolgorio de la rica plutocracia cauchera iquiteña explotó sin disimulos. Pero la historia, siempre o casi siempre juez insobornable, colocó a cada uno en el puesto que merecía: a Roger Casement como referente ético universal del indigenismo, disidente anti-imperialista y mártir revolucionario. Este libro es un irrefutable testimonio.
Francisco Martínez Bouzas
Extracto
“Hoy he mandado llamar a Levine y se limitó a confirmar las peores historias que circulaban sobre Norman sobre lo de haber quemado a indios, reventado cabezas de niños y todo lo demás. Es hombre es un auténtico diablo.”
“(…) El asesinato y posterior quema de indios ocainas cuando algunos de ellos seguían aún vivos tuvo lugar en 1903. Bishop dice que lo ha oído contar muchas veces. Rafael Larrañaga fue el que ordenó hacerlo. Los ocainas habían sido acusados de matar colombianos”
“(…) se han cometido cientos de crímenes que no aparecen registrados ahí. Entre Normand, Agüero, Fonseca, Montt Jiménez, los dos hermanos Rodríguez y Martinengui han asesinado varios miles de esos desdichados seres. No hay duda de que así ha sido. La semana pasada Tizón admitió delante de mi en La Chorrera que los dos Rodríguez habían matado «cientos de indios», y que Arana les había cedido el 50% de la producción de las secciones de Santa Catalina y Sabana. Normand es acusado una y otra vez por los barbadenses de asesinar a varios cientos de indios. Hoy mismo Levine volvió a decir que «más de 500», que Matanzas había matado a veinte en sólo cinco días y que sus cadáveres (que fueron arrojados detrás de la casa para que se los comieran los perros) apestaban de tal manera que apenas fue capaz de probar bocado. Esos siete monstruos han decapitado, quemado vivos, matado a tiros, a latigazos o por inanición a unos 5.000 indios durante los últimos siete años”
(Roger Casement, Diario de la Amazonía, páginas 301-202)
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