De Ignacio Ramírez, El Nigromante (1818-1879). Entre los papeles inéditos del gran literato, periodista e ideólogo de la Reforma, aparecieron estos versos, defectuosos si se quiere, pero reveladores de su temperamento taciturno y reflexivo; por otra, parte son uno de los escasos testimonios literarios de su estancia en la capital del Estado de México, a mediados del siglo XIX.
A UNA CAPILLA QUE ESTÁ AL PONIENTE
Y EXTRAMUROS DE TOLUCA
Cuando te descubrí por vez primera
vagaba pensativo y solitario
por la desnuda cumbre de este monte
que aspecto y nombre tiene de calvario.
La luz del sol naciente te cubría,
los campos que te cercan verdeaban
y a la voz de tu alegre campanario
presurosa y dispersa concurría
la gente que a Dios busca en su santuario.
¡Cuán hermosa esa vez me pareciste!
Por los montes opuestos una tarde
te vi después y te juzgué una tumba,
fuerte viento tus árboles embiste,
derribado a lo lejos el sol arde
con sus postreras luces y se apaga.
Tu campo está amarillo y tú estás triste
y entre mis negros pensamientos vaga
una indecisa imagen de la muerte
que me brinda sus brazos y me halaga,
mostrándome sus males desarmados
y expirando a sus (pies) mi odiosa suerte.
Desde entonces constante te visito,
al descanso, mis miembros fatigados
junto a tus puertas entregar me agrada
y mi alma a pensamientos desbocados.
Allí con llanto ablando mis congojas
y tal vez con cantares indiscretos
descubro de mi pecho los secretos.
Ya contemplo tus sauces que sin hojas,
ramosos y delgados y sin vida
parecen de otros sauces esqueletos.
Ya tus cipreses altos y robustos
cuyos ásperos troncos revestidos
están de cicatrices, cuya copa
está compuesta de frondosos ramos
ligados en desorden y tendidos…
Tomado de Obras completas IV/ Estudios Literarios y poesías. Poemas y apuntes inéditos. México, Centro de Investigación Científica Jorge L. Tamayo, 1984-
ALFONSO SÁNCHEZ ARTECHE
No hay comentarios:
Publicar un comentario