Operación de dominio
Hermann Bellinghausen
A
hora los policías llegan a magistrados en la corte suprema de justicia de una Nación. Eso es nuevo. El flamante ministro de nuestra corte nacional de justicia es un policía; si dirigió la procuraduría general y los servicios de inteligencia nacionales (en un periodo particularmente confuso por cierto), ¿qué lo calificó luego para atender las estratégicas embajadas de Londres y Washington, of all places? No lejos de las oficinas de la CIA y el M15, con quienes ya habría colaborado anteriormente. ¿O sería por el oro? ¿No fueron a enterrar en Londres las nada tímidas reservas de oro sólido? (Oh, perdón, esto suena a vil teoría de la conspiración; con eso de que ya nos incluyeron en la franquicia de James Bond, uno se deja llevar por la emoción.) Luego esa insistencia del actual ejecutivo autoritario en que ingresara a la corte ese señor. Ni se cuidan de las formas. Es el método. Como eso de los agentes extranjeros armados y actuantes en territorio nacional, otro decretazo como si nada, parte de acuerdos internacionales firmados no en nuestro nombre.
El procedimiento de dominio y control viene por paquetes. Uno fue en torno a hacerse del poder en 2012. Lo lograron impunemente. Otro, el plan más acariciado, la reforma energética, les salió de rechupete. Sus mentores de la OCDE y el Banco Mundial les aplaudieron. ¿No hasta se placeó el director de la primera como si fuera jefe político aquí? El mismo de la profecía de un reino que duraría 25 años. Ya duró más.
Alguno de dichos paquetes incluye una nueva gendarmería, el endurecimiento legal y fáctico de la represión al descontento social (que no amaina), la paramilitarización disfrazada de narco o viceversa, los agentes extranjeros y al fin, la posibilidad de control policiaco de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. ¿O será el nuevo ministro sólo un tipo con suerte? A los ciudadanos sus merecimientos no nos constan.
Nadie tiene la culpa de lo que haga su hermano, pero casualmente el nuevo ministro tiene un hermano también apreciado, en otros rubros, por el aparato mayor estadunidense. Como cabeza mexicana y latinoamericana de Citigroup, este hermano goza de conmovedora tolerancia incluso cuando la turbiedad de algunos dólares pone al banco al borde del escándalo. Se ve que es alguien con quien allá pueden contar.
A la vez, y bajo la sombra inevitable de los 43 de Ayotzinapa y su
verdad histórica, el último procurador pasa a ocuparse de los asuntos agrarios, que en esta hora de privatización forzada no son perita en dulce, desde la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano. Para tan delicada función, otro policía. El enroque fue preciso, quirúrgico: pasó a encabezar la Procuraduría General de Justicia la hermana de un alto directivo de Televisa (pero de los hermanos nadie tiene la culpa). Lo cierto es que de una senadora hicieron una policía. Y el gobierno regala millones de televisores para que la gente se indigeste a gusto con la propaganda y el entretenimiento huero.
Seguramente el actual gobierno federal no se recuperará de la crisis de credibilidad que lo azota desde el otoño de 2014, pero como sus apuestas son altas, y sus compromisos más, los responsables buscan asegurarse de que aplicarán en paquete completo. What’s next?: el agua.
Lo simultáneo es interesante. El Comisionado de las Naciones Unidas para la tortura insiste en que aquí esa práctica es generalizada. Quien tenga contacto con el sistema de justicia y la experiencia de presos y ex presos pobres, sabe que de milagro escapa alguno de la tortura en diversos grados. En todo el país. Pero las autoridades nomás lo niegan. Tú di que no es cierto y aguanta. A ver, que te lo prueben. Esas no son pruebas, es propaganda. Malintencionada. Ya todo lo que vienen soportando desde septiembre en boca de presidentes, primeros ministros, organismos internacionales, el Parlamento europeo, multitudes mundiales, el Papa mismo (tan cuate que parecía). Todos reclaman. Y dale con la
mexicanizacióncomo amenaza de algo terrible. Y dale que si la repre, la tortura, la corrupción, los conflictos de interés. Como si no tuvieran bastante trabajo en justificar el pantanal económico, buscando respiraderos con el fracking, los transgénicos y las privatizaciones. Ningún segmento de la realidad los detiene.
Una operación de dominio a gran escala. En una excelente caracterización, Alejandro Nadal detalló en estas páginas cómo el proyecto del neoliberalismo es crear un nuevo tipo de Estado, no desaparecerlo ni debilitarlo. Al contrario.
El bloqueo y ataque en contra de la democracia no debe ser confundido con la reducción del tamaño del Estado(1/4/15). Pensar que son tantas las piezas que encajan para imponer ese futuro. Agréguese el ingrediente de guerra, esencial y poliédrico. Un tiende a fantasear teorías de la constipación, delirios de la razón que engendran sapos, paranoias de izquierda que ameritan tratamiento clínico. Todo es pura casualidad.
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