Escribo sobre tu piel mi extrañamiento.
Tengo en la mente tu cuerpo y lo penetro.
Todo, por cierto, es sólo juramento
y sucede que no puedo ir nunca a tu encuentro.
En tus ojos de cielo, el firmamento
se vuelve tempestades y promesas
y mis ansias muy locas en aumento
porque ya no me juras y encabezas
todo trato carnal, si no regreso
porque este amor vive un deceso
grosero y tempestuoso de lamentos
que son un fuerte y claro peso
porque yo deseo vivos sentimientos
de amor a tu lubricidad; dices: ¿qué es eso?
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