CINCO
POEMAS DE ALFONSO REYES
CONSEJO POÉTICO
La cifra
propongo; y ya
casi tengo el artificio,
cuando se abre el precipicio
de la palabra vulgar.
Las sirtes del bien y el mal,
la torpe melancolía,
toda la guardarropía
de la vida personal,
aléjalas, si procuras
atrapar las formas puras.
casi tengo el artificio,
cuando se abre el precipicio
de la palabra vulgar.
Las sirtes del bien y el mal,
la torpe melancolía,
toda la guardarropía
de la vida personal,
aléjalas, si procuras
atrapar las formas puras.
¿La emoción?
Pídela al número
que mueve y gobierna al mundo.
Templa el sagrado instrumento
más allá del sentimiento.
Deja al sordo, deja al mudo,
al solícito y al rudo.
Nada temas, al contrario,
si en el rayo de una estrella
logras calcinar la huella
de tu sueño solitario.
que mueve y gobierna al mundo.
Templa el sagrado instrumento
más allá del sentimiento.
Deja al sordo, deja al mudo,
al solícito y al rudo.
Nada temas, al contrario,
si en el rayo de una estrella
logras calcinar la huella
de tu sueño solitario.
¡A CUERNAVACA!
A
Cuernavaca voy, dulce retiro,cuando, por veleidad o desaliento,
cedo al afán de interrumpir el cuento
y dar a mi relato algún respiro.
A Cuernavaca voy, que sólo aspiro
a disfrutar sus auras un momento:
pausa de libertad y esparcimiento
a la breve distancia de un suspiro.
Ni campo ni ciudad, cima ni hondura;
beata soledad, quietud que aplaca
o mansa compañía sin hartura.
Tibieza vegetal donde se hamaca
el ser en filosófica mesura...
¡A Cuernavaca voy, a Cuernavaca!
II
No
sé si con mi ánimo lo inspiroo si el reposo se me da de intento.
Sea realidad o fingimiento,
¿a qué me lo pregunto, a qué deliro?
Básteme ya saber, dulce retiro
que solazas mis sienes con tu aliento:
pausa de libertad y esparcimiento
a la breve distancia de un suspiro.
El sosiego y la luz el alma apura
como vino cordial; trina la urraca
y el laurel. de los pájaros murmura;
Vuela una nube; un astro se destaca,
y el tiempo mismo se suspende y dura...
¡A Cuernavaca voy, a Cuernavaca!
CARAVANA
Hoy tuvimos
noticia del poeta:
Entre el arrullo de los órganos de boca
Y colgados los brazos de las últimas estrellas,
Detuvo su caballo.
El campamento de mujeres batía palmas,
Aderezando las tortillas de maíz.
Las muchachas mordían el tallo de las flores,
Y los viejos sellaban amistades lacrimosas
Entre las libaciones de la honda madrugada.
Acarreaban palanganas de agua,
Y el jefe se aprestaba
A lavarse los pechos, la cabeza y las barbas.
Los alfareros de las siete esposas
Acariciaban ya los jarros húmedos.
Los hijos del país que no hace nada
Encendían cigarros largos como bastones.
Y en el sacrificio matinal,
Corderos para todos
Giraban ensartados en las picas
Sobre la lumbrarada de leños olorosos.
Hoy tuvimos noticia del poeta,
Porque estaba dormido a lomos de caballo.
Dijo que llevan a Dios sobre las astas
Y que tiene la noche ácidas rosas
En las alfombras de los dos crepúsculos.
Entre el arrullo de los órganos de boca
Y colgados los brazos de las últimas estrellas,
Detuvo su caballo.
El campamento de mujeres batía palmas,
Aderezando las tortillas de maíz.
Las muchachas mordían el tallo de las flores,
Y los viejos sellaban amistades lacrimosas
Entre las libaciones de la honda madrugada.
Acarreaban palanganas de agua,
Y el jefe se aprestaba
A lavarse los pechos, la cabeza y las barbas.
Los alfareros de las siete esposas
Acariciaban ya los jarros húmedos.
Los hijos del país que no hace nada
Encendían cigarros largos como bastones.
Y en el sacrificio matinal,
Corderos para todos
Giraban ensartados en las picas
Sobre la lumbrarada de leños olorosos.
Hoy tuvimos noticia del poeta,
Porque estaba dormido a lomos de caballo.
Dijo que llevan a Dios sobre las astas
Y que tiene la noche ácidas rosas
En las alfombras de los dos crepúsculos.
EL VERDUGO SECRETO
recóndito ladrón que nunca sacio,
a quien suelo ceder, aunque reacio,
cuanto suele pedir tu desenfreno.
Me quise sobrio, me fingí sereno,
me dictaba sus máximas Horacio,
dormí velando, festiné despacio,
ni muy celeste fui, ni muy terreno.
Poco me aprovechó vivir alerta,
si del engreimiento vanidoso
hallaste tú la cicatriz abierta.
Hoy quiero rechazarte, y nunca oso.
¡Válgame la que a todos nos liberta,
y al orden me devuelve y al reposo!
LA AMENAZA DE LA FLOR
engáñame y no me quieras.
¡Cuánto el aroma exageras,
cuánto extremas tu arrebol,
flor que te pintas ojeras
y exhalas el alma al sol!
Flor de las adormideras.
Una se te parecía
en el rubor con que engañas,
y también porque tenía,
como tú, negras pestañas.
Flor de las adormideras.
Una se te parecía...
Y tiemblo sólo de ver
tu mano puesta en la mía:
¡Tiemblo no amanezca un día
en que te vuelvas mujer!
Compadre es una delicia pasar por tu página, me deleito cada vez que leo las obras que estaban perdidas de mi pálido universo.
ResponderEliminar