Los escritores que mezclaron
musas, alcohol y drogas
- Consumían sustancias adictivas para aliviar los síntomas de la ansiedad y la depresión, además de buscar iluminación espiritual
Relajado y con los párpados pesados, un hormigueo recorre su cuerpo y el sentido del tacto aumenta. Son los efectos del opio. Los que experimentaba el célebre escritor estadounidense Edgar Allan Poe. Considerado uno de los maestros universales del relato corto, se sumó a la lista de escritores relacionados con sustancias adictivas para aliviar la depresión y laansiedad. De los efectos de este narcótico surgieron, entre otras creaciones, sus cuentos de terror.
A lo largo de la historia de la literatura han sido muchos los autores que han buscado una realidad alternativa para encontrar la inspiraciónconvirtiendo las drogas o el alcohol en sus musas. Este mes Olivia Laingha lanzado en castellano El viaje a Echo Spring de Ático de los Libros, una novela que recoge el ejemplo de seis autores alcohólicos y que busca responder al por qué de su adicción.
Pocos novelistas escribían en estado ebrio
“Crecí una familia alcohólica y necesitaba entender no solo el alcoholismo en sí, sino el efecto que había tenido en la literatura” explica Laing en una entrevista a La Vanguardia.com. “Elegí seis autores cuya obra me encantó y que estaban conectados de alguna manera. Hemingway y Fitzgerald eran amigos, como Carver y Cheever. Cheever estaba obsesionado con Fitzgerald, Berryman y Carver se mostraron muy interesados en Hemingway, Williams y Hemingway se conocían entre sí y Williams escribió una obra de teatro, Clothes for a Summer Hotel, sobre Fitzgerald. Así que había una gran cantidad de intersecciones en las que pensar.”
El por qué de su alcoholismo
La autora explica que estos novelistas tuvieron una infancia infeliz y similar. “Todos sufrían ansiedad social y depresión, y parece que buscaron la salida en la bebida. Pero el alcohol es una sustancia adictiva y el alcoholismo una enfermedad progresiva. Y luego están las tensiones particulares de la vida de la escritura: el escrutinio público, la crítica, la necesidad de mantener el ritmo de trabajo.” Según Laing, muy pocos de estos novelistas escribieron en estado ebrio. “Bebieron en otros momentos del día para aliviar la presión de sus vidas, pero no para estimular la creatividad.”
Su libro se centra “en la masculinidad americana y el papel que juega en la necesidad de beber”. Aunque, por supuesto, las mujeres también beben. “Escribí un largo ensayo para The Guardian sobre el tema”, explica Olivia. “Jean Rhys, Elizabeth Bishop, Marguerite Duras y Patricia Highsmith eran alcohólicas”.
Otros escritores que sucumbieron a las drogas o el alcohol
Jack Kerouac fue un escritor pionero de la Generación Beat, marcada por el uso de las drogas. Sus viajes bohemios, las drogas y el sexo perfilaron el carácter de su recorrido literario, que llegó a su punto álgido con On The Road (En la carretera, 1957). Su alcoholismo le provocó una prematura muerte a los 47 años.
La década de los 80 guió a Stephen King por un camino turbulento. En 2013 el novelista reconoció en una entrevista sus problemas con el alcohol: “Me tomaba una caja diaria de cerveza, 24 o 25 latas”. “Tomé todo lo que pueda imaginarse. Cocaína, Valium, Xanax, lejía, jarabe para la tos… Digamos que era multitoxicómano. Lo malo es que entonces no había programas de ayuda”, admitió el autor.
Las propiedades alucinógenas de la mescalina influyeron en el proceso creativo de Jean-Paul Sartre, en concreto en su libro La náusea (1938). Esta droga hizo que el filósofo y novelista francés viera durante varios años crustáceos. Además, era adicto a las anfetaminas: las consumió durante 20 años.
Las drogas acercaron a Charles Baudelaire al ideal que tanto ansiaba. El poeta pretendía evadirse de la realidad y se refería a sus experiencias como “[el] estado excepcional del espíritu y los sentidos que puedo sin exageración llamar paradisíaco, si lo comparo con las pesadas tinieblas de la existencia común y cotidiana”.
“Es una de las mentes más brillantes de Inglaterra”, decía Baudelaire sobre Thomas de Quincey. En la autobiográfica Confesiones de un opiómano inglés el autor confesaba su relación con dicho narcótico, que empezó a consumir en 1804 para aliviar los síntomas de una neuralgia. Perdió el control de las dosis y se enganchó.
-”¿Qué opina de las drogas?”
-”¡Oh! ¡Mi tema favorito!”, respondía Charles Bukowski con un cigarro en la mano y tras un trago de cerveza, en una entrevista. “Soy anti drogas. Son muy mal camino. Si tienes que ser algo, sé un alcohólico”, aseguraba. “Si no hubiera sido un borracho probablemente me habría suicidado hace mucho tiempo. El alcohol te ofrece la libertad de soñar sin la mortandad de las drogas.”
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