viernes, 3 de octubre de 2014

DIVÁN EN CRISIS, Diana Decunto, Alicia Alejandra Zabala y Héctor Zabala (Argentina)

DIVÁN EN CRISIS *
 Diana Decunto ©, Alicia Alejandra Zabala © y Héctor Zabala ©

Personajes:
Rivas: psicóloga, mujer de mediana edad.
Patricia: paciente, mujer de mediana edad.

ACTO ÚNICO
ESCENA I
La acción se desarrolla en el consultorio de la psicóloga.

PSICÓLOGA: Adelante. (Pasa una mujer muy tímida, camina lentamente, nerviosa.)Adelante, Marcela. Siéntese.
PACIENTE: (Algo asombrada.) Patricia… doctora. Pa-tri-cia… ¿no recuerda?
PSICÓLOGA: Ah sí, sí… Uf, tuve tantos pacientes hoy… A la mañana el hospital, a la tarde el consultorio… Es mucho, a veces me confundo.
PACIENTE: Doctora…
PSICÓLOGA: (La interrumpe.) Por favor, me facilita el carné de la obra social así le hago la orden. (La PACIENTE revuelve en su cartera, tarda.) Marcela, por favor, más rápido, no tenemos tiempo que perder. (La PACIENTE al fin se lo entrega.)
PACIENTE: Patricia, doctora… Patricia.
PSICÓLOGA: (Sin escucharla.) Este carné se le vence la semana que viene, debería ver de renovarlo. Sino… no la voy a poder atender... La obra social, usted sabe, sin carné al día no nos paga.
PACIENTE: Está bien, doctora... Quisiera hablar de… (Pausa y cambia de tema.) No se preocupe, la semana que viene, sin falta, iré a renovar el carné.
PSICÓLOGA: Está bien. Pero… demorémonos en este punto. Porque… fíjese que no se trata sólo de nuestra terapia. Usted, creo recordar, que va a menudo al traumatólogo, según me dijo alguna vez… Al traumatólogo, al sanatorio y todo eso. Además, y he aquí lo importante: tener su carné en regla es vital… Vital para una vida ordenada.
PACIENTE: Sí, doctora... Lo haré, lo haré.
PSICÓLOGA: Porque usted dirá, ¿qué es un simple carné? Poca cosa… pero no, en Psicología justamente esas “pequeñas cosas” nos delatan traumas profundos.
PACIENTE: (Como pidiendo perdón.) Sí, doctora... Lo sé, lo sé. No me olvidaré de actualizar el carné. Pero…
PSICÓLOGA: (Vuelve a interrumpirla.) Porque no lo tome a mal, pero la obra social es muy rigurosa, burocrática, usted sabe… y si me demoran en pagar, usted comprenderá que se rompe la confianza entre psicólogo y paciente, confianza que debe primar por sobre toda otra consideración…
PACIENTE: Sí, doctora... Lo sé, lo sé. Aunque quisiera decirle…
PSICÓLOGA: (Sigue pasándola por encima.) …y si esa confianza se pierde, perdemos las dos.
PACIENTE: (Con cierto coraje.) Doctora, él lo volvió a hacer...
PSICÓLOGA: ¿Volvió a hacer qué?
PACIENTE: Mi marido… volvió a pegarme.
PSICÓLOGA: ¿Qué? ¿Le pega? Mar… ehhh, disculpe, Patricia. ¡Patricia, usted seguramente exagera!
PACIENTE: Doctora, hace bastante que le vengo diciendo lo mismo: que él me maltrata, que él me pega. Vengo ocultando como puedo los moretones que me deja. (Se los muestra.)
PSICÓLOGA: Un momento, un momentito ehhh… Patricia, tenemos 45 minutos para hablarlo.
PACIENTE: Ah, se acordó de mi nombre…
PSICÓLOGA: Claro, ¿cómo no voy a acordarme de su nombre? Lo que pasa es que usted, Patricia… es tan lenta… que pone nervioso a cualquiera. Su marido se debe enojar con usted porque es así... Usted no tiene remedio.
PACIENTE: (Algo enojada.) Si no tengo remedio para qué me cobra. Doctora, él me pega.(Mientras tanto la PSICÓLOGA levanta un mensaje del celular y lo contesta.)
PSICÓLOGA: Perdón, Patricia. Mi hija que me pide permiso para ir a un cumpleaños. ¿En qué estábamos?
PACIENTE: En que él me… me pega.
PSICÓLOGA: (La PSICÓLOGA sigue con sus mensajes.)
PACIENTE: Doctora, perdón, ¿me escucha?
PSICÓLOGA: Sí, la escucho… En la Facultad me acostumbré a tomar apuntes del pizarrón mientras los profesores hablaban de otro tema. No se preocupe, la escucho, la escucho… (Revuelve papeles.) Lo que sí que no lo encuentro…
PACIENTE: (Tímida.) ¿Qué cosa, doctora?
PSICÓLOGA: …el formulario de la obra social. Ah sí, aquí está, se había traspapelado. Patricia… (Leyendo ostensiblemente el formulario donde está escrito el nombre de la paciente.) Patricia. ¿En qué estábamos? 
PACIENTE: En que él me… me pega.
PSICÓLOGA: Ah, sí, en que “supuestamente” le pega.
PACIENTE: Doctora, el otro día se enojó cuando serví la comida. Decía que la milanesa estaba quemada… y después de tirar el plato al suelo, me pegó. Mire, mire…. (Le muestra los moretones de nuevo.)
PSICÓLOGA: Aja, ¿y usted qué piensa?
PACIENTE: ¿Cómo qué pienso?
PSICÓLOGA: Sí, ante situaciones traumáticas o postraumáticas la gente siempre elabora, piensa.
PACIENTE: Y yo que sé lo qué pienso. Lo que sé…
PSICÓLOGA: No, no, no. Está muy mal eso de no pensar… En Psicología…
PACIENTE: (Ya sacada.) Venía de la calle, ¡estaba totalmente borracho, doctora!
PSICÓLOGA: A ver, pensemos… totalmente borracho, ¿qué es “totalmente” borracho? Quiero que entienda, si hubiera estado “totalmente” borracho, su marido no hubiera podido llegar siquiera a casa. Digamos que estaba medianamente borracho…
PACIENTE: (Más sacada, al borde de la histeria.) Lo que usted diga, doctora. Entonces peor, usted una vez me dijo que si la borrachera era mediana era más peligrosa que la borrachera completa.
PSICÓLOGA: ¿Le dije eso? No lo recordaba, pero sí, tiene base científica… Pero entonces, Patricia, en esos casos no debe hacerlo enojar. ¿Seguramente usted cocina muy mal, no?
PACIENTE: ¿Qué cocino mal? Pero… pero…
PSICÓLOGA: (Pasándola por encima.) La comprendo, créame, las mujeres no estamos atendiendo bien a nuestros maridos… ah, la eterna falta de tiempo…. Fíjese… todo el día en el consultorio… ¡mire si a la noche voy a tener ganas de ir a cocinar…!
PACIENTE: (La interrumpe.) Usted no me entiende o no me quiere entender. Al final me cansé.
PSICÓLOGA: ¿Se cansó? Ajá… A ver, ¿qué quiere significarme exactamente con eso?
PACIENTE: Lo denuncié en la comisaría.
PSICÓLOGA: Ay, no… (Llevándose una mano a los ojos.) ¿Cómo hizo eso? Es un paso, yo diría, un paso demasiado… rotundo, drástico.
PACIENTE: Hablé con la psicóloga de la policía. Ella me dijo todo lo contrario.
PSICÓLOGA: ¿Lo contrario? ¿Lo contrario de qué?
PACIENTE: Lo contrario de lo que me dice usted.
PSICÓLOGA: Bueno, puede ocurrir, en Psicología hay diferentes escuelas… Además, es una psicóloga forense…
PACIENTE: ¿Y qué diferencia hay en que sea forense? ¿No estudian en la misma Facultad?
PSICÓLOGA: Si es de Buenos Aires, probablemente, pero igual hay diferencias de… Mire, es muy profundo para explicarlo en pocas palabras. Usted, además, no es una especialista. No alcanzarían diez sesiones para mostrarle las diferencias esenciales entre la psicología forense y la de consultorio.
PACIENTE: Perdone, doctora, pero no noté que cambiara mucho en cómo abordar la cosa, salvo que la psicóloga forense, como usted la llama, llega a conclusiones contrarias a las suyas.
PSICÓLOGA: (Casi bostezando.) ¿Pero en qué quedamos? ¿Vio diferencias o no, entre ambas?
PACIENTE: (Algo atropellada.) Mire, doctora, la doctora que me revisó me dijo que tenía que denunciarlo, que no hay nada que justifique que él me levante la mano…
PSICÓLOGA: ¿La revisó una psicóloga?
PACIENTE: No, me refiero a la primera, la médica. Me revisó y me dijo que no se justifica…
PSICÓLOGA: Y no, aun cuando no se trate de una especialista (porque es una médica clínica), igual tiene razón: no se justifica. Aunque siempre estamos en el supuesto de que su marido le pega. Pero en estado de ebriedad… quizá él no sabía que…
PACIENTE: (Atropellada.) Me dijo que por más que cocine mal o que sea lenta o que sea fea. Me dijo que nunca es mi culpa y, que lo denuncie, que tiene que ir preso.
PSICÓLOGA: ¿La clínica le dijo todo eso?
PACIENTE: (Atropellada.) No, la psicóloga.
PSICÓLOGA: Ah… (Algo despectiva.), la forense. ¿No le parece un poco intolerante?
PACIENTE: ¿Lo de mi marido? Por supuesto.
PSICÓLOGA: No, lo suyo… ¿no lo ve intolerante de su parte?
PACIENTE: ¿Y yo qué culpa tengo? ¿Ahora la víctima es el victimario…?
PSICÓLOGA: Desde hace meses le vengo diciendo que todos somos víctimas.
PACIENTE: En la comisaría me dijeron que usted me tendría que haber preguntado cosas como hizo la psicóloga de la policía. Insisten en que usted no se interesó en mí. Como con mi infancia por ejemplo… Ella ahora quiere hablar con usted.
PSICÓLOGA: ¿Quién?
PACIENTE: ¿Cómo quién?
PSICÓLOGA: Patricia, me parece que exagera. No creo que sea tan así.
PACIENTE: En la denuncia dije que usted es mi psicóloga. La va a llamar el juez a testimoniar cuando sea el juicio porque él está...
PSICÓLOGA: (La interrumpe y grita.) ¿Qué? ¿A mí? ¿Por qué me mete en sus problemas? ¿Qué tengo que ver yo? ¡Por favor, no me meta en SUS problemas! ¡Yo no tengo nada que ver en eso! Además no tengo tiempo. Entiéndame: el consultorio, la casa, los chicos... Mire si tengo tiempo para presentarme ante un juez. ¿Usted con qué derecho…?
PACIENTE: (Algo atropellada.) La psicóloga de la policía me dijo que usted TIENE que venir a declarar. Usted es parte importante en la denuncia. También me dijo que una buena profesional tiene que tomar todas las medidas necesarias para evitar que sus pacientes sufran daño. Además, dijo que por algo usted eligió ser psicóloga, que querría ayudar al prójimo...
PSICÓLOGA: (Como pensativa. Más calmada.) Bueno, claro, Patricia, la entiendo, estoy para ayudarla. A ver, la escucho.
PACIENTE: (Llorando.) ¿Usted sabe lo que es vivir con miedo? ¿Sabe lo que es no saber lo que lo puede enojar…?
PSICÓLOGA: (Interrumpe.) Patricia, tranquilícese…
PACIENTE: ¿Sabe lo que es que el hombre que ama le pegue, la humillación que es eso? ¿A usted le pasó alguna vez?
PSICÓLOGA: (Interrumpe de nuevo. Ahora muy maternalmente.) A ver, Patricia, tranquilícese… (Mira el reloj.) La comprendo, ¿Cómo no la voy a comprender? Son años de profesión, años de pacientes. Si usted supiera… Usted no es el primer caso ni será el último. Voy a ayudarla. Vamos a trabajar en esto y en fortalecerla (Mira el reloj.) para paliar la situación traumática que ha vivido…
PACIENTE: (Como pidiendo permiso.) ¿Entonces me cree, no?
PSICÓLOGA: (Volviendo a mirar el reloj y mirando para otro lado.) Yo siempre le creí. Lo que pasa es que los psicólogos a veces tenemos que ser duros.
PACIENTE: ¿En qué sentido, doctora?
PSICÓLOGA: Yo tengo la obligación de diferenciar en estos casos si el paciente cuenta un hecho verdadero de violencia doméstica o una fantasía. Es una técnica que… se estudia en la Facultad. No se preocupe, usted reaccionó y ya no tengo dudas de que no se trata de fantasías…
PACIENTE: (Compungida.) No sabía. Me tranquiliza lo que me dice. Llegó un momento que sentía que nadie me creía, es muy feo estar sola, sin apoyo. Y mire, le contaré que además…
PSICÓLOGA: (Bien maternal.) Alto, Patricia. Ya tendremos todo el tiempo en las próximas sesiones. Por ahora, lo importante es que ya tenemos gran parte del tema hablado. ¿Usted sigue en su casa con su marido, no? Porque por ahí… él cambió de actitud… Trate de ver cómo puede aminorar…
PACIENTE: (Reaccionando.) No, me fui a casa de mi hermana Carolina.
PSICÓLOGA: (Con firmeza.) Me parece fantástico. Es lo que debió haber hecho desde hace tiempo. Bueno, Patricia, se cumplieron los 45 minutos… Como la gente dice… el tiempo es tirano… Sí, ya sé que está ansiosa por contarme más pero usted misma comprenderá que ya mismo llega otro paciente. De todas maneras, no se preocupe, hasta la próxima sesión yo seguiré pensando en su problema, usted no está sola. Yo siempre pienso en los problemas de mis pacientes, nuestro trabajo es full-time.  
(Besos. La PACIENTE se va.)


ESCENA II
La acción se desarrolla en el consultorio de la psicóloga.

PSICÓLOGA: (Hablando siempre por teléfono.)
• Hola. ¿Con la licenciada Laura Steinberg?
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Que tal, Laura. Tantos años. Sí, tendríamos que vernos más seguido. Desde aquella cena que no nos vemos. ¿Te acordás? Bueno, pero ahora, quizá nos veamos todas las semanas… si a vos te parece.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Sí, lo vengo pensando desde hace un tiempo. Siempre fuiste más ortodoxa que yo y por eso recurro a vos. Los psicólogos tenemos que hacer terapia con otro profesional así venga un diluvio. Y terapia en serio. Es la regla de oro, ya sé, y no me retes. Lo que pasa es que… vos me entenderás: la casa, los chicos, el consultorio, el hospital…
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Ja, ja, ja. No te estoy verseando. Ahora me decidí en serio y quisiera que vos me hagas terapia. Sos la persona ideal.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Bueno… Sí… hay un desborde… pero en especial una paciente que...
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• No, no es un caso de psiquiatría, pero resulta que creo que no la atendí de manera tan ortodoxa como lo hubieras hecho vos. Sí, se trata de un tema de violencia doméstica.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• No, no… no le pega a los hijos. El marido...
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Sí, lo denunció.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Y… mirá. Yo la traté un poco… que te diré… medio como de taquito…
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Casi un año.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• No me retes. Ya vas a tener oportunidad todos los viernes a las 10 de la noche. Qué cosa esta chica, ¿eh?, ja, ja, ja. No parás de atender… Y sí… sos buena, eso nadie lo dudó nunca. ¿Seguro que no tenés un huequito antes?
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Está bien, no te jodo más con eso: quedamos en ese horario, ya veré cómo me arreglo en casa. Y en cuanto a lo otro, mirá… sí, me dijo que le pegaba, pero qué sé yo, supuse que exageraba. Vos viste que hay parejas que se excitan con el tema de los insultos, alguna cachetada y todo eso. En fin, la verdad que no le di mucha bola.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Ay, Laura, más bien que lo leí… Ya sabía que es el mejor especialista…
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Sí, sí, también lo leí. Sólo se trata de una torpeza de mi parte, lo sé. Pero ya tomé conciencia. Me pondré a trabajar de firme con ella.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Sí, está bien, pudo pasar lo peor pero no pasó. Quizá tuve miedos propios que no comprendo, una negación, no sé… cosas que se dan, desánimo con la profesión, frustraciones, no sé. Debemos trabajar en eso.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Sí, sí, lo tendré en cuenta.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Sí, sí, también lo tendré en cuenta.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Sí, sí, te repito, tomé conciencia. No te preocupes. Estuve pensando y voy a mirar la profesión como al principio. Ya vas a ver. Si no, ¿para qué cursamos tantas materias juntas, eh? Dale, me conocés, sabés que cuando me lo propongo soy responsable. No sé, me faltaba incentivo. Cansancio, quizá. Eso lo hablamos, ¿dale?
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Pará de reconvenirme, Laura. Ya te dije, no te preocupes. Me pondré las pilas como dicen los chicos. Bueno, un beso, hasta el viernes. (Cuelga el teléfono.)
• (Pasando una mano por la frente.) Y menos mal que no le dije que tendré que declarar. Si se lo digo, creo que me mata. Pero en fin, tiene razón, estuve un tanto dejada.


ESCENA III
La acción se desarrolla en casa de la hermana de la paciente.

PACIENTE: (Hablando siempre por teléfono.)
• Hola, mamá. Sí, estoy en casa de Carolina.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Hace tres semanas, mamá.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• No, no voy a volver.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Ay, mamá, no queríamos preocuparte, fue sólo eso. No te estamos ocultando nada, no te pongas así.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Sí, la pasamos bien, hacía años que no charlaba tanto con tu hija, ja, ja, ja. 
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• No, mamá, no trasnochamos. No nos trates como a dos nenas. Charlamos hasta las 11 y nos vamos a dormir.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Sí, como bien. Los chicos también.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• ¿Y qué sé yo?
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Mamá, no empecés con lo de siempre, es una bestia y punto. Y terminala con “qué van a decir los vecinos y los parientes”.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Sí, estoy contenida.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• No es plata perdida, mamá. La doctora Rivas me contiene.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Ya sé que en tu tiempo no había psicólogos y que igual la gente se las arreglaba, pero yo lo necesito.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Eso fue antes. Pero ahora la doctora Rivas cambió. En estas tres últimas sesiones, la verdad… me apuntaló muy bien.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• ¿Y qué sé yo? Por ahí un año, dos… nadie puede saberlo.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Mamá, no pienso dejar a la doctora. No te metas.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• No. Seguiré con el juicio. Y me importa una mierda lo que piensen los parientes, los vecinos, el Papa… y quien sea. Hoy soy una persona, antes era un ente.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Sí, mamá. Es buena profesional. Te digo que cambió, me dedica cada segundo en su terapia. No sé, antes andaría perdida... tendría problemas. También es un ser humano, ¿no?
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Sí, mamá, te vamos a ir a ver con Carolina el domingo...
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Sí, los chicos también.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Basta, mamá. No me des más consejos sobre mi psicóloga. Te ponés a dar consejos cuando siempre odiaste la Psicología. Peor… cuando nunca la entendiste.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Ja, ja, ja. No mamá. No es ninguna loca la doctora. No, nada de chaleco de fuerza.
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Mamá… los psicólogos no medican…
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Y sí, ¿cómo no voy a estar contenta? Los chicos bien, ya no tienen que soportar escenas… en casa tengo a mi hermana… afuera la doctora Rivas… ¿cómo no voy a estar contenta?
            • (Pausa. Supuesta voz en off.)
• Sí, mamá, el domingo iremos todos. Un beso. (Cuelga.)


ESCENA IV
La acción se desarrolla en el consultorio de la psicóloga.

PSICÓLOGA: Adelante. (Pasa la PACIENTE taconeando fuerte, alegre.) Adelante, Patricia. Siéntese.
PACIENTE: (Pispireta.) Doctora, ese cuadrito de allá atrás no lo tenía la vez pasada.
PSICÓLOGA: Ah sí, sí… Pero… ¡qué cambio, Patricia! Se la ve feliz. Y hasta se interesa por todo. Con tal que no empiece a cambiarme la decoración del consultorio. (Ríen.)
PACIENTE: Si, doctora… Me siento bien, muy bien.
PSICÓLOGA: Me alegro. No sabe lo satisfecha que estoy. Hasta la penúltima sesión, le confieso… estaba un tanto dubitativa, pero ahora su actitud me confirma lo que ya pensé en la última. Muy bien, muy bien, vamos progresando.
PACIENTE: Si, doctora… Me siento bien. Desde hacía tiempo no me sentía así.
PSICÓLOGA: Se la nota radiante. Pero igual, le digo… es mi obligación, mire que esto recién empieza.
PACIENTE: Si, doctora… lo sé. Pero al menos ahora me saqué un peso de encima. A usted también la vengo notando distinta, positiva, con ganas, siempre atenta.
PSICÓLOGA: No crea… quizás aparento. Y dígame, ¿no se siente cansada? Porque mire que hay casos en que la depresión viene después.
PACIENTE: Doctora… Me siento bien. Desde hace tiempo que no me sentía así.
PSICÓLOGA: Feliz de usted. Yo en cambio, hace una semana estaba como usted… pero desde el lunes... Bueno, un psicólogo no debe hablar de sus problemas.
PACIENTE: No, doctora… A ver si todavía tengo que cobrarle yo. (Ríe.) Estoy feliz porque me siento contenida. Usted me ha comprobado en estas tres semanas que es una profesional con todas las letras.
PSICÓLOGA: (Muy seria.) Acaso, ¿alguna vez lo dudó?
PACIENTE: (Como dudando en decirlo.) No, bueno… es decir, la verdad que sí.
PSICÓLOGA: En ese caso, usted debió haber cambiado de psicóloga.
PACIENTE: ¿Por qué, doctora? No conocía otra y tenía la intuición de que usted me ayudaría.
PSICÓLOGA: La intuición no es algo científico.
PACIENTE: Pero me sirvió…
PSICÓLOGA: (Mirando hacia otro lado, dejando caer los brazos, en actitud como aburrida.) Bueh, tuvo suerte… pero no era lo indicado…
PACIENTE: Usted es una buena analista. Da en el clavo siempre. Tiene una percepción que no creo que sea común.
PSICÓLOGA: Mire, Patricia, un paciente de ninguna manera debe opinar sobre su psicólogo. Está mal, se corre el riesgo de intercambiar los roles.
PACIENTE: (Tímida.) Pero, perdón… no quise ofenderla. Tómelo como un reconocimiento de una mujer agradecida…
PSICÓLOGA: No me ofende. Lo digo para restaurar las reglas como debe ser, según las normas psicoanalíticas. De lo contrario, no le serviré como terapeuta…
PACIENTE: Pero me sirve… ¡vaya si me sirve!
PSICÓLOGA: Me alegro. Bueno, veamos. ¿Trajo el carné de la obra social?
PACIENTE: Sí, doctora, siempre lo traigo.
PSICÓLOGA: Bueno, siempre-siempre no. Acuérdese que cuando empezamos la terapia hace meses, se lo olvidó dos veces seguidas.
PACIENTE: Andaba muy mal psicológicamente, doctora.
PSICÓLOGA: Patricia, obvio, ¿si no para qué venía a terapia? A ver, páseme el carné.
PACIENTE: Sí, sí. Aquí tiene, doctora. ¿Vio qué rápida estoy ahora?
PSICÓLOGA: Bien, hable mientras yo voy llenando el formulario. (A partir de aquí, la PSICÓLOGA pasa el resto del tiempo mirando el formulario con lapicera en mano.)
PACIENTE: Pero, ¿no me va a mirar mientras le hablo, doctora?
PSICÓLOGA: Ay, Patricia, es sólo un segundo… Tampoco debe estar sometida a mí… Ufa, otra vez lo cambiaron…
PACIENTE: ¿Cambiaron? ¿Qué cosa?
PSICÓLOGA: El bendito formulario…
PACIENTE: Ah, sí, me habían dicho que iban a cambiarlo. Bueno, no se aflija, en todo caso al terminar la sesión la ayudo.
PSICÓLOGA: (Ofendida.) ¿Acaso, cree que no estoy capacitada para llenar un simple formulario de una obra social?
PACIENTE: (Desesperada.) No, no, no dije eso, doctora,
PSICÓLOGA: No dijo eso, no dijo eso... Muy bien, ¿entonces cómo se entiende lo que dijo?
PACIENTE: (Tímida.) No sé, quizá me expresé mal…
PSICÓLOGA: Ay, perdone, Patricia. No es con usted. Es con esta bendita obra social, paga tarde, mal y nunca, y encima nos cambia rutinas sin necesidad.
PACIENTE: (Tímida.) Sí, entiendo, doctora…
PSICÓLOGA: Y no sólo eso, ahora nos han cambiado también la fecha de cobro… ¿puede usted creerlo?
PACIENTE: (Tímida.) Y sí… la burocracia.
PSICÓLOGA: Qué burocracia ni burocracia, no los defienda…
PACIENTE: (Tímida.) No los defiendo, doctora. Estoy con usted.
PSICÓLOGA: Si quieren curarse de la “burrocracia”, que lean a Kafka. No, no es burocracia, es adrede. La tienen con los psicólogos.
PACIENTE: (Tímida.) ¿Usted cree?
PSICÓLOGA: No me cabe ninguna duda. Creen que estamos de más, que somos un gasto que no tendría que estar en cartilla. Como no podemos justificarlo con un análisis de sangre o con una radiografía, creen que los psicólogos damos largas…
PACIENTE: ¿Cómo es eso, doctora?
PSICÓLOGA: ¿Qué cosa?
PACIENTE: Eso… de dar largas.
PSICÓLOGA: Patricia, ¿no se da cuenta? Creen que los psicólogos nunca damos de alta a los pacientes por interés personal.
PACIENTE: (Tímida.) Oh, no, eso no es así. Al menos, no en mi caso…
PSICÓLOGA: Ni en el de ninguno. Que barbaridad… ¡estos señores de la obra social no tienen idea de lo que sufre un psicólogo con cada paciente! Horas enteras pensando en el paciente durante y después de terapia… Tendríamos que cobrar el doble. ¡Qué digo, el triple!
PACIENTE: (Tímida.) Me imagino.
PSICÓLOGA: Bueno, a ver, ¿trajo el DNI?
PACIENTE: ¿El DNI? No, lo olvidé en casa.
PSICÓLOGA: Está bien, no importa, dígame el número.
PACIENTE: No lo recuerdo, doctora.
PSICÓLOGA: ¿Cómo no lo recuerda? ¿Cómo no se acuerda de su número de DNI?
PACIENTE: (Intrigada.) ¿Es algo grave, doctora?
PSICÓLOGA: Gravísimo. Implica un trastorno, una dejadez, un vacío en su personalidad, un no querer asumirse plenamente.
PACIENTE: (Tímida.) Es que… tengo mala memoria para los números, doctora.
PSICÓLOGA: ¡Patricia! ¡El DNI no es un número cualquiera! Es la primera vez que veo que una persona no se acuerda de su número de DNI.
PACIENTE: ¿Y ahora qué hacemos?
PSICÓLOGA: En fin, debería terminar la sesión acá… ¡para que lo recuerde siempre! Pero… bueno, usted es una paciente antigua y no voy a hacer eso. Además, soy una profesional. Eso sí, por favor desde la próxima ponga su carné y su DNI en la cartera… ¡siempre!
PACIENTE: (Tímida.) Lo haré, doctora.
PSICÓLOGA: Y por las dudas, también su número de legajo laboral aunque esté de licencia ahora. Aquí no lo piden pero nunca se sabe… en otra obra social ya lo están pidiendo.
PACIENTE: (Tímida.) Lo haré, doctora.
PSICÓLOGA: Y encima los casilleros tan chiquitos…
PACIENTE: Doctora, si no le molesta, en la próxima el formulario lo lleno en casa, no me cuesta nada tomar la chequera de la obra social y llenarlo. Después saco fotocopia y lo tengo como modelo para los siguientes.
PSICÓLOGA: No, eso sería automatizarla. De ninguna manera. Lo que menos necesita usted es convertirse en un robot.
PACIENTE: (Tímida.) Como usted diga, doctora.
PSICÓLOGA: Ay, Patricia, se nos fue la hora… En fin, usted comprenderá, esto del formulario nuevo no estaba en mis planes. Una contingencia lamentable…
PACIENTE: (Tímida.) Sí, doctora, usted no tiene la culpa.
PSICÓLOGA: No, no tengo la culpa, y es bueno que se dé cuenta. Aprender a ver la falta de culpa ajena implica sacudirse la propia culpa inútil después.
PACIENTE: (Tímida.) Pero yo, doctora, no me siento culpable de nada.
PSICÓLOGA: Bueno, tampoco exagere. Uno siempre puede ser culpable de algo, más no sea de algo pequeño…
PACIENTE: (Tímida.) Como usted diga, doctora.
PSICÓLOGA: ¿Nos vemos entonces en la próxima?
PACIENTE: (Tímida.) Sí, sí… doctora.
PSICÓLOGA: Ah, Patricia, antes que me olvide, tenía que hablarle de un pequeño cambio de horario. Sí, ya sé que usted me había dicho que le era complicado cambiar la hora, pero ¿sabe? los viernes yo llego justo a una cita (no viene al caso detallarle) y quisiera, si puede… (Y la mira seria.) Piénselo, si puede… venir a la mañana. 
PACIENTE: (Tímida.) ¿A la mañana?
PSICÓLOGA: (Autoritaria.) ¿Acaso no puede?
PACIENTE: Sí, sí, no se preocupe, hablaré con mi hermana y me haré un huequito.
PSICÓLOGA: Muy bien, muy bien, Patricia. Veo que está progresando, veo que está tomando decisiones importantes. Cambiar así con decisión y rapidez un horario pautado es algo que hace a la personalidad. Se está fortaleciendo, y mucho…
PACIENTE: Si usted lo dice... (Amaga irse.)
PSICÓLOGA: Patricia, ¿no olvida algo?
PACIENTE: (Asustada.) ¿Qué, doctora...?
PSICÓLOGA: Firmarme el formulario de la obra social. Sin su firma, no hay cobro posible de honorarios… (La PACIENTE firma.)
PACIENTE: (Tímida.) Hasta la próxima, doctora...
PSICÓLOGA: Espere, espere que anoto algo. Su olvido de firmar el formulario es un trauma, implica una renuncia hacia sus obligaciones. Bien, ya lo anoté, de todos modos, recuérdemelo en la próxima. Es un tema grave…
PACIENTE: (Tímida.) Hasta la próxima, doctora...
PSICÓLOGA: Hasta la próxima, Marcela...

TELÓN

* Exp. 5068657 Dirección del Derecho de Autor, Buenos Aires, Argentina, 2012.


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