martes, 29 de enero de 2013

PAULINA VINDERMAN, BAJO UN TOLDO DE CIELO, (Revista MediaIsla)


Paulina Vinderman, bajo un toldo de cielo

Paulina Vinderman, bajo un toldo de cielo
PAULINA VINDERMAN [mediaislaEl 13 de noviembre de 2012 se cumplieron ocho años del envío del primero de los boletines que dieron origen a mediaisla, con tal motivo solicitamos la colaboración de entrañables amigos. La  Paulina Vinderman abre esta ventana «bajo un toldo de cielo» que compartimos con nuestra gran familia de lectores.

5)

Ahora, tarde en la tarde, marzo sonará en la
palabra púrpura, al borde de la métrica,
inclinada en su terraplén.
Escribo dentro de un grabado mientras la palmera
izquierda (la pequeña) espera su  perdida
y el encanto del cielo sobre sus nuevas hojas:
un mosquitero de encaje.
Mi mente está calma como un 
escuchando la voz del  que anoche
en mi sueño me preguntaba por las constelaciones.
¿Era ésa la voz del lenguaje?
¿Por qué rompí mi poema del tiburón?
Si viene la lluvia será un exilio, un intervalo
en el teatro de mi pobre, pálida memoria.
 azules, pueblos silenciosos, cardos al sol,
palomos que arrullan las siestas y un humo (¿la voz?)
en la carretera.

3)

¿Qué terror es éste, enraizado en la escritura
como ofìcio y deber, como espinas en la niebla de marzo
que ella no puede quitar y sin embargo canta?
La dulzura de la fe en las palabras que escapan
de su cárcel es  a nuestra supervivencia
en esta ciudad sin ángeles.
Vendrá el sol como siempre, a romperse frente
a mi asombro y vendrá la noche como una hilera
infatigable de hormigas.
Y cerraré este cuaderno, y soñaré con árboles
rugosos pero sin heridas.
Y con la clemencia de la luz.

9)

Invento el jardín que no tuve y me fotografío
bajo un toldo de cielo.
Cuando menos lo espere, la palabra jardín
me abandonará, y volveré a mis pueblos con
calles de tierra y corazón dorado.
Me dedico a barrer sombras alargadas como cangrejos
raros,
sombras de siglos en ciudades inquisidoras, dulcemente
hostiles a mi curiosidad y a mis robos.
¿Robar para el poema, no para la corona, tendrá perdón?
Hasta que la luna salga en mi búsqueda
le quito  a los daneses y escribo
en esta página una carta al viejo Erik el Rojo.
En borrador, sobre mi río y mis piedras, mi canción
y mi Sur. Y las tribus diezmadas, y una oscura
mancha de petróleo sobre la palabra .

10)

El hombre de maíz diría que el espíritu de
la palmera enferma se adueñó de mí.
Y que debo dedicarle la nube del próximo poema
en que aparezca la palabra nube.
Le pregunto por la tristeza.
Dice que debo acomodarme al viento de la vida.
Y que le cante en rima a mi raíz.
Porque a la suya —la de la palmera— le cantará
la tierra, la cobijará como me cobija el día que se va,
página a página, cobalto sobre blanco, como el recuerdo
de esa foto mojada por la lluvia que cerró el incendio.

12)

El pasado es un país extranjero, donde no sé nombrar
mi desajuste con el  ni los árboles frondosos
de las riberas de los ríos secretos (secretos-ríos),
que corren hacia la eternidad llamada mar.
No, no hablaré del porvenir: es un cuarto oscuro
donde sólo puedo votar por la muerte. Sus afiches
son bellos, pero irritantes de tan verosímiles.
“¿Y el presente?”
Ah, María, el presente es una piedra azul, opaca, libre,
cubierta de polvo, que me recuerda al poema
balbuceado anoche en mi libreta, que deshilaché después,
sin fiebre y sin compasión.

13)

Puedo oír los perros a la distancia, antes de dormir.
Y ellos me consuelan, consuelan a mi corazón cojo
y me hablan de lo único que tiene valor.
Testimonios austeros de la vida, un sacudir de
ramas en los días obedientes.
Como el sonido de una flauta en la noche débil,
como un humo herido por la ausencia de luz.
Viajaré por la página de la noche sin mentir,
viajaré otra vez por mi río barroso que se cree mar
Y mañana, en mi taza de niebla en la cocina,
como todos los días oscurecidos por la lentitud,
veré la simetría.
-Bote negro (2010)

Esa mujer (tierna, inestable)
va detrás de la sombra de un perro más viejo
que el mundo
y escribe la  del  de escobas
como si fuera un ensayo sobre la noche.
Esa mujer tiene a veces
un brillo de tornasol sobre su nuca.
Sólo a veces,
porque los días lo esfuman durante el destierro,
durante la derrota,
la derrota que se enciende puntualmente
entre las columnas jónicas —imaginadas—
a la hora en que el sol se ,
en que el sol parece caerse para siempre.
(“La última vez que nos vimos
ibas a contarme una historia, dice.”)
……………………………………………………………………..

Es un árbol extraño y no conozco su nombre
(ni su fruto).
Tiene algunas espinas en su copa
y hojas de un verde casi azul.
Miro hacia el camino como reflejo
pero estoy sola, nadie a quien preguntar.
Puedo inventarle un canto: un pájaro lírico
posado en la neblina.
También puedo abrazarlo:
árbol anónimo de consuelo anónimo,
esta ternura hacia lo desconocido
parece ser hoy la única ternura para conmigo.
La inscribo en el Libro del Abandono
(esta ternura que es todo lo que tengo)
y vivo a través de su sueño de inmortalidad.
-La epigrafista (2012)

Cónsul honoraria

Te escribo desde la nada,
pequeña, oscura funcionaria que ni siquiera ve el río.
La cúpula rota se refleja en los charcos
cuando llueve
y es el único sitio en que brilla el destierro,
la única moneda que parece de oro.
A la hora del café todos hablan de nada,
se espera una tormenta (que pueda desprender el esmalte
del aire) o la notifìcación de otro destino.
Me siento como un cónsul en mi propia ciudad:
un poema reseco debajo del informe, la mitad
de una carta, una invitación para la fìesta en el muelle.
Esa mujer con los ojos muy pintados debo ser yo,
la que saluda bajo la luz naranja
de los faroles de papel e imagina una goleta
amarrada a unos pasos
y a su escritorio flotando en alta mar.
El viento es débil
y la humedad de las plantas el punto de impresión.
Una ciudad, otra ciudad, se inclinan sobre mi vida
con su historia (y no lloran la mía).
Nombres tan fuertes como árboles,
tienen razones para llegar al cielo e intentar
resistir al huracán (que también gime un nombre).
La vieja furia por no saber donde piso está presente
(como un clásico)
Una niebla que se levanta del agua y oculta
el horizonte.
Veo mis pies, veo el repliegue,
la noche que termina sin haber empezado,
un cuaderno de notas en los hospitales del mundo.
Una locura de cristal, acuartelada.
(Bulgaria ,1998.)

“Isla Tortuga”

Me despierto feroz esta mañana,
con ganas de amor y desayuno de campo.
Me apodero de la ciudad
abandonada a los pájaros como un
pueblo costero después de una tormenta,
y pienso en lo que queda:
un promontorio,
un refugio áspero al que visita
un cartero con la bolsa vacía
y juega a los dados en la penumbra de la
cocina.
No espero nada del verano.
No espero nada del poema.
Hay que pintar esa puerta herrumbrada
y contarme algún cuento de cuando
los piratas eran serios, señores de palabra
seca
y corazón ablandado como una ciruela
dentro del jarro de ron.
(Rojo junio, 1988)
PAULINA VINDERMAN, BÁSICA
Poeta y traductora. Nació en 1944 en Buenos Aires, ciudad donde reside.
Publicó los siguientes libros de poesía: Los espejos y los puentes(Buenos Aires Sur, 1978), La otra ciudad (Botella al Mar, 1980), La mirada de los héroes (Botella al Mar, 1982), La balada de Cordelia(Fundación Argentina para la poesía, 1984), Rojo junio (Literatura Americana Reunida, 1988) , Escalera de incendio (Último Reino, 1994),Bulgaria (Libros de Alejandría, 1998), El muelle (Alción Editora, 2003),Cónsul honoraria, antología personal (Summa poética, Vinciguerra, 2003), Hospital de veteranos (Alción Editora, 2006), Bote Negro (Alción Editora 2010; Vaso Roto, México-España 2010) y La epigrafista (Hilos Editora, 2012).
Arquitrave ediciones, Bogotá, Colombia, publicó una antología de su obra con el título de Transparencias (2005),  El suri porfiado, otra selección: El vino del atardecer (2008); PD Ediciones, conjuntamente con la Universidad de Nuevo León, la antología Los gansos salvajes (Monterrey, México, 2010) y Ruinas Circulares otra selección: Rojo junio y otros poemas (2011). Ha obtenido, entre otros, el Primer Premio Municipal Ciudad de Buenos Aires (bienio 2002-2003), el Premio Nacional Regional de la Secretaría de Cultura de la Nación (cuatrienio 93-96), los Premios Fondo Nacional de las Artes 2002 y 2005, Premio Citta di Cremona, Italia, 2006, al conjunto de su obra y Premio de la Academia Argentina de Letras, 2004-2006, a su trayectoria y a su libro Hospital de veteranos, Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía (2011) y Premio Esteban Echeverría a trayectoria ,Gente de Letras, 2012.
Ha sido incluida en numerosas antologías y traducida parcialmente al inglés, al italiano, al alemán, al francés, portugués y catalán. Sus poemas fueron, además, objeto de estudios y ensayos. Ha colaborado (con poemas, artículos, traducciones y reseñas literarias) en publicaciones del país y del exterior.  Ha traducido entre otros poetas, a Emily Dickinson, Michael Ondaatje, Sylvia Plath (TulipanesUniv de Nuevo León, México), James Merrill.

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