martes, 22 de julio de 2014

DAME LA FE, María del Socorro Duarte Hernández

DAME LA FE

     Habiendo vivido tanto desamor decidí quitarle  el cetro al corazón y coronar a  la mente como única y absoluta soberana  de mis días.

    Enfoqué mis sueños a consolidar el proyecto de mi método: buscar niños para aplicarlo, con padres comprometidos y que además creyeran en mis  ideales.

    Logré conformar un grupo de alumnos  de 3 y 4 años, tan pequeñitos como entusiastas y maduros, captaban a la perfección las actividades y madres tan entusiastas  y entrañables como sus mismos  hijos.

   Durante varias semanas estuve trabajando con ellos los valores y los diferentes oficios y profesiones buscando, explorando en ellos su interés vocacional, me daban y a la vez enseñaban mucho cada día.

  Una vez pasada esa etapa cada uno de ellos eligió Lo que quería “ser de grande”, ahí surgió lo  más enriquecedor del proceso, las elecciones se dieron desde el policía hasta el vendedor de helados. El cierre del proceso sería una conferencia impartida por ellos dirigida a su padres.

Así fue llegamos al día del ensayo general.

-A ver Jimena, empecemos de nuevo, tú darás la bienvenida y presentaras el tema de la conferencia y a tus compañeros, en el momento que te ceda  el micrófono tú dirigirás. Ya cada quien sabe cuando será el momento de su participación ¿todos listos?
-¡Siii….!!! –aunque nunca dudé de sus capacidades en mi interior me preguntaba si no estaba exigiéndoles demasiado para su edad.

Jimena era una niña muy madura y acercándose a mí me preguntó:
-Maestra…¿Podemos empezar a ensayar? Y a mi aceptación inició con su preciosa y tierna voz
 “Muy buenos días mi nombre es Jimena Linares…”
-Espera un segundo mi amor, cuando estés hablando levanta tu carita  para que vean tus hermosos ojos. Y no olvides los ademanes, lo haces muy bien, sólo eso, ok?

  Pero a la par que iniciaba llena de ilusiones  mi proyecto, en casa, mi madre internaba a José mi hermano, su crisis de identidad había ido en aumento, por desgracia o fortuna cuando eso sucede soy a la única que reconoce. Así que después de la jornada con mi grupo de niños vocacionales me trasladaba a verlo , hablar con él, pues mi presencia lo traía al presente y porque   se rehusaba a ver a alguien mas. Mentalmente vivía en el tiempo en que mi padre aún no se iba al cielo. Y ahí, en ese mundo sólo me veía a mí.

     Por las tardes, después de un largo día, liberado un poco el cansancio me entregaba a la oración, con verdadero fervor, pero al tiempo, viendo que mi hermano no presentaba mejoría, me sentía a punto de rendirme y mis noches eran más que oscuras.

   Los únicos momentos luminosos eran mientras trabajaba  con  mis alumnos, sus risas a lo largo de la jornada hacían pulsar mi corazón y nuevamente comprobé que hay más de una forma de vivir la pasión.

    Finalmente. Después de varias jornadas de prácticas llegó el ansiado día. La realización de la conferencia. El tema sería sobre el valor del trabajo y los diferentes oficios y profesiones que ellos conocían. La culminación de una etapa fundamental para ellos y para una Investigación a la que estaba apostándole todo. Los niños iban llegando adorables, vestidos de doctores, policía, enfermeras, vendedores de helados, se habían preparado con mucho esmero para complacer a su maestra y a sus padres.

   Jimena había llegado con una pequeña cajita de cartón, al verla pensé que yo no le había pedido la trajera pero no le pregunté por ello. No le di importancia. Mentalmente estaba ahí, queriendo que todo se realizara con éxito, pero mi corazón estaba con mi hermano, era un pequeño y latente dolor saberlo internado y sin mejoría.

9:30 de la mañana y aún me faltaba uno de los niños por llegar, los padres de familia iban acomodándose en su mejor ángulo para filmar algunos con cámaras de video otros con sus teléfonos  celulares.

     Todo parecía debía estar listo para iniciar, pero yo no podía hacer funcionar los aparatos de sonido, estaba nerviosa, mucho, aunque sonreía y bromeaba esperando  que nadie lo notara.

    Jimena no se quedaba quieta y se movía de un lado para otro con su cajita de cartón.

      No pude mas y salí un momento fuera del aula, necesitaba dar un gran respiro.

    Entonces Jimena se acercó a mi y abriendo su cajita de cartón sacó un huevo de brillantes colores y me dijo con una gran sonrisa MIRA MAESTRA TRAJE MI HUEVO DE LA SUERTE PARA QUE NO PASE NADA MALO Y TODO SALGA MUY BIEN…Entonces un nudo cerró mi garganta y la abracé muy fuerte, mientras en mi mente nacía una oración SEÑOR,DAME LA FE Y LA INOCENCIA DE UN NIÑO.
Y si, todo salió muy bien.

      Hay momentos cruciales en nuestra vida en que creemos que no lograremos nuestros sueños. Momentos estresantes en que debemos rescatarnos  de  nosotros mismos, de la desesperanza y es que lo único que nunca debemos perder  es nuestra  fe y saber distinguir a esos  ángeles, de alas invisibles, que Dios pone en nuestro camino, cuando creemos que todo se ha perdido.

Autora.María del Socorro Duarte Hernández



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