Rinden homenaje a Ernesto de la Peña en Bellas Artes | ||||
Notimex | Cultura |
2012-09-11 | Hora de creación: 13:47:34 | Ultima modificación: 15:24:33
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Como un polígrafo insaciable, una especie de Dios niño, una suerte de Dios infantil perene, que jamás conoció el aburrimiento y que se divertía al jugar con las palabras, fue recordado aquí el escritor Ernesto de la Peña (1927-2012), durante el homenaje de cuerpo presente que se le rindió en el Palacio de Bellas Artes.
Ante cerca de personas, autoridades del INBA, el Conaculta y Mexicana de la Lengua, elogiaron la personalidad y el trabajo literario del autor fallecido ayer a los 84 años. Al tomar la palabra, el de la AML, Jaime Labastida, lamentó su muerte y con voz quebrada evocó con cariño al amigo, al hombre de letras, al Dios niño; un hombre sabio, humilde y sereno. Conmovido, el también director de Siglo XXI Editores lo recordó también como un Sócrates de silencios y palabras precisas, un Confucio, del que manaban constantes enseñanzas, un hombre bondadoso que se prodigaba en la amistad; un hombre que no imponía su indudable autoridad. Aseguró que cuando se lee la obra escrita de Ernesto de la Peña, lo primero que asombra es lo vasto y al propio tiempo lo múltiple de sus conocimientos; textos leídos en lenguas que carecen de parentesco entre sí, movimiento constante entre lenguas muertas y lenguas vivas, oscilaciones que van del griego al latín, del árabe al arameo, del español al francés, del alemán al . En tono serio, pidió a la viuda del maestro De la Peña, María Luisa Tavernier, trabajar en los electrónicos del maestro y en sus manuscritos, y aseguró que la institución a su cargo contribuirá para que la obra pendiente de Ernesto de la Peña sea publicada. Luego, al borde del llanto de nuevo, Labastida aseguró haber perdido a un amigo entrañable y agregó que la recibió con esta noticia un golpe brutal del que le será difícil recuperarse, igual que el país, que ha perdido, dijo, “a un hombre insustituible e insólito”. También exhortó a los presentes a recordarlo como un hombre enamorado de la vida, que supo gozar de un buen, lo mismo que de un gran poema, que sabía compartir la alegría de vivir con sus amigos, que gozaba igual de la música y del amor, que poseía un increíble sentido del humor, que se podía reír de si mismo con la misma compasión de sus seres queridos. En su oportunidad, el poeta Eduardo Lizalde, amigo por más de 40 años del erudito, se refirió a él como un hombre sabio y generoso y aseguró que con su muerte desaparece un hombre excepcional y con él, todos los enormes tesoros que con su prodigiosa memoria guardaba en su cabeza. “Desaparece Ernesto de la Peña y con él un pozo de sabiduría y una fuente de luz, lo deploramos de veras, sus amigos más fraternales y cercanos, dijo en tono grave quien es considerado el mayor poeta de México, y luego leyó un par de fragmentos del libro “Palabras para el desencuentro”. En esta despedida también participaron Teresa Vicencio, la director general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), quien lamentó la pérdida de ese hombre de letras universales, quien fuera miembro del Consejo de Ópera de dicho instituto. Al encabezar la lista de oradores, la funcionaria lo recordó como uno de los humanistas fundamentales de la vida mexicana de la segunda mitad del siglo XX y como pocos indagó en lo más profundo del conocimiento humano. Tras citar algunos de los reconocimientos a los que se hizo merecedor el vate, Vicencio se refirió a él como un aliado del Instituto que “nos alumbró con su sabiduría y memoria al formar parte del Consejo de la Ópera, en los años 70”. Para cerrar el homenaje, Por último, la presidenta del Conaculta, Consuelo Sáizar lo recordó como uno de los ilustres habitantes de la “patria de la ñ”, a quien tuvo la oportunidad de conocer y conversar. “Hablar con él era siempre una lección de idiomas, una posibilidad de aprendizaje, un vislumbre de un enorme panorama del conocimiento”, aseguró. Luego de hacer un breve recuento de la vida de Ernesto de la Peña, la funcionaria lo despidió diciendo: “fue un hombre puente entre épocas, países, disciplinas y generaciones, un personaje infinito y eterno”, a quien, dijo, extrañará ella y todo el mundo. “Gracias Don Ernesto por hacer más grande nuestro idioma, vaya ahora a poblar con su palabra el paraíso de la sabiduría”, finalizó la funcionaria antes de sumarse a la primera guardia de honor, en la que también estuvieron la titular del INBA, Teresa Vicencio, la viuda María Luis Tavernier y la hija Patricia de la Peña. La música del cuarteto Carlos Chávez acompañó al intelectual, cuyo féretro estuvo franqueado por sendos arreglos florales. Por enfrente de él desfilaron, entre otros, el historiador Javier Garcíadiego, presidente de El Colmex; los escritores Felipe Garrido, Vicente Quirarte, Jaime Labastida Ochoa, el poeta Eduardo Lizalde, el bibliófilo Adolfo Castañón, el también escritor José Gordon y el expresidente del Conaculta Sergio Vela. Después siguieron decenas de personas que en forma discreta se quisieron despedir del maestro, como un señor con una paloma de papel en la que escribió “Ernesto te envidio! Paz y amor, abrazos!”. |
lunes, 17 de septiembre de 2012
ERNESTO DE LA PEÑA (más de su homenaje),,,
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