Ser o estar…
Primero, nacer,
darle paso al cuerpo para que sepa ser. Dejar que el espíritu lo posea y darse
a la vida con naturalidad. Para ello es menester que circule la sangre por el
cuerpo; eso no es dificultad alguna puesto que se trata de una tarea mecánica
de la que la naturaleza provee. Lo que es un poco más difícil, y ahí sí entra
la voluntad y los medios propios, en el uso de la inteligencia. Para ello hay
que hacer uso de los mecanismos con los que uno se ha provisto, a saber: las
herramientas académicas mínimas, la autogestión –en donde caben las
casualidades de la vida y el uso personal de los accidentes manejados con tino
y buena voluntad-; desde luego las amistades pueden ser un elemento favorable o
desfavorable, según el caso y condiciones específicas.
Cabe hacer ver
que en el trayecto cruzan los reflectores, es decir las personales condiciones
psicológicas y psicosomáticas. El enemigo a vencer, en este caso, es el
egoísmo. La egolatría, si sucede, se convierte en serio obstáculo que, para
vencerlo, deben darse condiciones casi,
casi, heroicas.
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