FIRMAMENTO AL CALCE
Están allí
distantes y perfectas
en su enjambre mecánico,
en su cesta de escarcha,
en sus nidos de diamantes trémulos,
con esa fingida vecindad
y esa prudente lejanía
que nos las vuelve inalcanzables.
Desde la más antigua hasta la más próxima niñez
el ser que sueña
ha creído posible encaramarse en algo
cuando es la noche oscura
y hay en el cielo un racimo de luces en sazón
que invitan a cortarlas.
Pero son lo que nunca
el roce de una mano
logrará profanar
y en su giro constante
parecería que son las que nos tocan,
las dueñas del destino,
las que rigen el curso de nuestras vidas.
Hay quienes quieren creer
que ellas quisieran decirnos algo
en su lengua de constelaciones,
en sus enlaces
tan insignificantes
como uno cuando quiere
abarcar entre los brazos
la bóveda celeste.
Lo único capaz
de marcarnos al nacer
es el signo zodiacal de la vida.
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