HISTORIAS SIN FRENO
En un cuento sin fin, vino la aurora,
y protegió la vida, día y noche,
vino pues tu mirada, hora tras hora,
para sentir que estoy a troche y moche…
Ya protegido con tu vista de águila
me sentí en la colina de tus senos
y miré trasminar el Monte de Ávila
para saber, así, que somos plenos.
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