miércoles, 16 de enero de 2013

S E A


SEA

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Vivir como si la primavera no llegara.
Amanecer como si fuera mediodía.
Oscurecer las telas del recuerdo para estrellar el sol en los mejores días. Presentir una luna horizontal para ser el mar y acabar en tus playas.
Abrir honduras marinas, ocultarte, como una perla, hallazgo en una primavera irrepetible, por inexistente.
En ese amanecer del mediodía, en esta oscuridad resplandeciente del recuerdo de tí:
Guardarte, siempreviva, girasol, flor-de-un-eterno-día.
Guarecerme de ti para restañar las perennes heridas de la soledad durante el recurrente mediodía de nuestro precipicio.
Ya en el abismo de la eternidad recular a la miseria humana, a escondidas del Ojo Avizor suspirar por la terrenalidad hasta hartar la sinrazón por esas dimensiones: generar trastornos a mi nuevo ser.
Buscar otro estar para soñar tu compañía pefecta, armoniosa, delirante; peligrar acaso: hilar confusiones hasta la soberbia.
Pugna inacabada.
Fatal sino.
Llaga sin remedio.
Serenidad fatal.
Fatalidad sin paz: esta cadena recurrente por soñarnos felices; verdad sin retorno; gusto amargoso redivivo: ser siempre inconformes.
Informes.
Sin forma final: en tu amor haber logrado saber algún día, en la otredad, que esa miel me envenenó en su gozo perdurable: delicado privilegio.
Misterio sin misterio.
Al fin: derrota de la hondura, caricia de la eternidad, vía de la pasión.
Perezco desde ahora, aurora boreal de mi desventura innata.
En tu recuerdo de mí, soy, ahí, informe, me acurruco, me conformo, me escondo. Derechos Reservados © Benjamín Adolfo Araujo Mondragón

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