El peregrino
Atención, señoras y señores, un momento de atención:
volved un instante la cabeza hacia este lado de la república,
olvidad por una noche vuestros asuntos personales,
el placer y el dolor pueden aguardar a la puerta:
una voz se oye desde este lado de la república.
¡Atención, señoras y señores! ¡un momento de atención!
volved un instante la cabeza hacia este lado de la república,
olvidad por una noche vuestros asuntos personales,
el placer y el dolor pueden aguardar a la puerta:
una voz se oye desde este lado de la república.
¡Atención, señoras y señores! ¡un momento de atención!
Un alma que ha estado embotellada durante años
en una especie de abismo sexual e intelectual
alimentándose escasamente por la nariz
desea hacerse escuchar por ustedes.
Deseo que se me informe sobre algunas materias,
necesito un poco de luz, el jardín se cubre de moscas,
me encuentro en un desastroso estado mental,
razono a mi manera;
mientras digo estas cosas veo una bicicleta apoyada en un muro,
veo un puente
y un automóvil que desaparece entre los edificios.
en una especie de abismo sexual e intelectual
alimentándose escasamente por la nariz
desea hacerse escuchar por ustedes.
Deseo que se me informe sobre algunas materias,
necesito un poco de luz, el jardín se cubre de moscas,
me encuentro en un desastroso estado mental,
razono a mi manera;
mientras digo estas cosas veo una bicicleta apoyada en un muro,
veo un puente
y un automóvil que desaparece entre los edificios.
Ustedes se peinan, es cierto, ustedes andan a pie por los jardines,
debajo de la piel ustedes tienen otra piel,
ustedes poseen un séptimo sentido
que les permite entrar y salir automáticamente.
Pero yo soy un niño que llama a su madre detrás de las rocas,
soy un peregrino que hace saltar las piedras a la altura de su nariz,
un árbol que pide a gritos se le cubra de hojas.
debajo de la piel ustedes tienen otra piel,
ustedes poseen un séptimo sentido
que les permite entrar y salir automáticamente.
Pero yo soy un niño que llama a su madre detrás de las rocas,
soy un peregrino que hace saltar las piedras a la altura de su nariz,
un árbol que pide a gritos se le cubra de hojas.
(De Poemas y antipoemas, 1954)
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