Poema de Luis Pimentel.
Luis Pimentel (1895-1958) fue un poeta de Galicia. La mayor parte de su obra la escribió en gallego, aunque también son suyos dos libros en castellano. Publicó solo un libro en vida; los demás vieron la luz póstumamente. Como actividad profesional ejerció la medicina en Lugo. Este trabajo suyo queda reflejado en varios de sus poemas, por ejemplo en este que comparto y que me pareció conmovedor. Es de su libro póstumo en castellano Barco sin luces.
De Luis Pimentel me gusta que es un poeta que trata de captar la emoción o la percepción primeras, sin elaborar demasiado, simplemente intentando ser honesto, certero pero también amplio, intuitivo. Sus poemas a veces parecen hasta ingenuos; se nota que es un poeta que no deja todo bien cerrado, concluido. Gracias a eso, los lectores le acompañamos en el viaje y nos quedamos en el mismo punto que él. Me gusta la manera sencilla en que este poeta consigue compartir con nosotros intuiciones muy sutiles sin aparente esfuerzo.
EN EL DEPÓSITO DE CADÁVERES HAY UN NIÑO
Ya se marchó el ministro del Señor
-visita de cumplido-
y su hisopo lleno de rutina.
Tú creías que era un sonajero,
y te quedaste muerto jugando con la lluvia.
El depósito de cadáveres es grande para ti.
Y la negra mesa.
Y tu sombra.
Y el silencio de cemento húmedo.
Tú y yo nos entenderemos eternamente.
Llega hasta aquí una canción herida
que se cae y se levanta.
Viene del misterio de los remansos,
en el río, bajo los chopos,
donde las barcas atadas
vigilan las estrellas que quieren ahogarse.
La ciudad no sabe nada de estas cosas,
y en tu cuerpo aún ha quedado
una luz tenue que alumbra el depósito:
la muerte que ha untado tus mejillas
de una cosa demasiado seria.
Pero en tus ojos aún existen
diminutos jardines encendidos
por los que jamás anduvieron tus pies,
tu pequeñita sombra.
Estás conmigo,
con las manos cerradas, apretadas,
sin querer soltar ese trocito de silencio
que te llevas de este mundo.
De Luis Pimentel me gusta que es un poeta que trata de captar la emoción o la percepción primeras, sin elaborar demasiado, simplemente intentando ser honesto, certero pero también amplio, intuitivo. Sus poemas a veces parecen hasta ingenuos; se nota que es un poeta que no deja todo bien cerrado, concluido. Gracias a eso, los lectores le acompañamos en el viaje y nos quedamos en el mismo punto que él. Me gusta la manera sencilla en que este poeta consigue compartir con nosotros intuiciones muy sutiles sin aparente esfuerzo.
EN EL DEPÓSITO DE CADÁVERES HAY UN NIÑO
Ya se marchó el ministro del Señor
-visita de cumplido-
y su hisopo lleno de rutina.
Tú creías que era un sonajero,
y te quedaste muerto jugando con la lluvia.
El depósito de cadáveres es grande para ti.
Y la negra mesa.
Y tu sombra.
Y el silencio de cemento húmedo.
Tú y yo nos entenderemos eternamente.
Llega hasta aquí una canción herida
que se cae y se levanta.
Viene del misterio de los remansos,
en el río, bajo los chopos,
donde las barcas atadas
vigilan las estrellas que quieren ahogarse.
La ciudad no sabe nada de estas cosas,
y en tu cuerpo aún ha quedado
una luz tenue que alumbra el depósito:
la muerte que ha untado tus mejillas
de una cosa demasiado seria.
Pero en tus ojos aún existen
diminutos jardines encendidos
por los que jamás anduvieron tus pies,
tu pequeñita sombra.
Estás conmigo,
con las manos cerradas, apretadas,
sin querer soltar ese trocito de silencio
que te llevas de este mundo.
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