DETRÁS DE ÉSA SONRISA
Al igual que el amor verdadero la amistad verdadera no es tan fácil de encontrar, soy afortunada de tenerte, de que venciendo las distancias podamos expresar nuestra amistad, compartir nuestros estados de animo, nuestra patria, nuestra filosofía de la vida, ni por un segundo lo dudes, esto es amistad verdadera y como siempre digo, quien no lo crea que entra aquí para que lo vea.
Tengo además la dicha de haber encontrado mujeres y hombres extraordinarios que sin yo habérselos pedido me han entregado su corazón en una amistad bella, sublime, que no llegó como el amor …en ave de paso, sino para siempre y eso tiene, su peso en oro.
Sin embargo, al igual que en el amor, a veces también por amistad se sufre, oh, si, en mi caso no he estado exenta de envidias, de personas que crean que me mueve algún interés mezquino, ajeno a la amistad.
Hace unos meses visité a una de mis mejores amigas, Lucía…hacía tiempo de no vernos y mi amiga enloqueció al verme, literalmente. Me invitó a comer, me compró unas rosas y me llevó a su casa, minutos después de haber llegado nosotras llegó una Marisa, una amiga de ella.
-Marisa te Presento a María, ya te he hablado de ella, la quiero tanto,todo este tiempo sin verla, sentía que una parte de mi me faltaba.
Entonces su amiga sin más ni más me dijo:
-Y ¿Con cual de sus hermanos te acuestas?-El comentario no lo esperaba y apenas pude contestarle.
-Con ninguno-Marisa me veía con burla y yo tomando mi bolsa, hice el intento de despedirme y no por cobardía.
Desde muy chica acompañaba a mi padre en sus luchas sociales y cuando estábamos en alguna reunión o negociación, cuando éramos atacados y aquella persona no merecía respondersele, por debajo de la mesa palmeaba sobre mis piernas como señal de que debíamos callar, ignorar, él decía “Cuando alguien te provoque, ve que valga la pena y sino es así, reserva tus energías para cuando nos vengan los pesados días, no la malgastes en boberías.”
Fue por eso que decidí marcharme pero mi amiga de inmediato me detuvo
-Nooo-Me dijo Lucia, quédate no hagas caso a Marisa, sólo bromeaba.
A partir de ese momento la reunión se volvió tensa para mi pues mi amiga de desgastaba atendiéndome, con detalles mientras Marisa me tragaba con la mirada y si su ojos hubiesen sido proyectiles, me habrían difuminado.
Más entrada la noche, mi amiga Lucia sacó una preciosa y diminuta cajita con dos finísimos aretes de oro, entonces, volteando hacia Marisa le dijo:
-Podrías ayudarme, no veo bien, ayúdame a ponerle los aretes
-Yo lo haré-pero antes de terminar la frase ya sentía las manos de Marisa poniéndomelos ,no se si intencionalmente pero me lastimó el oído, no puede evitar exclamar del dolor
-Ohh..
-Lo siento, agregó aunque su mirada sonreía con descarada maldad.
Hubo un lapso, en que mi amiga tuvo que salir por bebidas y entonces hablé con Marisa
-Escucha bien, yo no estoy aquí para quitarle el lugar a nadie, tampoco soy culpable de lo mucho que lucía que me quiere. Su padre y hermanos me ven como parte de la familia y yo igual a ellos.
-Lucia sabe mi molestia, Mario, terminó conmigo y yo pensé…
-No… ¿No creerás que Mario y yo? …ajjajajaja…No Marisa…estas equivocada, muchas veces me llegué a quedar a dormir en esta casa y jamás, jamás me faltaron al respeto…para mi son como mis hermanos.
-Entonces ¿porque me dejó, María? …Después de que lo apoyé, cuando su mujer lo botó, cuando ni siquiera él creía en si mismo, lo levanté del suelo, curé sus alas, para que ahora me haya terminado… ¿porqué?
No supe que responderle, sólo la abracé conciliando sus lágrimas.
Cuando mi amiga Lucia regresó, también volvió la misma Marisa, segura, soberbia, con esa risa glacial que ya a mi no me incomodaba.
Esa noche, bueno, ésa madrugada, al llegar a casa seguía pensando en Marisa…No lo quise, no lo pedí pero me llegó la inspiración y nació, romántica y profunda la letra de una canción, la anote rápidamente en mi poemario y la grabé en mi grabadora de bolsillo, no quería que se me olvidase. Era una balada muy bella.
Una semana después, fui invitada nuevamente por mi amiga Lucía, Marisa estaba a su lado. Entonces sin preámbulos le dije…
-Marisa, no he olvidado lo que hablamos-mi amiga Lucía me veía interrogante pero yo continué- Se que no te simpatizo y no quiero pedirte que cambies ese sentimiento, tú me hiciste una pregunta ese día, yo no supe que responderte, pero lo que si puedo es en nombre de ese hombre que no ha valorado tu amor y tu entrega, en nombre de él,decirte, lo que una mujer como tú merece escuchar.
Entonces, tome aire y empecé a cantarle su canción.
“Has curado mi alas y también mis heridas
Has calmado mis ansias, estas ansias furtivas
Y he podido volar por tu inmenso poder
Me enseñaste a amar, oh divino querer…
Marisa, suave nombre de brisa
La manzana prohibida
Dulce de fantasía...
Marisaaa”
Al terminar, mientras Marisa, emocionada, secaba sus lágrimas mi amiga Lucía le dijo: Ahora ya sabes porque la quiero tanto.
Con la pluma en mi mano podría decirte que después de eso Marisa me adoró, pero esto no es un relato de ficción, es lo que he vivido. Marisa sigue siendo la misma pero, ya no me agrede, sabe que en mi no hay nada malo para ella. Que mi amistad es verdadera. Y yo sé,por ella y por lo que he vivido, que detrás de un rostro de lleno de frialdad e ironía puede encontrarse un ser sufriendo, que quizás la única forma que conoce de sobrevivir su dolor es, ocultándolo, detrás de una sonrisa.
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