El Tigre
Por Salvador ElizondoA M. Tyger, Tyger, burning bright In the forests of the night... -¿Te acuerdas de richter?, dijo mientras tenía la rosa por el talle. Después las campanadas del reloj lo turbaron y se quedó en la noche fotográficamente eternizado mientras el viejo tigre acechaba en el quicio de la puerta. Los que cruzan la calle a través de la niebla, los que cuentan las horas en las plazas desiertas, los que van al concierto, los que dicen el nombre de la Virgen María, los que se quedan quietos viendo viajar la sombra a lo largo del muro, los que evocan a Richter, saben que el río es más lento y más ficticio que la quietud del tigre contra el quicio. Él estaba sentado en el borde inseguro recordando una a una las fases de la luna hasta que el viejo tigre le dio la dentellada -oyó crujir las ramas dela selva-; y se cayó de bruces en la noche estrellada. |
viernes, 4 de enero de 2013
EL TIGRE, Salvador Elizondo
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