AZUCENA VILLAFLOR
Un hijo secuestrado por la dictadura la impulsó a fundar el movimiento de las Madres de Plaza de Mayo. Secuestrada por un comando clandestino de la armada, sus restos, devueltos a la costa, constituyeron la primera evidencia científica completa de los llamados “vuelos de la muerte”. Tenía 53 años.
Costa de Santa Teresita-General Lavalle/Argentina (1977)
Sólo un cuerpo en la playa, / tras las dunas.
Sólo un montón de harapos en la arena.
Un conjunto de huesos quebrantados / contra la superficie del océano / en noches de tinieblas homicidas
Y los rubios cabellos / acunados por el sucio vaivén de la marea, / y esta memoria que me sobrevive, / esta memoria que no me da tregua, / esta insignificante rebeldía/ de mujer sin misión / hasta aquel tiempo / en que me harté de excusas y discursos / cuando la santidad de los despachos olía a desamor, / a desamparo, / a deslealtad olía, / olía a mentira.
Y un concilio de intrigas y uniformes / tramaban lo viscoso de sus redes / y hablaban de demencia los batracios / y no había cadáveres / y el mundo / se vistió de traiciones fratricidas
que arrastraron mi nombre, / una mañana, / hasta la impunidad de sus cubiles, / atormentando con descargas crueles / la inocencia desnuda de la carne / a punta de picana y cobardía.
Ocultando los ojos de mi miedo / al miedo aletargado de los otros / que me acompañarían al destierro / cuando el útero ciego de los pájaros / escupiera sus torpes agonías
y las pariera / en medio de la noche / sobre el agua encrespada de la muerte / donde nadie se atreve a aventurarse / ni un instante después de las sospechas, / porque ellos comen sus eucaristías
domingo tras domingo
y se santiguan
y no hay otra manera de atraparlos / que dejarse llevar por la marea / con huellas de martirio en cada hueso / y todo el corazón a la deriva.
Porque soy Azucena Villaflor.
La loca de los jueves, / en la plaza;
la evidencia concreta del espanto / que regresa a exigir una respuesta / desde la más oscura pesadilla,
que insiste en reclamar por un destino, / una declaración, / una disculpa, / una fosa común, / un epitafio, / una cruz que señale dónde yacen / los sueños / lacerados / de las víctimas.
NORMA SEGADES-MANIAS
Un hijo secuestrado por la dictadura la impulsó a fundar el movimiento de las Madres de Plaza de Mayo. Secuestrada por un comando clandestino de la armada, sus restos, devueltos a la costa, constituyeron la primera evidencia científica completa de los llamados “vuelos de la muerte”. Tenía 53 años.
Costa de Santa Teresita-General Lavalle/Argentina (1977)
Sólo un cuerpo en la playa, / tras las dunas.
Sólo un montón de harapos en la arena.
Un conjunto de huesos quebrantados / contra la superficie del océano / en noches de tinieblas homicidas
Y los rubios cabellos / acunados por el sucio vaivén de la marea, / y esta memoria que me sobrevive, / esta memoria que no me da tregua, / esta insignificante rebeldía/ de mujer sin misión / hasta aquel tiempo / en que me harté de excusas y discursos / cuando la santidad de los despachos olía a desamor, / a desamparo, / a deslealtad olía, / olía a mentira.
Y un concilio de intrigas y uniformes / tramaban lo viscoso de sus redes / y hablaban de demencia los batracios / y no había cadáveres / y el mundo / se vistió de traiciones fratricidas
que arrastraron mi nombre, / una mañana, / hasta la impunidad de sus cubiles, / atormentando con descargas crueles / la inocencia desnuda de la carne / a punta de picana y cobardía.
Ocultando los ojos de mi miedo / al miedo aletargado de los otros / que me acompañarían al destierro / cuando el útero ciego de los pájaros / escupiera sus torpes agonías
y las pariera / en medio de la noche / sobre el agua encrespada de la muerte / donde nadie se atreve a aventurarse / ni un instante después de las sospechas, / porque ellos comen sus eucaristías
domingo tras domingo
y se santiguan
y no hay otra manera de atraparlos / que dejarse llevar por la marea / con huellas de martirio en cada hueso / y todo el corazón a la deriva.
Porque soy Azucena Villaflor.
La loca de los jueves, / en la plaza;
la evidencia concreta del espanto / que regresa a exigir una respuesta / desde la más oscura pesadilla,
que insiste en reclamar por un destino, / una declaración, / una disculpa, / una fosa común, / un epitafio, / una cruz que señale dónde yacen / los sueños / lacerados / de las víctimas.
NORMA SEGADES-MANIAS
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