Publica la editorial Homolegens el libro Prosa Satírica, un compendio de dicha prosa del autor madrileño Francisco de Quevedo, nacido en la capital del reino en 1580 y que se convertiría en el Siglo de Oro español en uno de los escritores más apreciados y odiados, al mismo tiempo, por los habitantes de la Corte y de las Españas.
El libro ha sido recopilado por el catedrático de la Universidad de Navarra, Ignacio Arellano, quizá el mejor estudioso de la figura de este genio de las letras hispánicas y de todo el siglo XVII, que con más de 150 libros sobre literatura española, especialmente de este periodo de nuestra historia, se configura como el más sólido estudioso de nuestro siglo más preciado para las letras y las artes.
Coincide el texto publicado, en el tiempo, con la nueva edición que la Real Academia Española (RAE) ha hecho deLa vida del Buscón, pero ésta es una edición demasiado rigurosa, ya que tiene demasiadas citas, demasiadas explicaciones, que hacen que el texto no se lea con fluidez. No ocurre en Prosa Satírica, ya que el catedrático Arellano ha dotado al libro de una rigurosidad muy accesible, lo que hace que el libro se lea con sumo gusto y, aunque no le faltan citas, éstas no abundan en demasía y hacen que la lectura sea muy agradable.
Buena parte de la fama del ingenio de Quevedo se debe a sus escritos festivos y sus sátiras burlonas frente al espectáculo de la corrupción y a las melancolías de la vida y de la Corte. Quevedo opone por un lado una crítica satírica y por otro los escritos serios, nadie como Quevedo supo manejar la estética del conceptismo o la galanura de sus poemas en oposición a su sarcasmo y a sus continuas denuncias que le acarrearon muchos problemas.
Ignacio Arellano es un ponente habitual de los Congresos en Torre de Juan Abad
Su capacidad expresiva convierte en violentísimo ataque- no exenta de desengaño, y una risa que si a veces quiere sólo divertir, pues, “hacen reír con enfado y desesperación”. “En su aprobación de los Sueños escribe Fray Tomás Roca unas palabras que se pueden aplicar a toda la obra festiva de Quevedo: Estos tratadillos de diferentes argumentos han sido preciados por hombres doctos, y leídos con mucho gusto por curiosos y amigos de buenas letras. Doctos, curiosos y amigos de las buenas letras seguirán sin duda encontrando en estas obras motivos para el entretenimiento y la diversión”, señala el compilador en la contraportada del libro.
Ahora que la literatura clásica está resurgiendo, con libros como éste y con la colección de la RAE, hay que atreverse a leerlos. No podemos obviar unos tesoros que nuestra literatura posee, hay que leer y entender nuestros orígenes con una literatura excelsa y, aunque escrita hace más de cuatro siglos, sigue de plena actualidad, porque la condición humana, pese a los avances tecnológicos, es igual o muy parecida.
La mala leche de Quevedo se sigue manteniendo en muchos estratos, si bien es verdad que se ha perdido la ironía, la sátira y el humor de ese tiempo, siendo sustituidos por la sal gorda y el mal gusto. Es, por tanto, un placer el que estas nuevas ediciones pongan de actualidad una literatura que siempre tendrá que hallarse entre nuestras lecturas. La crítica, la denuncia y el ataque a los estamentos políticos y religiosos que se hacen hoy en día de manera casi soez, deberían aprender, quien lo hace, de como lo hace este autor.
Todas las obras incluidas en el tomo, son pequeñas obras, casi todas cómicas y burlescas, poco conocidas actualmente. “Son piezas en las que Quevedo se burla de las supersticiones, de las manías, de la poesía culta, de los que hablan al estilo gongorino, de todas las tonterías que había en su tiempo y que, en realidad, también hay ahora. El escritor no consiguió eliminarlas, ni otros muchos satíricos que se burlaron de ellas”, escribe Arellano en el libro.
El escritor lanza consejos y amonestaciones a todo el mundo, tanto al Rey como al vulgo, “porque a Quevedo le sublevaba prácticamente todo”, señala el experto, y añade: “Él tenía su propia manía: quería poner su propio orden en el mundo, y no soportaba los excesos ni las falsedades. Se burla del petulante, del avariento, del tipo que pretende ser muy sabio y luego no sabe nada, del que compra muchos libros pero no lee ninguno, del vanidoso, del gran noble que parece que es alguien pero que no tiene nada...”.
Entre los textos incluidos en el volumen destacan Vida de corte y capitulaciones matrimoniales –una crítica a la sociedad de la época- y el Libro de todas las cosas y otras muchas más, compuesto por el docto y experimentado en todas las materias, el único maestro malsabidillo. Una parodia del género enciclopédico de moda que propone una serie de tratados disparatados, como el llamado Para saber todas las ciencias y artes mecánicas y liberales en un día.
Y finaliza con La hora de todos y la Fortuna con seso, del que el libro ofrece varios fragmentos. “Trata sobre lo que sucede cuando la Fortuna, en vez de dar sus premios y castigos a lo loco, empieza a dar a cada uno lo que le corresponde, y el caos que se produce es peor que el anterior”, escribe Arellano.
Y finaliza con La hora de todos y la Fortuna con seso, del que el libro ofrece varios fragmentos. “Trata sobre lo que sucede cuando la Fortuna, en vez de dar sus premios y castigos a lo loco, empieza a dar a cada uno lo que le corresponde, y el caos que se produce es peor que el anterior”, escribe Arellano.
Estamos pues ante un libro más que interesante que recomendamos leer, para conocer una época fundamental de nuestra historia y no se dejen influir por catedráticos como Francisco Rico que califican al autor madrileño de pendenciero y mala persona. El escritor sería lo que fuese, pero su prosa es de lo mejor que han escrito las plumas españolas. Dejen los convencionalismos y lean a los clásicos, tienen mucho que enseñarnos.
Javier Velasco Oliaga
Artículo publicado en Todo Literatura
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