¿Me escucha agente?
Ya no me quedan fuerzas para seguir pidiendo por su vida, para seguir diciendo que no es barro ese colgajo oscuro sino la piel quemada, que no podemos acostar a mi hija en la cajuela de una camioneta porque está agonizando.
No me aparezca ahora con más estupideces porque estoy orillando la locura.
Nunca quiso tomarnos la denuncia. Nunca intentaron vigilar la casa. Nunca creyeron en nuestra palabra. Nunca cumplieron nada.
Y así fue como este hombre pudo llegar en medio de las sombras y quemarla…
Y quemarla…
¿Cómo se atreve a sugerir paciencia?
Ese despojo casi calcinado estuvo nueve meses protegido en mi vientre, alimentado con el mate amargo y rodajas de pan hecho en el horno que armamos en el patio. Años y años luchamos para que no fuera incluida en estadísticas, en la lista de niños que sucumben luchando contra el frío, desabastecimiento de vacunas, carencia de nutrientes, convulsiones causadas por la fiebre, ahogos en la noche…
Años y años luchamos, codo a codo, para sobrevivir a la miseria. Y ahora que está grande, que ya cumplió los veinte, que tiene un buen trabajo y una hija gateando por la pieza; viene este desalmado que la golpeaba siempre hasta el desmayo –como a usted tantas veces le explicamos- y discute con ella y le reprocha que ya no lo ame tanto y le arroja la nafta sobre el cuerpo y la convierte en una tea humana.
¿Cómo se atreve a reclamar sosiego?
No es barro agente….
Y aunque fuera barro, que importancia tendría ante la perspectiva de salvarla. Yo le traigo una sábana para cuidar el tapizado limpio.
Yo te traigo una sábana…
Yo te traigo.
Mirá que ya no tiene fuerzas. Mirá que ya ha dejado de quejarse. Mirá que el pulso apenas si se siente. Mirá que va a morirse antes de que aparezca la ambulancia.
Mirá que cuando nazca la mañana y broten periodistas fingiendo interesarse por el dolor ajeno, tratando de obtener el toque bajo que pide el corazón de los espectadores yo voy a denunciarte. Voy a gritar tu nombre y apellido. Voy amostrar tu foto y a delatar esta inmisericordia que te impidió escucharme. Voy a gritar hasta desgañitarme. Como grité la noche que la estaba pariendo sin cirugías, sin epidurales, sin imágenes previas de su cuerpo, a puras ganas de que me naciera un retoño de aquel amor que se marchó una tarde prometiendo llamarnos.
Les voy a sacudir el mediodía a esos personajes que no escarban en botes de basura pero gustan de hurgar entre las llagas.
No me mirés así, con ese aire de perdonavidas, defensor de los machos que maltratan la vulnerabilidad de las mujeres, golpeador vos también, verdugo vos también, cómplice vos también, hijo de puta…
NORMA SEGADES-MANIAS
Y así fue como este hombre pudo llegar en medio de las sombras y quemarla…
Y quemarla…
¿Cómo se atreve a sugerir paciencia?
Ese despojo casi calcinado estuvo nueve meses protegido en mi vientre, alimentado con el mate amargo y rodajas de pan hecho en el horno que armamos en el patio. Años y años luchamos para que no fuera incluida en estadísticas, en la lista de niños que sucumben luchando contra el frío, desabastecimiento de vacunas, carencia de nutrientes, convulsiones causadas por la fiebre, ahogos en la noche…
Años y años luchamos, codo a codo, para sobrevivir a la miseria. Y ahora que está grande, que ya cumplió los veinte, que tiene un buen trabajo y una hija gateando por la pieza; viene este desalmado que la golpeaba siempre hasta el desmayo –como a usted tantas veces le explicamos- y discute con ella y le reprocha que ya no lo ame tanto y le arroja la nafta sobre el cuerpo y la convierte en una tea humana.
¿Cómo se atreve a reclamar sosiego?
No es barro agente….
Y aunque fuera barro, que importancia tendría ante la perspectiva de salvarla. Yo le traigo una sábana para cuidar el tapizado limpio.
Yo te traigo una sábana…
Yo te traigo.
Mirá que ya no tiene fuerzas. Mirá que ya ha dejado de quejarse. Mirá que el pulso apenas si se siente. Mirá que va a morirse antes de que aparezca la ambulancia.
Mirá que cuando nazca la mañana y broten periodistas fingiendo interesarse por el dolor ajeno, tratando de obtener el toque bajo que pide el corazón de los espectadores yo voy a denunciarte. Voy a gritar tu nombre y apellido. Voy amostrar tu foto y a delatar esta inmisericordia que te impidió escucharme. Voy a gritar hasta desgañitarme. Como grité la noche que la estaba pariendo sin cirugías, sin epidurales, sin imágenes previas de su cuerpo, a puras ganas de que me naciera un retoño de aquel amor que se marchó una tarde prometiendo llamarnos.
Les voy a sacudir el mediodía a esos personajes que no escarban en botes de basura pero gustan de hurgar entre las llagas.
No me mirés así, con ese aire de perdonavidas, defensor de los machos que maltratan la vulnerabilidad de las mujeres, golpeador vos también, verdugo vos también, cómplice vos también, hijo de puta…
NORMA SEGADES-MANIAS
No hay comentarios:
Publicar un comentario