RESURGIR AL AMOR
Antrópolis en donde inhumamos nuestros sueños;
que quedaron sepultados en lo arcano de lo secreto,
flores perfumadas, níveas y violáceas encontramos
y al final se marchitaron en nuestras propias manos,
Calzaste de amores al lucero del alba,
para después escupir estridentes rayos y centellas,
y mi alma yerta de frío se refugió huraña en el olvido,
tu falso amor logró hacer mella en mi corazón herido,
cuando surcaron mis sueños sobre tus engañosos latidos.
Asida de tu amor enfrenté al destino;
atlante fui de ti sin sospechar siquiera,
que fingiste amarme augurando nuevos cielos,
ávido de sed de venganza me llevaste al báratro de tus maldades.
Hoy mi alma escucha nuevos cantos
y somnolienta renace a la existencia;
como el Ave Fénix que abre sus alas
y se dirige al campo de batalla mal herida,
para después avante de entre las cenizas
bajo un éter plomizo y gris, alzar el vuelo directo al paraíso.
Y en sus paisajes color azul de cielos despejados
de verdes y floridos campos curar la herida que dejó el dolor,
y ahí, volver a conquistar el gran edén cristalino
que quedaron sepultados en lo arcano de lo secreto,
flores perfumadas, níveas y violáceas encontramos
y al final se marchitaron en nuestras propias manos,
Calzaste de amores al lucero del alba,
para después escupir estridentes rayos y centellas,
y mi alma yerta de frío se refugió huraña en el olvido,
tu falso amor logró hacer mella en mi corazón herido,
cuando surcaron mis sueños sobre tus engañosos latidos.
Asida de tu amor enfrenté al destino;
atlante fui de ti sin sospechar siquiera,
que fingiste amarme augurando nuevos cielos,
ávido de sed de venganza me llevaste al báratro de tus maldades.
Hoy mi alma escucha nuevos cantos
y somnolienta renace a la existencia;
como el Ave Fénix que abre sus alas
y se dirige al campo de batalla mal herida,
para después avante de entre las cenizas
bajo un éter plomizo y gris, alzar el vuelo directo al paraíso.
Y en sus paisajes color azul de cielos despejados
de verdes y floridos campos curar la herida que dejó el dolor,
y ahí, volver a conquistar el gran edén cristalino
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