jueves, 3 de diciembre de 2015

LOS GEMELOS, Mónica Lourdes Avilés Sánchez (México)


LOS GEMELOS
En la vida, los seres humanos se unen por comprensión, afinidad, necesidad, soledad, y porque por naturaleza el ser humano es sociable; aunque existen excepciones,  pero cada ser humano pertenece a un núcleo familiar consanguíneo, que el destino escogió para cada uno. Pero curiosamente pareciendo esto una falacia, muchas veces no se está conforme con el destino y se empieza a buscar a otras personas totalmente diferentes a los parientes de sangre, formando así sus propias familias.
Nicandro y Belén contrajeron nupcias, y después de diez años de matrimonio, les llegó del cielo ese regalo tan esperado por todo matrimonio que son los hijos, un matrimonio de clase alta, ambos de profesión abogados. Por tal motivo visitaron a los mejores médicos para su fertilidad, y al recibir los  tratamientos más sofisticados, en la primera década de su unión, Belén al fin se embaraza, y a los  cuatro meses de gestación les informa el ginecólogo, que esperan gemelos.
Belén durante su embarazo tan esperado, por ellos y los familiares de cada uno; sufrió los achaques normales propios del embarazo, pero nada que fuera de cuidado. Cada mes que iban con el médico, ellos lloraban de felicidad cuando veían a los gemelos por medio del ultrasonido. Y así siguió su curso, hasta llegar a los nueve meses, Belén siempre estuvo con los cuidados necesarios para que todo llegara a buen puerto.
Los últimos dos meses, antes del parto, Belén ya dormía casi sentada, hasta el día de la programación para su cesárea.  Toda la familia estaba en el nosocomio, esperando la llegada de los amados gemelitos.
Cuando los pasaron a cuneros, sus familiares tomaban fotografías a través del cristal de los cuidados neonatales, todos les encontraban parecido según las familias,  pero la verdad eran exactamente como dos gotas de agua. La enfermera les decía—los papas tendrán que usar algún distintivo para identificarlos, para no equivocarse con los pequeños, porque son muy semejantes; los papas coincidieron que en las prendas de los gemelitos debía ser bordado el nombre de cada uno.
Y paso el tiempo cuando, los gemelos estaban cumpliendo su primer año de vida, siendo al mismo tiempo bautizados. El señor cura mojo su cabecita con el agua del Jordán, diciendo –– Mauro, yo te bautizo en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo, al segundo le dijo––Mauricio, yo te bautizo en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo Amén. El Santo Sacramento y la fiesta de cumpleaños fue todo un acontecimiento; Nicandro y Belén echaron la casa por la ventana y las campanas al vuelo, finalmente lo que les sobraba al matrimonio era capital,  así que no escatimaron en nada, en el tradicional bolo, entregaron onzas de plata con los nombres grabados de los niños gemelos; todo mundo estuvo muy feliz.
(Recordemos que el bolo es una tradición, que al recibir el Sacramento del Bautismo simboliza que el niño tendrá abundancia de acuerdo a la esplendidez de sus padrinos).
Mauro y Mauricio crecieron a pasos agigantados, llego el momento de que tenían que asistir al Jardín de Niños, y como siempre con su gafete colgado al cuello, para que no hubiera confusiones de parte de la maestra,  los gemelitos a pesar de su corta edad, podían discernir quién era quién. Aunque seguían siendo muy parecidos físicamente, el carácter de cada uno era completamente distinto.                                                                                            
Mauro tenía un carácter dócil, obediente, difícilmente se alteraba, además era muy amigable, en cambio Mauricio era totalmente opuesto en todo a su hermano. Sus padres siempre recibían quejas de los directivos de la escuela, por parte de Mauricio así también de las clases de música que tomaban los niños por las tardes; tanto que la maestra tuvo que hablar con los padres de los niños y les dijo––señores creo que van a tener un serio problema con el gemelo Mauricio cuando acuda a la escuela primaria, y me atrevo a pensar que tendrán que buscar apoyo profesional, si no quieren que en lo sucesivo se lo expulsen de las escuelas, en cambio del niño Mauro no tengo queja alguna.
Nicandro el padre le llamaba la atención a Mauricio, pero a él le entraba por un oído y le salía por el otro, el niño era terriblemente inquieto, cuando Belén llegaba a algún evento  con los gemelos  le ponían las cruces. Y así, crecieron consentidos y sin carencias, nunca tuvieron hambre ni pasaron frio.
Como el tiempo, no detiene su marcha… cuando los padres se dieron cuenta los años se habían ido muy de prisa, los gemelos ya estaban cursando la preparatoria. Pero siempre con sus altibajos por el carácter de Mauricio, seguía peor cada día; era egoísta, envidioso, malcriado y pleitista en una palabra era un niño protervo, aunque llevaba la misma educación que su hermano, parecía que no había sido criado por Belén y Nicandro. 
Los padres no sabían qué hacer con el gemelo Mauricio, pero algo que si poseía es que dentro de su sublevación, era un chico muy inteligente más que su hermano Mauro.
Mauro tenía un poco más de dificultad para aprender, y siempre que le pedía apoyo en sus trabajos escolares a su hermano, el se lo negaba. Afortunadamente los dos muchachos finalizaron la preparatoria; Mauro termino con buen promedio recibiendo medalla al buen comportamiento, mientras que Mauricio recibió honores por su inteligencia, mas no así por su conducta.
Nicandro les pregunto, – ¿hijos ya pensaron que carrera van escoger? Y Mauricio fue el primero en contestar —Mira padre, quiero ser abogado como tú; así que voy a estudiar Leyes. —Ah muy bien hijo, — ¿y tu Mauro que vas a estudiar? Mauricio le decía, —mira Mauro ni se te ocurra, estudiar lo mismo que yo. A lo que el gemelo dijo—no padre, yo voy a estudiar medicina. 
Nicandro satisfecho con la decisión de sus hijos les dijo—muy bien, solo espero que terminen sus carreras con satisfacción y honor.
Así pasaron los años, Mauricio con sus problemas de carácter, solo que a él le auxiliaba mucho su capacidad intelectual ya que no necesitaba ser tesonero para entender y desarrollarse dentro de su preparación como abogado, por eso los catedráticos lo toleraban.
En cambio Mauro, que era más paciente, necesitaba estudiar intensamente y pasar largas noches de desvelo para poder conseguir buenas calificaciones, pero tenía un gran corazón y otras aptitudes,  que hacía que lo estimaran sus compañeros y sus maestros. 
Cuando los gemelos terminaron sus carreras, cada uno tomo diferentes caminos, dedicándose a trabajar, la vida trajinada no daba tregua en ellos para poder convivir; ya lo hacían mucho mejor con los compañeros de trabajo y amistades de cada uno, hasta ir perdiendo así el acercamiento sencillo y gratificante como familia.
 Mauro por su carácter tranquilo y caballeroso, no tardo en encontrar a la mujer de sus sueños para contraer matrimonio, llegando muy pronto la descendencia a sus vidas.
Nicandro y Belén por su condición de adultos mayores ya no salían de casa, hasta que un día emprendieron la partida sin regreso, llevándose consigo la satisfacción de haber visto a sus dos hijos realizados como profesionistas y haber gozado de sus adorados nietos hijos de Mauro; unido al pendiente que tenían por Mauricio, conociendo su carácter bravucón que por lo mismo podía contar sus amistades con los dedos,  las jovencitas le temían, sabían que como partido no era el mejor. Nicandro y Belén mucho antes de su fallecimiento dejaron un testamento otorgándoles el cincuenta por ciento de su cuantiosa herencia a cada uno de sus hijos.   
Entonces, solo así Mauricio pudo conseguir esposa, también con el tiempo tuvo hijos, pero eso sí, dándoles una vida de reyes. Después de la lectura del testamento no volvió a ver a su hermano por décadas.
 Mauro respeto la decisión de su amado hermano, esperando que algún día el deseara darle un abrazo; cada cumpleaños y cada navidad lo esperaba con devoción, como el desahuciado espera la curación del cielo. 
La familia de Mauro era ortodoxamente creyente;  y como faltaba muy  poco para la navidad, su esposa adorno la casa maravillosamente, se preparaban con tiempo como en los hogares con principios ideológicos, para festejar el nacimiento de Jesús Nuestro Niño Dios; vistieron un gran pino verde y oloroso con múltiples luces de colores, así también colocaron el simbólico y bello nacimiento, rodeándolo de la bella flor de nochebuena; el matrimonio cada día hacían todo lo posible por mantener unida a su familia.
Pasaron los días hasta llegar la Nochebuena, esa fecha tan esperada, mística, tan llena de amor, esperanza y recuerdos idos. Todos estaban listos, se disponían a orar antes de la cena, el clima era gélido, afuera nevaba, pero ese hogar mantenía el calor del amor y la chimenea encendida.
Ya casi daba la media noche cuando de pronto tocaron la puerta, fue entonces a abrir uno de los hijos de Mauro, que por obvias razones no conocía a la persona que estaba afuera y que preguntaba por Mauro, el hijo le dice–– papá preguntan por ti, Mauro fue hacia la puerta y  cuál sería su sorpresa al ver a su hermano gemelo, el que un día lo abandono, se abrazaron por largo tiempo de sus ojos brotaban lágrimas verdaderas, suspendidas por años.
Mauro lo hizo pasar y lo invito a sentarse para cenar, tenían tanto de que hablar, que la emoción no permitía hablar mucho solo lo necesario, respetando las ideas y palabras no emitidas. Mauro pensaba—mañana le preguntare que ha sido de su vida, hoy creo que no es prudente.  Pasada la media noche Mauricio dijo––Hermano me voy a retirar, aquí te dejo mi dirección, entonces Mauro le dijo–– no hermano esta noche nieva, aquí pernoctaras y mañana podrás irte. El acepto, le dieron una de las habitaciones más cómodas,  a la mañana siguiente Mauro llamo varias veces a la puerta del cuarto asignado y al no contestar, entreabrió la puerta percatándose de su ausencia.
Enseguida le dijo a su esposa no está mi hermano ¿a qué hora se fue, que no sentimos? la esposa de Mauro lo acompaño hasta la dirección, que Mauricio le había dejado.
Llegaron hasta la residencia, llamo a la puerta y salió la empleada domestica, cuando ella vio a Mauro, se  tapo la boca con la mano y abrió los ojos grandes quedándose sin habla; hasta que Mauro le dijo ––vengo a buscar a Mauricio mi hermano gemelo, fue entonces cuando la empleada reacciono diciéndole, –– señor siento mucho lo que voy a decirle, pero el señor Mauricio falleció hace dos años, y su esposa con uno de sus hijos se mudo a los Estados Unidos, de vez en vez vienen. Mauro y su esposa no daban crédito a lo que escuchaban, la domestica seguía comentando, perdió toda su fortuna en el juego sufría de ludopatía, tenía muchas deudas y finalmente se suicido.
Las palabras sonaban huecas en los oídos de Mauro, en el fondo le dio gracias a Dios porque después de muchos años, pudo abrazarlo y darle el ultimo adiós.
 
Autora: Mónica Lourdes Avilés Sánchez.
País: México.

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