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La otra obra deCarballido
entrevista con Héctor Herrera
Edgar Aguilar
-Al morir Carballido te haces cargo deTramoya. ¿Cómo se dio este cambio?
–Yo estaba ya trabajando como subdirector de la revista desde algunos años antes de la muerte de Emilio, además de que viajaba con él a todos lados. Entonces yo era la persona que hacía todos los contactos con los autores y los investigadores que mandaban sus propuestas. Emilio siempre había confiado en mí para manejar la revista y antes de morir me dejó algunas indicaciones, lo que quería que hiciera, no nada más con la revista sino con su obra también. Y en este caso la revistaTramoya creo que es parte de su obra y la dirigió durante una buena cantidad de años. Paralelamente a su teatro, creo que es otro de sus trabajos importantes.
–Escasamente se conoce esta labor editorial que realizó Carballido durante poco más de tres décadas.
–Claro, y yo la considero muy relevante porque, aparte de ser la revista de teatro con más longevidad del país, y casi me atrevería a decir que del continente, es una labor que siempre hizo Carballido no nada más por los jóvenes sino también por el rescate de autores olvidados y por dar a conocer otras dramaturgias de otros idiomas, de acercarnos el teatro de Grecia, de Bulgaria, de Yugoslavia, de Serbia o de los autores rusos.
–¿Cómo han sido recibidos los números dedicados al teatro de un país en particular?
–A lo mejor no ha habido mucha crítica, pero los comentarios de la gente que me he topado a veces caminando, a veces en festivales, es que están conociendo otro teatro que generalmente no conocían, a pesar de hablar un mismo idioma, como en el caso del teatro latinoamericano. No tenemos contacto con Ecuador o con Bolivia, por ejemplo, donde hay muy buenos dramaturgos. En Argentina me dicen que ahora ya hay publicaciones de teatro, pero hace diez, quince años nadie apostaba por el teatro. Me he encontrado escritores y actores que me han dicho que se educaron con Tramoya. Siempre ha sido un poco el problema de la distribución, pero de alguna u otra manera les llegaba y tenían noticias o ellos la conseguían. De repente voy a Costa Rica y me encuentro que ellos vienen a México a un viaje de vacaciones o algo, y van a las librerías a buscar Tramoya; o bueno, también a través de uno que va a los festivales y siempre tratamos de llevar ejemplares; casi la mitad de mi equipaje son revistas.
–Tramoya conserva el formato y la presentación originales de hace casi cuarenta años, cuando inició la revista. ¿Por qué se ha mantenido prácticamente igual?
–A Emilio Carballido, como director fundador y posteriormente a mí, no nos pareció necesario hacer modificaciones. A raíz del fallecimiento de Emilio quisimos darle continuidad, y esa continuidad consiste también en el formato original. Creo que en lo que podemos darle modernidad es con las portadas, con los autores que son jóvenes, aunque hemos tratado de conservar a alguna gente que ya participaba. Y claro, el contenido de las obras. Estamos publicando obras actuales que tienen mucho que ver con la realidad, que se puedan montar en escena, sobre todo. A final de cuentas, el contenido es lo que importa, más que el formato. El formato creo que se debe más al gusto del director o a un cambio comercial, y si lo pensáramos como un proyecto comercial pues íbamos a fracasar, porque el teatro en muy contadas ocasiones y las obras de muy pocos autores puede decirse que son comerciales.
–Hay algún rasgo visible en la revista a partir de tu llegada como director?
–Sería muy difícil que yo te lo dijera. Pero sí puede ser en el hecho de presentar números dedicados al teatro infantil, a Colombia, a Venezuela; a lo mejor se ha abierto un poco más a algunas dramaturgias; por ejemplo, sí habíamos publicado teatro ruso, teatro griego, algunas obras alemanas, alguna obra belga, pero la idea de Emilio era también dar a conocer los teatros que no eran conocidos aquí. Entonces, en ese caso, quizá un poco más de apertura hacia otros lugares, como Finlandia, que hemos hecho un número sobre este país, y un número también sobre República Dominicana, donde hay un teatro muy interesante. Quizá ésas hayan sido mis aportaciones, si es que hay alguna: abrirnos a nuevas dramaturgias que son poco conocidas y que nadie se imaginaría que existen.
–¿Qué tanto se lee teatro?
–En general la gente no está tan acostumbrada a leer teatro. Puede ser que haya esta pequeña división con la novela o la poesía, pero también en la poesía hay cosas que te tienes que imaginar todavía más, y en el teatro lo único que debes imaginar es la escena donde está sucediendo y punto.
–¿Un número en particular que recuerdes?
–En general cada número me da mucha ilusión hacerlo. Es un trabajo que hago con mucho gusto. Pero uno en especial, aparte de que ha causado mucho ruido, fue un número de teatro queer que se preparó hace unos cuatro o cinco años, el cual está casi agotado. Me lo pidieron infinidad de personas que yo no me hubiera imaginado nunca que les interesaba el teatro.
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