Los siguientes “consejos” son en realidad una compilación e interpretación del escritor Roger Colby acerca del proceso creativo de Tolkien, tal y como el mismo autor lo deja entrever en una serie de cartas compiladas por Humphrey Carpenter cuyo título es Cartas de J. R. R. Tolkien.
- La vanidad es inútil. Tolkien escribe en una carta a Sir Allen Unwin (su editor) en julio de 1947: «Definitivamente espero poder dejar atrás toda la cosa revisada [se refiere a El señor de los anillos] y en su forma final, para que el mundo la lance al papelero. Todos los libros terminan allí; al menos en este mundo, en cualquier caso».
- Mantén la entereza. En otra carta a Sir Allen Unwin (fechada 21 de julio de 1946), Tolkien enumera un montón de problemas personales a los que se estaba enfrentando, los que incluían: estar enfermo, tener demasiado trabajo y echar de menos a su hijo Christopher, quien estaba sirviendo en la marina británica entonces. Sin embargo, el escritor inglés dejó sus problemas de lado y se puso a escribir. Tuvo que encontrar el tiempo; mejor dicho, tuvo que hacerse el tiempo. Así, fue capaz de producir obras brillantes (e incapaz de terminar muchísimas también, claro está) robándole tiempo al sueño, a su familia y hasta a su trabajo.
- Escucha a los críticos. Tolkien le escribe a su editor acerca de los comentarios que C. S. Lewis hizo acerca de El señor de los anillos: «Cuando él me decía: “Puedes hacerlo mejor que eso. ¡Mejor, Tolkien, por favor!”, yo lo intentaba. Me sentaba y escribía la sección una y otra vez. Esto pasó con la que creo es la mejor escena en el libro: la confrontación entre Gandalf y su mago rival, Saruman, en la devastada ciudad de Isengard».
- Deja que tus intereses guíen tu escritura. En una carta a Christopher Bretherton, fechada al 16 de julio de 1964, Tolkien escribe: «Comencé la construcción de lenguajes en mi niñez temprana: soy primordialmente un filólogo científico. Mis intereses era, y continúan siendo, largamente científicos. Pero también estaba interesado en los cuentos tradicionales (especialmente los relativos a los dragones) y la escritura (no lectura) de versos y otros recursos métricos. Estas cosas comenzaron a fluir juntas cuando era un alumno universitario, para la desesperación de mis tutores y la cuasi-destrucción de mi carrera».
- La poesía como camino a la prosa. Cuando Tolkien no podía expresar sus pensamientos en prosa, escribía «la gran mayoría en verso». En la carta antes citada, dice al respecto: «La primera versión de la canción de Trancos acerca de Luthien […] originalmente apareció en la revista de la Universidad de Leeds pero el cuento completo, tal y como lo esboza Aragorn, fue escrito en un poema de largo aliento» (y publicado en Las baladas de Beleriand, tomo 3 de la Historia de la Tierra Media).
- Accidentes afortunados. Tolkien escribe: «El Hobbit vio la luz y se convirtió en mi conexión con A[llen]. & U[nwin]. por accidente». Y luego continúa: «De El Hobbit se derivaron también el tema de los Enanos, Durin su ancestro primordial, Moria y Elrond. El pasaje en el capítulo 3 [de El señor de los anillos] que lo relaciona con el Medio-Elfo de la mitología fue un afortunado accidente, debido a la dificultad de estar inventando constantemente buenos nombres para nuevos personajes».
- Los sueños sirven como inspiración. Tolkien escribe: «Mientras dormía tuve un horrible sueño de una Ola ineludible, o saliendo de un mar calmo o encumbrándose sobre la verde tierra adentro. Todavía ocurre ocasionalmente, aunque ahora ha sido exorcizado al escribir de él. Siempre termina al entregarse, y despierto respirando entrecortadamente al salir de la profunda agua. Solía dibujarlo o escribir malos poemas acerca de él. Cuando C. S. Lewis y yo nos sorteamos, y él iba a escribir acerca del viaje en el espacio y yo del viaje en el tiempo, comencé un abortado libro acerca del viaje en el tiempo del cual el final sería la presencia de mi héroe en el hundimiento de la Atlántida».
- La gente real da pie a grandes personajes. Tolkien cuenta que: «Había una curioso personaje local, un anciano que solía ir de un lado a otro extendiendo rumores, sabiduría del clima y cosas así. Para entretener a mis muchachos lo llamé Gaffer Gamgee y el nombre se convirtió en parte de la tradición familiar para nombrar a viejos de ese estilo. En ese entonces estaba empezando El Hobbit y la elección de Gamgee fue dirigida primordialmente por la aliteración, pero no lo inventé. Fue sacado de mi memoria infantil, como una palabra cómica o un nombre. Era, de hecho, el nombre cuando era pequeño (en Birmingham) para el “algodón”».
- Puedes ser el próximo autor best-seller. Tolkien cuenta la siguiente historia: «Viví por un tiempo en una calle bastante venida a menos (acertadamente llamada Duchess) en Edgbaston, B’[irming]ham, la que se intersectaba con una aún más venida a menos llamaao Beaufort. Menciono esto sólo porque en la calle Beaufort había una casa, ocupada en días más prósperos, por el señor Shorthouse, un fabricante de ácidos de (creo) conexiones con Quaker. Él, un mero amateur (al igual que yo), sin ningún estatus en el mundo literario, produjo súbitamente un largo libro, el que era a la vez extraño, excitante y debatible… o parecía serlo entonces; pocos consideran posible leerlo hoy en día. Fue lentamente ganando ímpetu y se convirtió eventualmente en unbest-seller, además del tópico de discusión del Primer Ministro hacia abajo. Él era John Inglesant».
- Los libros que escribes pueden parecer triviales. Tolkien escribe: «Ahora considero El señor de los anillos “bueno en algunas partes”».
Fuente: Writing is a hard work
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